¿QUÉ FUE DE ANDRÓPOLIS?
Cuando escribí El adiós de
Andrópolis, última entrega de La columna de Andrópolis, apercibí de inmediato
que iba a emocionar a muchos de mis lectores, es esta una percepción que se
adquiere cuando se han escrito centenares y centenares de este largo serial,
que duro más de treinta años.
He aquí, algunas de las
reprobaciones que recibí;
¿Cómo envía usted, como se atreve a enviar a Andropólis al paraíso del olvido? ¿No se da cuenta que
ha hipotecado su alma? Un Concejal de Deportes, de un municipio del Camp de
Turia, me confeso haber llorado acongojado leyendo esta postrer columna. Otro
lector indignado comentaba en voz alta en una tertulia de corredores. ¿Sabéis
lo que ha hecho este canalla? ¡Ha matado a Andrópolis!
Algunos de ellos, no llegaron a
comprender el significado onírico y fantástico de Michael Andrópolis . Quizás
para ellos no era el personaje que todo hombre de niño sueña ser y que de
hombre lamentaba no haber sido, era un paradigma, un ejemplo a seguir. Yo
explicaba al lector que tan solo era visible para mi y que mi transmisión cósmica
con el la sentía y aun la necesito para ser fiel a mi mismo, para ser yo mismo
y no lo que los demás querían que fuera.
Aquella controversia me hizo
sentirme escritor y la orfandad de Michael, muy dura, me costó mucho separarme de él, caminar solo
sin el código de ético no solo el deportivo. Aquella conjunción cósmica entre
el griego y yo, llego a desdoblar mi personalidad y cuando comenzaron aquellas
dudas una me comenzó a mortificar el alma si yo era un Michael mutante o
realmente o se había completado el cambio al que yo me había sometido libre y
por decisión. ¿Quién era un atleta tardío que escribía o el sosias de Michael
Andrópolis, un héroe de ficción de una película B. americana?
Asi que hace unas semanas, decidí
afrontar la verdad y a solas y sin testigos, aproveche que un grupo como
tantos, tenía programado el día de montaña en La Calderona, viaje con ellos
hasta el clásico punto de salida y quede en verme un par de horas después en el mismo punto y tome el desvío que me
llevaría al lugar donde Michael desapareció de mi vida, unos cuarenta minutos
después estaba en ese rincón donde la fantasía y realidad cruzaron en mi vida y
Michael desapareció de mis recuerdos. Aquel día sucedió al atardecer y ahora
comenzaba el día y las brisas marinas traían al monte el frescor de la mar
cercana, un rumor apagado de los vehículos de la autopista susurraba fugaz su
paso y los pájaros con su cantar suave no aprendido repetían su salmodia
diaria.
Pero por mas que me puse en trance,
Michael no apareció. Quizás la aparición de Michael tenía sentido en mi
imaginación, pero abandonada la carrera y habiendo dado luz a mis mejores años,
ya había cubierto lo que demandaba mi alma entonces…
Y regresé senda abajo sumido en
divagaciones, algunos corredores resoplando en la cuesta me saludaban
amistosamente, al rato divisé a un corredor veterano, que al verme me paro y me
dijo con la respiración entrecortada.
¿Toni, has visto a un tipo con pinta
de extranjero, con melena y que corría como un gamo?
¿Iba muy rápido?
Como un rayo. Nunca lo he visto por
aquí.
¿Hablaste algo con él?
Al pasar me dijo o creí entenderle, que tenía una cita en
la cumbre…
No se con quien podría haber quedado a
estas horas…
Se seco el sudor y recuperado me
dijo…Me voy a ver si lo encuentro en la fuente
Suerte amigo…
Toni Lastra
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