Eran las 22.30h y tanto López como yo nos disponíamos ha recorrer 4 horitas por la localidad de Olocau. La temperatura no muy alta, apenas unos 28º celsius y una humedad de entorno al 70%, vamos, fresquito, fresquito! Nuestro único objetivo era coronoar el pico Gorgo y comer un delicioso bocadillo traído de casa mientrascontemplabamos lo insignificante que somos en un mundo que no deja de girar. Hasta aquí, todo normal, fue desde ahí que empezaron los problemas.
Durante 1h 40 minutos no dejamos ni un metro de subir, 12 km de longitud y unos 800 metros de desnivel del tirón, porompompero!
Estrenábamos frontales y a decir verdad iban muy muy bien!
¡López, vámo a bajá er ritmo que poziblemente petemoz!
Siguiendo los sabios consejos de grandes corredores, olvidamos que después de subir hay que bajar, y creo que lo segundo es peor si tehas metido esa trallita.
Estábamos en el pico y todo era paz y amor pero sin el CANAL PLUS. De repente, el ojo de águila de López divisa una luz que viene y va.
¡Coño Santi, estoy viendo lucecitas y no he bebido alcohol, te lo juro! Pues nada, no teníamos más narices que ir hacia la luz, sobretodo porque era la única bajada que había. El que vaya a tener la oportunidad de subir al Gorgo, podrá disfrutar de la bajada más insegura del condado de Valencia. Son 100 metros de tierra y roca, con una inclinación del 70%, y una buena caida libre. Ideal para hacerla de noche y despeñarse! Pura vida como dirían en Costa rica Mey!
Muy bien, ya había pasado lo mejor y nuestras piernas estaban temblando un poco de tanta emoción nocturna.
En nuestras mentes, seguía la inquietud de saber qué caramba eran las luces esas. No sé porque pero sabía que tarde o pronto lo descubriríamos. 40 minutos pasaron desde que abandonamos el Gorgo y el cansancio empezaba a hacer mella.
¡López, baja el ritmo! - le dije.
¡Estoy empezando a encontrarme mal, oigo voces y no se si me va a darun pajarón!- le expliqué.
Al segundo se oye una voz que grita. ¡ son 4 capullos que están corriendo!
¡Cagüen en tó! - me dije a mi mismo. ¡Son cazadores!
Tras un par de insultos, protestas y promesas, nuesto ritmo empezó a subir para alejarnos de ese sitio.
A 3 km de ahí...
¡PUM! ¡PUM!
2 pedazo de tiros de escopeta se oyen a penas 15 metros de donde estábamos.
¡CUERPO A TIERRAAAAAA! Salvados por un muro de piedra, oímos a un cazador preguntándonos que si estábamos bien y que tuvieramos cuidado con el jabalí que acaba de pasar delante nuestra.
¡Me cagüen tós tus muertos! - me dije por dentro.
Ni López ni yo sabíamos muy bien qué hacer. Ambos estábamos tirados en el suelo como si de Afganistán se tratara. Convencido estaba, que si llegamos a tener una escopeta en ese momento, nos liamos a tiros, con tó Diós del acongojo que pasamos!
En pocos segundos, un intenso olor a polvora penetra en nuestras pituitarias y el miedo a pensar que aún le quedan cartucho al otro cazador que oímos, nos hizo replantearnos si quedarnos a vivir en ese muro o cantar " MI CARRO ME LO HAN ROBAO" con el fin de espantar hasta las moscas del lugar.
Afortunadamente, no pasó nada porque no tenía que pasar pero me alegro de haber podido vivir esa experiencia y poder aprender de ella para próximas nocturnas. Esta vez, en vez de mochila con agua, me llevo el chaleco antibalas de mi abuelo!
Por lo demás, las piernas dejaron de temblar y nos pusimos a un ritmo bastante curioso para el tiempo que llevamos corriendo. De 4 horas bajamos a 3.25 minutos.
Saludos a todos y un fuerte abrazo a López que supo en todo momento como desactivar las bombas lapa del sendero.
Paz y amor a todos.
Santi Herrera