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LA COLUMNA DE TONI LASTRA


"No soy más que un aprendiz de buena persona y un corredor esforzado"


* * * * * * * * *
11/11/15
A pocos días de celebrarse el Maratón de Valencia, algunos no podemos más que recordar si cabe la figura de nuestro querido y entrañable Toni Lastra, el verdadero icono del Maratón en Valencia y España.
He esperado hasta esta semana para publicar la carta escrita por el buen amigo  José Manuel Flores y que leyó el día en que las cenizas de Toni Lastra eran depositadas en el lugar marcado por él en su amada Sierra Calderona:


                                                                                     Recordado amigo:
Ayer te incineramos en plenas fiestas de San Juan, donde los corredores ya empezamos a notar el comienzo de este largo verano y se lleva con él tu persona. Si, si estuvimos todos allí, todos tus amigos, CorrEliana, Correcaminos, tus hermanos de sangre, Ginés, Xavi, Vizuete, Cesar, Guti, Egea, Salvador, Román, Juan, Ricardo, todos los que nos reuníamos en las tertulias en el complejo deportivo Las Vegas.



Nos hemos quedado huérfanos sin tu compañía
y tus tertulias, que tanto nos ilustró.

Que bonito ejemplo del Club CorrEliana, la carrera que se celebró
el domingo siguiente de tu partida, que a partir de ahora llevará tu nombre,
MEMORIAL TONI LASTRA, de tus fieles amigos del club.

Toni, he estado esperando unos días para decirte que el domingo 
5 de julio de 2015, se disputó una marcha-carrera desde 
el Polideportivo de L'Eliana hasta la Fuente Roca
que lleva tu nombre, donde nos hemos reunido los componentes
de Correcaminos y CorrEliana, L'Eliana Running
y corredores independientes que se han querido
adherirse junto a tus familiares y amigos.

Se que hiciste una misiva a nuestro recordado Paco Gómez Trénor,
que fue nuestro presidente de Correcaminos de 1.980 a 1.985
hasta que nos dejó, yo he querido, necesitaba hacer un recuerdo hacia ti.

También la S.D. Correcaminos se ha volcado contigo con un homenaje
realizando una caminata-carrera en el emblemático paraje de Porta-Coeli.
Cuantas veces hemos disfrutado de ese lugar,
corriendo en nuestra Sierra Calderona.

Ya descansas en el sitio que siempre has querido.
El Olimpo de los Dioses se ha abierto para ti, para cruzar
esa última meta, donde te esperan con los brazos llenos de amor tu mujer
Pepita y recibirte con un fuerte abrazo.

Mientras tanto Toni, un abrazo,
hasta que nos veamos, hasta luego amigo, hasta siempre.

"Que tenemos que hablar de muchas cosas,
Compañero del alma, compañero"
Miguel Hernandez

Valencia, 27 de septiembre de 2015

JOSÉ MANUEL FLORES



* * * * * * * * * * * * *



Después de comprobar que los largos relatos que he escrito con destino a nuestro blog no han tenido la acogida que esperaba, quizás por abandonar la temática tradicional del mundo de las carreras por temas históricos o por su excesiva longitud, confío en el proverbio de Baltasar Gracián, lo bueno si breve dos veces bueno, y vuelvo a la forma de la columna.

Ajustándonos a la actualidad del último maratón de Valencia, he creído conveniente, con el fin de poner en marcha esta iniciativa, hacer una entrevista a cinco protagonistas: dos parejas y la reina, que son Xavi Pons y su hermano Salvador Pons como primera pareja, Juan Salvador Soler García y su primo Ricardo Ibáñez como segunda pareja, y la reina Vanessa Benavent.

Vanessa Benavent García



Edad: si el año pasado tenía 39 años, obviamente este tendrá 40, lo que confirma con una encantadora sonrisa, que pronto lucirá radiante cuando le quiten las prótesis dentales. Como esta columna está dedicada al tema monográfico del maratón, lo tengo muy presente, ya que, si versara también sobre sus éxitos en otras carreras menores, tendría que comprarse un adosado para almacenar su acopio de trofeos, cosa a la que no le da mayor importancia.


 Ahora hace casi un año que Vanessa, conociendo la amistad que me une a Antonio Postigo, me dijo si podría mediar para que la entrenara de cara a su asalto a su gran ambición, aun no conseguida, de ser sub-tres horas. Le dije que hablaría con él, advirtiendo que con Antonio no se puede andar con pérdidas de tiempo; si aceptaba, tendría que prepararse para someterse a una disciplina y tener una voluntad férrea en la preparación. Habría de tener en cuenta que iba a estar en manos de uno de los más prestigiosos preparadores. La conversación con Antonio y su respuesta no pudo ser más sincera: si estaba dispuesta, empezarían a trabajar esa misma tarde. Puntuales como un reloj suizo, a las cuatro estábamos en casa de Antonio y Julia en San Antonio de Benagéber y no habíamos terminado de tomar el café cuando me di cuenta de que se había dado entre ellos ese chispazo cósmico que les hace aparecer ante los demás como amigos de toda una vida. Estaban unidos en un proyecto común en el que ambos tenían los mismos intereses. Alea jacta est. No los vi en todo el verano. Fui a verla en la carrera de la Pobla de Farnals y tenía en la mirada ese brillo que alienta a la victoria. Estaba en la senda que lleva al triunfo y transmitía confianza y seguridad, pero los vientos hostiles le hicieron enfermar y se sumió en un angustioso dilema: presentarse o no a la carrera. Le comía el alma. Correr enferma diezmaría su marca, dando pábulo a los estudiosos que ejercen de críticos para cuestionar si realmente valía la marca que se le presumía. “Cada día es cada día y el rayo no cae dos veces en el mismo sitio. Tu mejor día está por llegar”, le dije para levantarle el ánimo. Al final derivó por la épica y se presentó en línea de salida. Fue su segundo maratón. Su anterior marca era de 3 h. 13´ y en esta consiguió 3 h. 6´. Ese es el primer postulado del corredor competitivo, virtud que no creo que haya nadie que le discuta. En su rostro se dibuja ahora un espectro de irreductible firmeza: el gran día llegará. —¿Qué ha supuesto tu decisión de incorporar a tu carrera deportiva a Antonio Postigo? —Ha sido crucial. No solo entrena físicamente. Has de estar atenta a sus palabras; son todo un curso de filosofía deportiva. —¿Cuál ha sido la aportación de tu marido en este proyecto sideral de tu vida deportiva? —Ha sido total, como siempre, pues fue desde el principio mi gran valedor y me llevó al mundo de las carreras. Por parte de mi familia todo han sido facilidades. 

 Juan Salvador Soler García
También conocido como “El Catedrático”, es el corredor más importante que ha dado el Camp de Túria, un hombre íntegro que presta sus servicios en el Ajuntament de l´Eliana y con una disciplina espartana no falta ningún día a su cita diaria con la carrera. Si este hombre hubiera tenido padrinos y no hubiera hecho como tantos otros, que perdieron el tiempo en el fútbol amateur, y se hubiera dedicado al atletismo con un buen entrenador como asesor, habría llegado a ser una figura. Es un hombre cabal, de lo que no se vanagloria, ya que siempre ha obrado así: es el modo de vida que eligió. A punto de cumplir los sesenta, no falla nunca a su cita con la carrera diaria.

 —¿Cuál es tu mejor marca de maratón? —2 h.35´43´´. El peor fue el primero: 3 h. 41´. —¿Qué tiempo hiciste en el último? —2 h. 50´. —¿A qué corredores has considerado más en nuestro mundo de la carrera popular? Su respuesta es inmediata: “A Jesús Castelló, Ricardo Ibáñez (mi primo) y José Luis Zamora. Solo con verlos correr era como asistir a un cursillo de técnica en la carrera”. Pero el deterioro físico te hace plantearte nuevas preparaciones, dietas y descansos y admitir que la ley física del paso del tiempo es insalvable. Conociendo esta verdad hay que rebajar pautas de esfuerzo y resistencia. 

 Ricardo Ibáñez García
Ricardo Ibáñez es primo de Juan Salvador y en poco tiempo ha superado la marca de Juan Salvador en unos segundos, pero advierte con la misma honradez y humanidad de su primo que es por la diferencia de edad. Sigue teniendo a Juan Salvador como referente. Ambos deben de tener una genética heredada excelente, que les hace ir por delante de sus rivales. —Tu correr es tan asombroso que mueve a preguntas capciosas. ¿Cómo en tan poco tiempo has alcanzado cotas tan altas? —No hay secretos ni sospechas: es un cóctel de entrenamiento, constancia y sacrificio. —¿Cuántos maratones has corrido? —El de Madrid una vez y tres de Valencia. He rebajado en unos segundos la mejor marca en maratón de mi primo. Algo impensable para mí. Toda mi vida ha cambiado y gira alrededor de las carreras.


Ricardo ha tenido un hijo, que ha llenado su casa de felicidad, y la vida lo está recompensando de los muchos sacrificios que ha tenido que hacer. Ya es popular, algo a la que no hay darle mayor importancia, ya que solo es la calderilla de la fama. Sus mejores días están por llegar. Haré un vaticinio: antes de lo que cree bajará de 2 h. 30´.
Buena parte de su éxito se lo debe a su entrenador Miguel Rubio, tan humilde como inteligente .Desde hace una docena de años, cuando Miguel asumió el cargo de entrenador oficial de Correcaminos, el prestigio de Miguel subió y el de Correcaminos también. Hay que de darle también la enhorabuena a Miguel. 

 Xavi y Salvador Pons Planells


El destino forjaba para Xavi Pons Planells la personalidad de un líder, un hombre que con su entusiasmo, su laboriosidad y sentido de la responsabilidad iba a convertirse en el creador de un club. La palabra crear tiene tal majestad que hay que darle el título de propiedad sin equívocos a quien lo consigue. Xavi descubrió el sendero por donde tenía que caminar el club que soñaba y pronto comprendió la verdad de ese proverbio que dice que todo sendero tiene su atolladero.


Xavi ha conseguido crear un club, el C.A. Correliana con la impagable ayuda de sus fieles. Me recuerda al Correcaminos de los primeros años, con un perfil deportivo, lúdico y recreativo, no exento de un buen nivel competitivo, con presencia de sus camisetas en casi todas las carreras. Hay que felicitarlo. Quizás algunos acusen a Xavi de hombre orquesta, que se ocupa y preocupa de todas las líneas del club. ¿Este punto es debatible? De momento no. Debe apretar aún algunas tuercas flojas, detalles sin importancia, pero que mueven a los críticos a considerarlas cruciales. Cuando llegue el momento de la retirada, habrá que hacerlo con el convencimiento de que nadie es indispensable, tranquilo y relajado. Pero no se engañe nadie, no. Encontrar un nuevo Xavi no será una tarea fácil. Debe cuidar su salud, concederle más tiempo a su familia y delegar. Esa es la clave.


Queda una entrevista para completar la jugada de póquer. Se trata de Salvador, hermano de Xavi, un hombre que puede parecer gris, pero quizás sea una pose para dar a su hermano la ayuda que necesita, que es la de un hombre de confianza. En el aspecto deportivo, tenía una carta en la reserva. Preparado por su hermano y a la edad de 60 años ha conseguido la sorprendente marca de 3 h. 12´ en el último maratón de Valencia y será el campeón de su categoría del Circuito de la Diputación de Valencia y del Camp de Turia y La Serranía.


Estos hombres forman las vigas maestras de las estructuras de cualquier club y no estaría bien obviarlos, simplemente por no ser conflictivos.

TONI LASTRA 




La Columna de Toni Lastra
Cap.46

UNA SIERRA CON NOMBRE DE MUJER


La Sierra Calderona desciende en dirección NO-SE perpendicularmente hacia el Méditerráneo, y constituye la última estribación del Sistema Ibérico, tras la sierra de Javalambre. La Calderona ha recibido a lo largo de los tiempos distintas denominaciones según los muy diversos criterios de los escritores que la han versado en sus escritos. Determinar cuando nació con el nombre que hoy ostenta, sería motivo de un interesante debate, siendo comúnmente aceptado el de La Calderona. Que proviene de una leyenda o historia muy arraigada en el pueblo, que viene a darle el nombre de Sierra Calderona según la leyenda de la famosa comediante y amante del Rey Felipe IV, María Calderón, “La Calderona”

María Calderon “La Calderona”

María Calderón, fue una actriz, rica en gracias y donaires, según cuenta el poeta Juan Arolas, en su libro Poemas Caballerescos y Orientales en 1850. María fue la amante favorita del Rey Felipe IV, del cual se decía que tuvo más de cincuenta amantes y otros tantos hijos bastardos. Los versos de Juan Arolas, narran la historia según la cual el propio Rey sorprendió a La Calderona en compañía de su amante Ramiro, Duque de Torres. Tal agravio al monarca le provocó un ataque de cólera al sentirse engañado y ordenó a su valido, el Conde Duque de Olivares, que recluyera a la actriz en el tenebroso Convento de Valfermoso en Guadalajara que era algo así como una prisión en la que acababan las amantes del Rey que habían tenido algún devaneo amoroso: Ya que la dama que había sido del Rey, después solamente podía pertenecer a Dios.
Pero María que era una mujer de rompe y rasga y no estaba dispuesta a acabar sus días como monja. La prenda que los hombres del Conde Duque exigían eran las trenzas doradas de La Calderona, que supuestamente le tenían que cortar al ingresar en el Convento. Pero la leyenda, el mito y el deseo del pueblo cuentan que los custodios que tenían que recluir a María en Valfermoso, fueron sorprendidos por una cuadrilla de bandoleros que, a los que se denominaban en Valencia “roders”, raptaron a María y le entregaron a los soldados una caballera rubia de alguna amante o familiar de aquella banda de salteadores, para que pasara por la de María.
Como aparece María por los montes que mas tarde llevarían su nombre, como desaparece de La Alcarria y aparece por las abruptas sendas de La Calderona, es parte de la leyenda inexplicada. Pero María que era una mujer valiente acabó siendo la Capitana de aquella temible banda de bandoleros, que por entonces asolaba los caminos de la Calderona. De hecho la toponimia actual todavía conserva nombres, como La Cova dels Lladres, el Pas de la Comedianta, yendo a refugiarse por los caminos de Gilet a Rafelbunyol o en una casa de labor al pie de La Mola de Segart, próximo a la Font dels Ullalets.

 Monasterio de Valfermoso 

 Lógicamente la versión oficial fue otra. María ingreso en el Convento de Valfermoso y llevó una piadosa existencia el resto de su vida. Aquel trueno de mujer, acabó siendo la Abadesa del Convento.

El corredor competitivo 

En la época en que yo ejercía de corredor competitivo consideraba como esencial que mi preparación tuviera La Calderona como palenque, hice de La Calderona mi campo de pruebas y pase por esos lugares de madrugada o por el mismo Monasterio de Portaceli, cuando la campana tocaba a maitines. El resto del día tenía que trabajar. Así era y fue por mucho tiempo.
Debo decirles que yo no era el único loco que como los gitanos de Lorca iba por los montes solo, en más de una ocasión me aparecieron envueltos en la tenue luz del amanecer otros alborados atléticos, como Vicente Raga Gabarda, que tras la dura faena de la estiba portuaria antes de regresar a su casa se fajaban con las farragosas cuestas de La Calderona o José Carlos de Miguel un afamado abogado y un corredor duro como el pedernal. Naturalmente que a mi mujer le decía que iba al cauce del río, que era donde iban los corredores normales. Y no es que tuviera miedo de ir en solitario por aquellos lugares, de lo que tenía miedo era de dar un traspié y acabar en el fondo de un barranco y no me encontraran. 

La mujer fantasma 

Hubo otra mujer que también se hizo famosa en La Calderona. Vivía en una cueva y solía salir de madrugada con un sayal que debió ser blanco alguna vez. Abandonaba su cubil, a disputar con las alimañas los despojos y basuras. Tenía cabeza calva con algunas greñas y por calzado unas botas sin cordones, que le daban un aspecto demoníaco. Recuerdo que en cierta ocasión el hambre le hizo bajar hasta las zonas de recreo a recoger las sobras de las mesas. Me dio tanta pena, que le dije si quería comida, ofrecimiento que la hizo también Vicente Raga y por toda respuesta me contesto con un gruñido y sus ojos le brillaron como tizones en un pavoroso gesto de odio. 
De este suceso, escribí una columna que mas tarde apareció en uno de los libros de la trilogía de La Columna de Andrópolis. Pero por lo especial la recuento por si hubiera alguién que no lo conoce.
Como todos los miércoles llegué a la Zona de Recreo de Portaceli. Era aun noche cerrada, las brisas tramontanas de levante traían de las cercanas playas un aroma a salitre y brea y un coro lejano de ladridos de las casas de los labradores. Como contrapunto a aquella sinfonía del amanecer, como diría Lorca, “la piqueta de los gallos herían la madrugada”. 
Mi plan era el de casi siempre, que no disponía de mucho tiempo: Ascendería hasta el Monasterio, dejando atrás el Pi de la Bassa y después llegaría a la Font del Marge y regreso. Ya había rebasado el Monasterio y corría a la altura de La Pobleta. Me sentía como Smith, el ladronzuelo de la novela de Allan Sillitoe, “La soledad del corredor de fondo” como “el único hombre sobre la tierra” En esos momentos me consideraba el mas feliz de los mortales. Corría sin temor alguno, ingrávido y libre. Me conocía todas las piedras del camino y a pesar de la oscuridad apercibía cualquier peligro. De repente descendiendo por el camino hacia mí apareció evanescente figura de la mujer fantasma. Me quede paralizado, se me secó la saliva y el pelo se me puso de punta. Estaba aterrorizado con los pies clavados incapaz de avanzar o tomar la huida, tan solo salio de mi reseca garganta unas palabras entrecortadas: ¡La mujer fantasma! Y haciendo un esfuerzo me giré en redondo y emprendí una loca carrera hacía la explanada de la salida. Corría más veloz que nunca lo había hecho… y llegué exhausto esperando que de una vez por todas amaneciera. Recobrado el entendimiento y con la llegada de las primeras luces, inicie la subida de nuevo, ni la mujer fantasma, ni nadie iba a ser capaz de que no cumpliera el plan previsto. Cuando llegue al lugar de la aparición, me di cuenta de lo infundados que habían sido mis temores, enredado a un arbusto del camino un gran plástico blanco se movía por las brisa matinal... Y es que como decía Epicteto: “De lo que hay que tener miedo, es del propio miedo”. Poco tiempo después, la mujer fantasma murió y hoy tan sólo queda el recuerdo póstumo de su triste historia Pero hubo hace muchos años otra historia que sitúa su ejemplar vida como contrapunto entre la licenciosa María Calderón y la demente existencia de la mujer fantasma.

               LA CALDERONA Y OTROS AMORIOS DE FELIPE IV


Felipe IV

El personaje de la realeza española al que se le atribuyen más amoríos es el rey Felipe IV. Es histórica su gran afición por las mujeres de todo tipo y condición, desde aristócratas hasta criadas, artistas o prostitutas, incluso una aspirante a monja se cuenta entre sus conquistas. Como resultado de sus desaforadas aventuras amorosas se estima que Felipe IV, hijo de Felipe III y Margarita de Austria, tuvo unos 30 hijos ilegítimos.
Uno de los amores más conocidos de Felipe IV fue una joven actriz llamada María Inés Calderón a quien llamaban 'la Calderona', que era hija adoptiva del poeta y dramaturgo Pedro Calderónde la Barca. La joven fue abandonada siendo un bebé a la puerta de la casa de Calderón, que se hizo cargo de ella y la educó.
El rey conoció a la Calderona en el Corral de la Cruz, un corral de comedias adonde le gustaba ‘escaparse’ disfrazado cuando era un joven veinteañero. El monarca, quedó admirado por la belleza de la joven y, con la excusa de felicitarla por su actuación, pidió conocer a la chica, que también se enamoró del rey.
Entre los madrileños, siempre al tanto de los cotilleos de la Corte, las relaciones extramatrimoniales se tomaban con más naturalidad que hoy día. Se comentaban mucho los escarceos amorosos del rey, casado con la bella Isabel de Borbón, con quien tuvo muchos hijos, aunque la mayoría fallecieron siendo niños. Uno de los rumores de la época decía que el rey había desterrado al duque de Medina de las Torres, a quien veía como un rival ante la joven actriz, que pasó a ser su ‘favorita’. 
La reina, que sufría en silencio las aventuras amorosas de su esposo, un día no pudo contenerse más y ordenó que expulsaran a la Calderona del balcón que le había cedido el rey para que disfrutara de un espectáculo en la plaza Mayor. Luego el rey, para compensar a su amante por este incidente, decidió regalarle un balcón propio para ver los espectáculos. Los madrileños llamaron a éste el ‘el balcón de Marizápalos’, nombre de un antiguo baile que la actriz interpretaba en el escenario considerado como una inmoralidad por las gentes del pueblo. 
Con la Calderona tuvo el rey Felipe IV un hijo que, excepcionalmente, siendo un adolescente fue reconocido por su padre, pasó a la Corte y recibió una educación principesca: don Juan José de Austria, quien alcanzó importantes puestos en la política española de la época. A muy corta edad había sido separado de su madre, quien recibió la orden del rey de ingresar en el monasterio del Valfermoso de las Monjas (Guadalajara), donde llegó a ser abadesa. Al parecer, la vida conventual fue el destino de algunas de las amantes del rey Felipe IV.
Un día, el ayuda cámara y compañero de aventuras del Rey Jerónimo Villanueva, le habló de la extraordinaria belleza de Margarita, una de las novicias del convento de San Plácido, que lindaba con su casa. Tentado, el rey se disfrazó y acudió con él al convento para comprobarlo. Fue tal la impresión que le produjo la belleza de Margarita que al instante el rey decidió conseguirla a cualquier precio. Ordenó abrir un pasadizo desde la casa de su amigo hasta el convento, aunque otros aseguran que dicho túnel ya existía.
Cuando la superiora del convento se enteró de las intenciones del rey, intentó disuadirle, pero no lo consiguió, por lo que le preparó una trampa. El día que el rey penetró a escondidas en el convento y se dirigió a la habitación de sor Margarita, se encontró allí con un escenario mortuorio y a la novicia en un ataúd con un crucifijo entre las manos, rodeada de flores y cirios encendidos. Según la leyenda, el rey se arrepintió de su sacrilegio y regaló al convento un reloj para la torre del edificio, además del famoso cuadro del Cristo de Velázquez que hoy puede verse en el Museo del Prado. 
Dicen que más tarde el rey descubrió el engaño y consiguió su propósito. Fue grande el escándalo e intervino la Inquisición. Sin embargo, el valido del rey, el conde-duque de Olivares, consiguió sobornar al inquisidor general, Antonio de Sotomayor, para que abandonara el caso. No obstante, desde Roma se solicitaron las diligencias para continuarlas allí, pero el conde-duque avisó a los embajadores para que apresaran al emisario, Alfonso de Paredes. Los documentos nunca llegaron a su destino.

El vivo retratro del Rey

Más fácil le resultó al rey conquistar a una bella dama llamada Laura, que había quedado viuda hacía poco tiempo. Vivía en la plaza de Puerta Cerrada y allí acudía Felipe IV de incógnito a visitarla, y era correspondido por ella. 
Como las relaciones extraconyugales estaban condenados por ley, la carroza que frecuentaba la casa de la viuda levantó las sospechas del teniente-corregidor de Casa y Corte, Ramiro de Vozmediano, que un día entró en la casa y encontró a la viuda sola, pero se percató del movimiento de las cortinas de su dormitorio y preguntó a la dama que había detrás, y ésta le respondió: “Un retrato de su majestad, es tan vivo que, acaso, su contemplación pudiera dañar la salud de vuestra señoría”. No conforme, el corregidor descorrió las cortinas y al ver al rey de frente dijo: “En verdad que jamás vi retrato tan parecido”. Hizo una reverencia y se marchó rápido.

El Conde Duque de Olivares

ENCUENTRO DE FELIPE IV CON EL DUQUE RAMIRO DE LAS TORRES

Poema de amor escrito por Juan Arolas. Nacido en Barcelona 1805 1849, muy aficionado a los clásicos griegos y romanos, de los padres de la Iglesia y de todo lo de su tiempo, pues murió a la edad de 44 años.
Fundó varios periódicos, entre ellos el. Mercantil Valenciano. Era realmente catalán. Muy temprano ingreso como sacerdote, y cultivo todos los temas propios de la época: Poemas caballerescos, religiosos y de la novela, de la cual cabe destacar, La Sílfide del Acueducto, que transcurre en el Monasterio de Portaceli.

La Coveta dels Lladres

POEMA

Muy metido en el embozo    
Cruza un galán una calle
Cuando tan negra es la noche
Que sus estrellas no salen
El ala de su sombrero
Sobre la gorguera cae
Y las ondulantes plumas
Viento y lluvia a la par baten
Tiénese bajo un balcón
Un pito de plata tañe
Y otro corresponde adentro
Mientras una reja se abre.
Rica en gracias y atavío
Poco tarda en presentarse
La hermosa que ha de causar
Sus glorias o sus pesares.
Pone en los cruzados hierros
Manos con preciosos guantes
Y el faldellín de tuan
Agitaron auras suaves
En pláticas de placer
Se engolfan los dos amantes
Dulces favores suplican,
Lloran desdén, juran paces
Y comparan sus amores
Con muy ingeniosas frases
Ella el rayo del estío
Que seca la flor del valle,
Y él a la encendida hermosura
Que despiden los volcanes
Que le abrasa el corazón
De cuyas cenizas nace.
Así de su fiel cariño
Quiso hacer hermoso alarde
Cuando vio un hombre tras sí
Puesto en acción de escucharle.
Tiró luego del estoque
Y ardiendo en enojos graves
Al desconocido inmóvil
Dirigió razones tales:
-<< Tras cobarde sois traidor:

>>¡Malhaya tal felonía
>> Si os pagan por ser espía
>>Que escucháis cita de amor!
>>Mañero sois en andar,
>>Que si os llegara a sentir
>>Sería vuestro avanzar
>>Precipitarse a morir


>>¿A quién buscáis ¿Qué queréis?
>> Quién sois, villano? Decid:
>> Más no importa que no habléis,
>> Sacad la espada y reñid.>>

El incognito animoso
Del embozo se deshace
Y antes que los dos riñesen
Así quiso contestarle:

>>Quién soy yo saber queréis:
>>Quizá os pese ¡Vive Dios!
>>Ya que no me conocéis
>>Sabed que soy más que vos
>>Yo recuerdo que en palacio
>>No ostentáis tanta bravura
>>Que soléis hablar despacio
>>Que os portáis con mas mesura;
>>Que a nadie llamáis villano
>>Y que nunca os viera allí
>>Con el estoque en la mano,
>>Mas con el sombrero, sí.
>>¡Duque, ya podéis reñir,
>> Que nada importa mi nombre,
>>  Pues solo presumo de hombre
>>  Para vencer o morir>>


A la voz del rey Felipe
Voz de truenos y huracanes,
El de Medina a sus pies
Rendido de hinojos cae:
De su triste corazón
Roncos los suspiros salen
Y el monarca de Castilla
Fue prosiguiendo al alzarle:

-<<Duque, del reino saldréis
>>Pues conviene a mi persona
>>Y es forzoso que olvidéis
>>A María Calderona
>>De su hermosura liviana
>>Mi pecho prendado fue
>>Pero yo os juro a mi fe
>>Que se ha de acordar mañana
>>y en el rincón de un convento
>>sola quedará con Dios
>>Para llorar su tormento
>>La que quiso amar a dos>>
Dijo el rey y a poco rato
Queda en soledad la calle.
No se escucha voz alguna.
Ni en la reja se ve a nadie.

II – María Calderona
Las trenzas sin alheñar.
Pálido y triste el semblante
Con dos lágrimas hermosas
En los ojos celestiales
Bajo el artesón dorado,
Sentada en el almadraque
De un escaño de marfil
Gime una mujer sus males.
<<¡Ay de aquellas noches dice,
<< En que el rey me presentasteis
>>Con secreto misterioso
>>Conde-Duque de Olivares!
>>Porque amor y majestad
>>Mal pudieron hermanarse
>>Sobrado de humilde en él
>>Lo que en ella de arrogante:
>>Porque ofenden aj cariño
>>Condiciones desiguales
>>Y los abrazos de un rey
>>oprimen aun cuando halaguen;
>>Pues las penas de servirle
>>Con las dudas de agradarle,
>>Los temores de ofenderle
>>Cuando toda ofensa es grande,
>>Los respetos de atención
>>Y atención de vasallaje
>>Son grillos en complacerle
>>Y obstáculos en amarle.>>

Así dijo y de sus ojos
Las dos lágrimas errantes
Al perderse en las mejillas
Sobre el blanco seno caen.
Inmóvil parece allí
Nïobe de los pesares
A quien quitan los dolores
Fuerzas para lamentarse
Y en tan abatido estado
Seguiría si no entrase
De improviso un hombre adusto
Ministro de los altares

->>El gran Felipe, señora,
>>Nunca tolera desmán
>>De la que infiel y traidora
>>Tiene citas a un galán.
>>La majestad no se inclina
>>( Pues fuera menos valer)
>>A estimar a una mujer
>>Manceba del de Medina.
>>Dama infiel a los amores
>>Del Monarca de Castilla
>>Tema todos los rigores
>>Del dogal y la cuchilla
->>No os atañe, prelado, a vos
>>Hablar de amor y desdén:
>>O no habléis, o hablar de Dios,
>>Que lo demás no está bien.
>>En un tiempo con decoro
>>Tuvo la iglesia en su altar
>>Cruz de leño, obispos de oro
>>Fieles en decir y obrar:
>>Más en tiempos desgraciados
>>Pierde la iglesia el tesoro
>>Si al tener cruces de oro
>>Son de leños los prelados
>>Vos de la cristiana grey
>>Sois guía, sois conductor;
>>Dejad la venganza al rey
>>Mientras os cumple mejor
>>Predicar con santo intento
>>De las ofensas perdón
>>Y tras de la absolución
>>Dar el pan del Sacramento.>>
->>Por compadecer a vos
>>Mal cumpliera con mi ley
>>Desobedeciendo al rey
>>Que ocupa el lugar de Dios,

>>Mucho siento ¡ vive el cielo ¡       
>>Vuestro desliz y aflicción
>>Y antes de daros el velo
>> Yo os daré la absolución
>>Tosco sayal vestiréis
>>Y del claustro en las moradas
>>Vuestra culpa lloraréis
>> “Entre  vírgenes sagradas.”
-<< ¿Monja yo…? ¿Quien dio tal ley ¿?
<< ¿Yo en un claustro retirado…?
-<<Monja por fuerza o de grado.
>>” ¿Quién puede mandarlo?

-El Rey
Dijo el prelado y al punto
De aquella mansión se parte
Va murmurando en voz baja
Practica la puerta y sale
Y sin recoger el velo
De sus hábitos talares
Con las delicadas sedas
La larga escalera barre
Pero al cabo de tres días
Presentóse  al rey, a darle
Los cabellos de la hermosa
Puestos en un azafate.


INÉS DE MONCADA

Coveta de Inés

Confieso de entrada que con el fin de transmitir los hechos, de la Vida de la penitente Virgen Inés de Moncada, hija espiritual del gran Apóstol de Europa San Vicente Ferrer, y ya que en modo alguno soy un experto, en estos temas me he atenido a los hechos que relata el Dr. Don Juan Bautista Berni, presbítero, maestro en Artes, Doctor en Sagrada Teología, catedrático en Filosofía en la Universidad de Valencia y Notario del Santo Oficio de la Inquisición de la misma Ciudad, en su libro que figura en el subtitulo de este trabajo. Así que no me precio de entendido, de interesado de tener conocimiento de está historia me precio.
Resumiendo los hechos, fue el caso, que al levantar a Dios el temeroso Cura en la Misa del Alba, que con su madre oía Inés y la mayor parte del pueblo, “empezó repentinamente a exclamar esta niña: Madre, Madre, el niño Padre Cura tiene en sus manos un Niño Jesús muy pequeñito y agraciado; mírelo yo lo veo, allí está.
La madre, en tal estado de confusión y considerando que la niña tan solo tenía cuatro años y estos hechos se repetían, terminada la misa refirieron al cura cuanto había acontecido para que tratara de explicarles la verdad. Y comenzó el examen a la niña. Tomo una forma consagrada en una mano y en la otra no. Y preguntó a la niña “¿Dime hija, ¿En que mano esta el niño Jesús? La niña con santa intrepidez contestó: “En la derecha”. Se hicieron infinitas comprobaciones y el caso fue tan constante, que el Cura escribió al Padre Prior de la Cartuja, de Portacelí, Dom Bonifacio Ferrer, hijo de esta Casa santidad le hicieron por gracia hermano dignísimo de San Vicente Ferrer. Tal caso se divulgó por España y Francia, pudiendo en verdad decirse que sirvió Inés de tanto consuelo al partido del Papa Clemente, como Santa Catalina de Siena lo fuera al Papa Urbano. 
Fueron pasando los años y cuando Inés iba a cumplir los doce años de edad, un joven y rico galán de Moncada, expresó a los padres de la niña su deseo de contraer matrimonio con ella cuando fuera de razón y ante el buen partido que representaba se lo comunicaron a la niña y procuraron persuadirla con buenas razones diera la conveniencia a tal propósito.
Pero Inés que había estado oyendo predicar dos años antes a San Vicente Ferrer en el Templo del Convento de la Corona de Religiosos Recoletos de San Francisco, en Valencia, el día de Santa Tecla, las excelencias de la virginidad, había ya prometido consagrarse a Dios, ofreciendo conservar su pureza mientras viviese. Y como pasado el tiempo sus padres insistían sobre el mismo tema. La niña se reservo el contestarles, pero preparó en secreto su decisión de abandonar su casa en la primera ocasión.

Santuario dePortaceli

Pocos días después al regresar del templo a su casa, la hallo vacía y consideró que era el momento propicio. Se cortó el pelo, se vistió con las ropas de varón de un criado y se marcho presurosa sin ser vista por nadie hacia La Cartuja de Portaceli. Disfrazada de tal forma llegó hasta la portería del Convento y con toda humildad solicitó que se le diese empleo, pues carecía de familia y deseaba quedarse de criado, admitiéndole para ayudar al hortelano, sin llegar a sospechar de su identidad. 
Sirvió Inés de ejemplo a los criados y estimulo a los monjes Durante un año entero, de los quince a los dieciséis, sirvió de hortelano “comiendo y tratando familiarmente con tantos criados, sin que nadie llegase a sospechar nada” 
Inés se confesaba con el venerable y anciano monje que era Vicario de los sirvientes de la Cartuja, varón prudente y docto, y tanto consuelo encontraba en sus consejos y pláticas que, que creyó un deber y un descargo de su conciencia confesarle su secreto, en el sigilo de la confesión.
Quedó absorto el confesor sin saber qué responderle y cuando trato de persuadirla para que retomara otra forma de vida, por estimar que algún día podría descubrirse el engaño, la joven Inés se dio tanta maña en replicar, que adujo que si ya había transcurrido un año de aquella guisa sin que nadie sospechase, incluido el propio confesor, estaba bien claro que Dios aprobaba sus designios.
Y tras arduas reflexiones, creyó hallar la mejor solución aconsejando a Inés, que dejase el oficio de hortelano y se dedicase a apacentar el ganado por el monte, conservando su indumentaria de varón, único modo a juicio del frailecito de alejar el peligro de ser descubierto. 
No opuso ningún reparo el Padre Procurador, de que el joven hortelano cambiase su oficio por el de pastor. Y bien provista de saludables consejos e instrucciones que le dio el confesor, se encaminó valientemente al monte dispuesta a vencer las tentaciones del demonio y consagrar su vida a Dios. Pasaba todo el día en oración y en dulces coloquios con su Dios y puesta de rodillas continuamente le ofrecía sacrificios, dándole su alma y su corazón, Y durante ese tiempo su comida era solo pan y agua. Su vestido era de unas pobres pieles y su cama las duras piedras. En los calores del verano y en las escarchas del invierno, sólo el cielo le servía de cubierto, y este era su aposento en las tempestades y las lluvias. 
Pero seguía creyendo Inés, que aún no había apurado todos los sacrificios, para hacerse más grata a Dios, abandonó el cuidado de las ovejas que la distraían para cobijarse en alguna cueva y hacer vida eremita, algo que comunicó al Padre Procurador de nuevo, que siguiendo sus peticiones, ajusto sus salarios devengados durante los cinco años que había servido al Monasterio y allí mismo lo repartió entre los pobres, quedándose ella mas pobre que ellos. 
Provista de una túnica parda, por toda vestimenta, dos cilicios, unos azotes de alambre, una cruz, una imagen de la Virgen Santísima y la bendición de su confesor, se marchó a la cueva que había elegido para morada, apenas había cumplido los veinte años de edad. 
Otros veinte más vivió Inés de esta suerte, flagelando su cuerpo con disciplinas, sin gustar nada caliente, ni apenas probar el pan, siguiendo desde su cueva los santos ejercicios del Convento que señalaba la campana y bajando únicamente al monasterio a oír misa y recibir al Señor. Y si tomaba algo de recreo era para tejer canastillos y esteras de esparto, que entregaba, al portero para el servicio de La Cartuja.
Hasta que un día, el 25 de Junio de 1428, a la media noche, cuando oyó que la campana tocaba a maitines, unió sus afectos a las voces de los monjes y entregó su alma al Creador.

Detalle interior de la Coveta de Inés

Una extraña luz anunció a los pastores que por aquellos contornos apacentaban sus ganados, que algo insólito y sobrenatural había sucedido. Y cuando a la mañana siguiente llevaron la noticia al convento, no dándoles crédito, se ordenó a dos monjes velaran a la noche siguiente por si se repetían los sucesos, de la noche anterior y admirados, contemplaron como a la misma hora de la noche anterior, una lengua de fuego bajaba del cielo en dirección a la cueva, que creían habitada, por el antiguo hortelano y pastor del convento.
Concluidos los oficios divinos de la mañana, subieron los monjes a la cueva, donde hallaron arrodillado delante de la cruz, con los ojos y las manos levantados al cielo y el rostro resplandeciente, al cadáver de Inés despidiendo una celestial fragancia que todos percibieron.
Grande fue el regocijo de aquellos monjes al contemplar espectáculo tan maravilloso. Pero mas fue su gozo cuando bajando a monasterio y en saliendo en forma de procesión con la cruz para el entierro, dio principio a las exequias la campana principal del convento, tañéndose por sí sola, con repique y sonido tan alegre y sonoro, cual jamás habían oído. Y para que este prodigio fuese más prolongado y singular, prosiguió este acorde musical la campana, hasta el otro día siguiente sin parar hasta que se hizo pedazos, manifestando el cielo con este prodigio, cuan grande había sido la santidad de Inés, que por no haber igual, quiso que no se emplease la campana, hasta el otro día siguiente y para perpetuar su memoria, volvieron a fundir todos sus pedazos, grabando en ella el nombre de Inés. Y es la misma que hoy sirve de reloj al Convento.
Después de haber cantado alrededor del cuerpo algunos devotos himnos y salmos, bajo aquel venerable coro acompañado de las luces el santo cuerpo de Inés al monasterio y quitándole la túnica que tenía pegada a sus carnes para lavarle, según costumbre en aquellos tiempos, llegó la admiración a su centro viendo que era mujer. Entonces, lleno de ternura, manifestó el confesor, por licencia que tenía de Inés, su disfraz, diciendo que era aquella célebre niña de Moncada, que tantas veces vio al Niño Jesús, en la Sagrada Eucaristía. Al sonido de la campana y a la fama que tenía este penitente disfrazado, acudieron los vecinos de los pueblos de la comarca. Entre ellos vinieron sus mismos padres, y por especial providencia del altísimo, que hasta entonces les había conservado la vida para darles en ella consuelo de sus lágrimas, se hallaron también cuando se descubrió que era Inés.
Pusieron el venerable cuerpo en un féretro en medio de la Iglesia y cuantos tocaron sus despojos se vieron libres de las enfermedades que tenían.
He de confesar que no quería abandonar por mi parte el tratar de conocer cal fue el origen de cambiar el nombre de la Sierra por el de La Calderona. Ha recibido muchos nombres, y según dicen sus historiadores o escritores que han referenciado el tema. La Sierra dicho por personas que amantes de la montaña se validaron para bautizarla, puesto que tenían méritos para hacerlo, nació en alguna tertulia de estudiantes, poetas y excursionistas. Pero es difícil obviar la posibilidad de que le otorgaran el nombre por la popularidad de la famosa comedianta María Calderón, amante del Rey Felipe IV. Personalmente me gusta, quizás como desagravio al secreto que aun se debate si fue desterrada al Tenebroso Convento de Valdefermoso, llevando una vida piadosa o por el contrario, acabo su existencia Como la Capitana de una de las bandas de roders, que asolaba su sierra.

 A MODO DE DESPEDIA 

 Dice Antonio Gala, en su libro Paisaje con Figuras donde glosa la figura de Maria Calderón, haciendo un retrato acertado de la época y María.
Hay una época en la Historia de España en la que todo va manga por hombro aquí; en la que los reyes son como los pozos: mas grandes cuanta más tierra se quita. Una época que pretende ocultar la decadencia con falsas alegrías, y las liviandades con los arrepentimientos. Es decir una época en la que todo es teatro. Teatro hace, desde luego, María Calderón, una comedianta que representa a nuestros autores del Siglo de Oro, de oro sólo de la literatura, no del resto. Teatro hacen los gobernantes.
En una oscura sala del Convento de Valfermoso, se hallan reunidos María Calderón,El Duque Ramiro Medina Las Torres y Sor María de la Cruz.
Replica el Duque a María y Sor María que aun alienta esperanzas de que irán a rescatarla.

No, Calderona, no. No, Sor María de la Cruz, no. Ya no saldrás de aquí. Jamás. Jamás Nadie vendrá a sacarte. Ni la muerte. Ni siquiera la muerte. 
Vendrán. Me sacarán de aquí, quizás tarden un poco todavía, años tal vez, pero me sacarán. Ramiro… (con infinita desesperanza.) No, Calderona no.No, Sor María de la Cruz, no. Ya no saldrás de aquí, Jamás, Jamás. Nadie vendrá a sacarte. Ni la muerte. Ni siquiera la muerte. 
¿Puede ver algo más triste, que ni tan siquiera la muerte lo libere?

 Y ese sentimiento que queda tras la tragedia, que uno acaba con la desazón que ha tenido en su lectura, si acabó su vida entre los salteadores de caminos o en la infinita oscuridad de las celdas de Valfermoso de las Monjas. ¿Donde estuvo la verdad?



Quiero hacer una manifestación de gratitud, a cuantos me ayudaron a realizarlo. Al Alcalde Serra, Javier Arnal,que me regaló el libro de José Senis Domingo (Cronista Oficial) Serra (Apuntes para la historia). Al Parque Natural de la Sierra Calderona: a su Director Vicente Diago, amigo dilecto y a todos los componentes de la plantilla, muy especialmente a Montserrat Simarro de la que tanto aprendí de mi querida Sierra Calderona. Estaré en deuda con ellos y con el Cronista Policarp Garay, que me proporcionó el recorrido para visitar la Cueva de Inés. A los hermanos Luis y Pepe Ginés que me proporcionaron material gráfico para otros artículos, a Vicente Raga, por sus valiosas instantáneas a Fernando Arias Miñana, corrector y asesor y censor si cabe de algún que otro desvarío por mi parte

Toni Lastra





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Conversar con Pepe Fornás es como volver al pasado; como una fugaz visión a nuestra niñez, mejor diría a nuestra incipiente adolescencia. Solíamos pasar los veranos en un aún no nacido municipio de L'Eliana, con algunos chalets dispersos en medio de los bancales de algarrobos.
- ¿Qué edad tendríamos nosotros en aquella época en que jugábamos a “policías y ladrones” por los cañaverales del barranco de Mandor, Pepe?
- ¡Madre mía! Doce años aventura, pero fueron unos años muy divertidos. Yo recuerdo en un bar que puso Julián Coll, al lado del depósito del Agua, en el que los sábados alquilaba un tocadiscos y se organizaba un gran baile y allí aprendimos todos a bailar.
- Pero vayamos a lo que nos ocupa. ¿Cuándo empezó tu afición, yo diría pasión por la montaña? Porque yo me pierdo, caminatas, escaladas, excursiones...
- Yo me califico como senderista, comencé con la bicicleta, estuve algún tiempo dándole a los pedales, pero después me pasé al tenis, estuve diez años jugando en el Club de Las Vegas, pero por recomendación médica tuve que dejarlo y me prescribió el doctor que caminara.
- ¿Caminar? Eso debe ser muy aburrido.
- Total que me puse a caminar, y el destino hizo que conociera a un amigo que me contó que él iba a caminar muchas veces a La Calderona. De inmediato le dije si le importaría que fuera con él y me dijo que sin ningún problema.
El senderista que encontró su senda.
Llegado a este punto fue como una revelación. Pepe comienza a relatar con fluidez toda su muy larga vida de senderista (25 años) y en su rostro se refleja un espectro de satisfacción. Y es lógico, ya que su familia y el senderismo son los dos grandes sentimientos de su vida. Está casado, su mujer que se llama Chelo y sus dos hijos dicen que jamás le han puesto trabas para sus paseos en busca de las pocas sendas que le quedan por conocer. Les puedo asegurar después de leer sus dos libros: A peu per la nostra terra (Pasejades per la natura) Editadas por el Grup la Motxilla.   Este libro para hacer las 71 rutas he tenido que andar unos 800 Kms He invertido 290 horas, y hechas 633 fotos y 117 croquis y dibujos. Y hace bueno aquel lema de que: Más vale una imagen que mil palabras. Así que habrá postular su éxito allá donde fuera necesario.
Pero dejemos que Pepe nos desgrane el camino y nunca mejor dicho de su senda particular. Pepe ha cogido ya la marcha y se le nota a gusto y nos comienza a contar de un día cualquiera en su vida…
- Todos los días me hago de ocho a diez kilómetros, por salud y porque me gusta. Sé de primera mano que el libro ha tenido una buena aceptación. Ya que todos los jueves el Grupo La Mochila sale tales días a la montaña y aprovecho para tomar kilómetros y demás detalles que después reflejo en las fichas. Así que diariamente los ocho o diez kilómetros y por la tarde me dedico a completar las fichas y al día siguiente vuelta empezar. Me preguntan algunas veces si cobro por mi aportación de los libros. Naturalmente es altruista. Colaboro con la revista Verde Teruel, El Balneario de Manzanera y el Periodico  L'Eliana 2000. La Vallesa me la conozco de palmo a palmo. Pues todos los días camino por sus sendas y tantas otras rutas de la que me siento complacido tantas rutas que me siento complacido.

- ¿Qué persona crees ha sido el más importante en los conocimientos de la montaña aquí en Valencia?
- Rafael Cebrián ha escrito libros importantísimos y es reconocido por todos.
- ¿Otros deportes?
- En tenis, mi preferido siempre fue Santana. Mi golpe más elaborado fue el revés, pero es un deporte fundamentalmente técnico, y si no dominas todos los golpes, acaba el contrario descubriendo tus goteras y pierdes irremediablemente.
- ¿Realmente cual ha sido tu profesión?
- Mi profesión era delineante proyectista en la construcción y por la noche acudía a San Carlos e hice cursos de dibujo lineal, artístico y cerámica. Además también era decorador de interiores. Con estos avales me gané la vida.
- ¿Tienes nietos?
- No tengo nietos de ninguno de mis dos hijos .
 - ¿Qué opinas de la trayectoria de Correcaminos hasta ahora?
- Ha tenido una carrera sideral, han cambiado los viejos tiempos por unos actuales más propios de una empresa mercantil que de un club deportivo, los felices tiempos pasados no volverán.
- ¿Pepe, qué opinas del mundo que se nos viene encima?
- Lo que todo el mundo clama; estamos en manos de la corrupción, no la del pueblo no, la de los políticos, todo el mundo pone el cazo y ese gran pecado acabará con nosotros, sí hay solidaridad, pero no la de la clase gobernante.
 - El futuro no puede ser más oscuro, le replico.
- Yo no tengo nietos me comenta con gesto de tristeza, pero me preocupa qué es lo que podrán hacer las próximas generaciones ante tanto mal.
- ¿Qué hecho de tu tiempo te ha causado mayor consternación?
- Creo que no hay que cavilar mucho: El lanzamiento de las bombas atómicas.
- Bueno Pepe esto se acaba. Tú conoces mi afición por la literatura, te podría hablar de Henry David Thoreau, de Rudyard Kipling, de Hal Borland, de Walt Vhitman, de Ralp Waldo Emerson, en fin de tantos, pero he seleccionado una frase que se que te gustará; es con la que definió George Sheehan, el gran gurú del aerobismo mundial, al senderista, al andarín. Dice así: El andarín ha encontrado la paz que el corredor todavía busca.
- Magnífica dice entusiasmado Pepe. Déjame un boli y un papel, que me la anote.
- No hace falta viejo amigo, con ella despedimos este artículo.
 Larga vida y gloria eterna.
Toni Lastra


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La providencia, la naturaleza o vaya uno a saber qué poderes celestiales, les ha concedido ese magnetismo, ese aura especial, esa sonrisa natural, esa mano franca, que da el amigo leal, junto al halago sincero. La gente los denomina carismáticos, personas con gancho, con ángel, nunca pasan desapercibidos y son así de una forma espontanea, natural, sin interés ninguno particular. Suelen tener un gran poder de convocatoria y son el referente ideal en los círculos en que conviven.
Si tienen algún personaje con estos atributos, no lo dejen escapar; son el mejor antídoto contra resentidos, amargados, difamadores, tristes, fracasados y gente de tal ralea. Ellos por el contrario son los mensajeros de la esperanza y la alegría.
Perdonen tanta metafísica y con ello acabo el preámbulo que he creído necesario, para presentar a la protagonista de esta columna: Dominique Kerleaux.
Así que acabados los Juegos Florales, vamos a la entrevista.  ¿De acuerdo Dominique? Dominique asiente con una amplia sonrisa.
- Vamos a tus orígenes ¿Eres francesa?
- Sí soy nacida en la Bretaña, la pequeña Bretaña no en la Gran Bretaña puntualiza irónicamente.
- ¿Qué te llevo a encaminar tus pasos hacía España?
- La verdad es que en esa época, yo era muy joven y ya tenía el espíritu de aventura que aún me perdura. Me había recorrido toda Europa, con mi inseparable mochila, andando, en autobús o autostop. Había vivido varios años en Inglaterra, pero vine aquí con la idea aprender el idioma en un par de años y luego ir a otros lugares. Pero algo muy importante en mi vida, me hizo cambiar todos los proyectos… Fue el día estelar de mi existencia…
- Bueno Dominique, nos tienes en suspenso ¿Qué paso?
- Pues que encontré a Manuel Montalbán, que es mi marido y lo sigue siendo después de treinta y cinco años.
- ¿Tienes hijos?
- Pues sí, tengo tres hijos. Tres hombres mas mi marido, cuatro hombres en total: Stephane de treinta años, Etienne veintiocho años y años y Manuel Francisco de nombre inequívocamente español, de veinticinco años, los dos últimos triatletas.

- ¿Tu marido es también corredor?
- Mi marido ha sido corredor de toda la vida, lo que pasa es que ha tenido muchas lesiones y el trabajo le lleva a viajar mucho y le impide entrenar. Cuando el triatlón era casi desconocido en Valencia, el ya había corrido dos. Y yo la verdad es que no frecuentaba los círculos de las mujeres que iban a las carreras con ellos. Yo tenía una academia de idiomas y a tres niños que atender y no tenía tiempo.
- ¿Cómo disteis con L'Eliana?
- Nosotros vivíamos en Valencia en un pisito, pero yo soy muy de campo, entre las vacas y los campos, pasé mi adolescencia. Cuando yo me casé tenia nostalgia de vivir en el campo, no podía vivir en el piso. Manuel empezó a informarse. Hace ya veintiséis años construimos una casa y aquí estamos.
- ¿Te consideras ya una ciudadana de La Eliana?
- Totalmente. Nunca en los muchos años que vivimos aquí me he sentido una extranjera.
- ¿En tu familia existen antecedentes deportivos?
- Tan sólo mi padre, que fue Campeón Militar en lanzamiento de peso. Pero se lo tuvo que dejar, ya que le diagnosticaron una enfermedad cardiaca.
- Dominique, no tan sólo de correr viven el hombre y la mujer
- ¿Qué otras aficiones tienes aparte de correr?
- Viajar mucho es mi gran pasión, la semana que viene me voy a África.
En ese momento interviene Javier Pons, que extrañamente ha permanecido en silencio.
- Has viajado más que el baúl de la Piquer. En enero estuvieron en Marraquech y en noviembre estuvieron en Ámsterdam.
- ¿Para cuándo el maratón?
- No es mi mayor ilusión correr el maratón, para mí es mejor el Medio Maratón. En enero hicimos el Medio de Marraquech en Noviembre el de Ámsterdam, como ha dicho Javier, esos son los viajes con los amigos y amigas ideales. Me gusta mucho el Triatlón y mi reto este año es correr el Triatlón Olímpico de Castellón. Yo voy a esperar a correr en Nueva York, y vamos a correr el "Desert Run"  en Marruecos, carrera de 62 kms. en tres etapas durante tres días
- Dominique, a ti no hace falta que te animen, eres una fábrica de adrenalina, una bendición para tu familia y los amigos.
- Y ahora que no tengo el cuidado de mis hijos, me pienso resarcir. Me voy con una amiga y mi inseparable mochila a África.

- Mejor dos que una sola, es más seguro ¿No?
- Yo he viajado por la India sin más compañía que mi mochila, solamente he tenido algún problema cuando hacía autoestop, pues cuando eres joven, no eres consciente de los peligros. De cualquier forma recomiendo no utilizar el autoestop.
- ¿Qué personaje del mundo te ha impactado más?
- Pues el presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, que murió hace poco tiempo, que después de permanecer cautivo por el Régimen del Apartheid, casi treinta años, perdonó a sus enemigos.
- Lo suscribo. He leído varias biografías y he visto dos de sus películas. Y considero que Mandela, fue un político magnánimo, pragmático e inteligente. Que sabía que sin perdonar a sus enemigos, no se podía crear la Sudáfrica del futuro. Creo sinceramente que es el personaje más importante del Siglo veinte.
- ¿Eres amante de la literatura?
- Sí, y el libro que más me ha gustado, es El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien. Durante muchos años, fue mi libro de cabecera.
- Bueno, ¿qué esperas de la vida?
- Yo estoy de acuerdo y muy feliz con lo que tengo. Como dice el refrán, que me quede como estaba. Tengo un marido que me ha dado libertad y yo a él también y hemos sido muy felices. No se pueden poner barreras al mar.
- Tu espíritu es tan grande, que no hay jaula para guardarlo. Yo te auguro larga vida y gloria eterna, que te quedan aún muchos proyectos que cumplir.
Toni Lastra

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AQUÍ NO SE RINDE NADIE
I Marathón Internacional de Varadero´84
Cap. 43

                                                       Regreso al pasado


                Perdonen, pero es conveniente y hasta imprescindible el que les explique la aparición del presente reportaje  “Aquí no se rinde nadie” referente al I Marathon Internacional de Varadero, celebrado el veinticinco de Noviembre de 1984, hace ya 29 años.  Gracias a la intervención de la Gerencia del Club que movilizó a todos los compañeros de la Oficina para encontrar el reportaje, tras un laborioso rastreo en los Archivos históricos, dieron con el reportaje que escribí en La Habana en diciembre de 1984 y que apareció en la Revista Oficial del V Marathón Popular de Valencia. Mi interés era que apareciera la versión original, habíamos encontrado  el tesoro, pero no los archivos lo cual significaba renunciar a presentarlo tal como fue editado en la revista o reinscribirlo fielmente. Opté por lo segundo muy laborioso ya que tuve que dedicarle muchas horas de mecanografía transcribiendo fielmente, tal como lo escribí en La Habana en Noviembre de 1984. Este reportaje aparece en el Blog de Correliana, gracias a la gentileza de su Presidente Javier Pons, al que aprovechando esta circunstancia le doy mi más sincero agradecimiento por haberme nombrado Presidente de honor del club. 
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Si alguna vez alguien desea conocer el breviario, sobre lo que no se debe de hacer antes de correr una marathón, estoy en condiciones de podérselo facilitar, ya que es exactamente todo lo que hice antes de participar en la primera Marathon Internacional de Varadero, allá en Cuba, en la Provincia de Matanzas.

Momentos antes de la salida

Ocho días antes de la celebración de la carrera, comenzaba a recuperarme de una rotura fibrilar en el vasto externo, el tirón clásico, que junto a un doloroso lumbago, habían roto por completo mi programa de preparación previsto. A todo esto llegaban noticias de Cuba, informándonos de las más que probable suspensión de la prueba, lo cual me hizo tomar la precipitada decisión, de participar en la carrera Castellón Vall de Uxó, de 30 Kms. ocho de ellos, los últimos en cuesta, terminándola en dos horas escasas. Aquella misma noche me llamó desde Madrid Fernando Pineda, anunciándome ya en firme la celebración del Marathón de Cuba. Ya no había remedio; a la mañana siguiente el lumbago atacaba de nuevo, Me quedaban pues ocho días para recuperarme de la dura carrera de Vall de Uxó y del lumbago y veinticuatro horas cuando llegará a Cuba, para aclimatarme al calor y la humedad, al cambio de horario y a las comidas del Trópico. ¡Qué panorama!

                                          Un largo y lejano viaje

La crónica del viaje comienza el viernes 23 de Noviembre a las 6 AM y culmina casi veinticuatro horas después en el aeropuerto José Martí, de La Habana, con una escala técnica en Gander, en la gélida Terranova, junto a la costa oriental del Canadá, con una temperatura exterior de tres grados bajo cero. Temperatura benigna por aquellas latitudes, ya que en la sala de espera del aeropuerto a la que hemos accedido envueltos en mantas, por unas pistas con dos palmos de nieve, nos dicen que dos palmos de nieve, no es nada que ellos han llegado a sufrir temperaturas de treinta y seis grados bajo cero, con nevadas que sobrepasaban los cuatro metros. Seis horas después de que el reactor de Cubana de Aviación haya bordeado toda la costa este de los Estados Unidos, ya que los vuelos de Cubana de  Aviación tiene prohibido el paso por el espacio aéreo de los Estados Unidos, ya en La Habana, con treinta grados arriba con el termómetro de Gander, con un horario oficial de seis horas con el español, uno ya ha cambiado la noche por el día y su cabeza es un sonajero. Y hay que continuar viaje para llegar a Varadero, a 130 Kms. de la capital y no en un reactor precisamente, sino en un viejo autobús la guagua (como llaman los cubanos)

La guagua ha abandonado ya La Habana y bordeando la costa viajando hacia oriente ha dejado atrás el nostálgico y antañón paisaje urbano de La Habana Colonial, El Malecón, El Morro, Guanabo…Renqueante y decidido el veterano omnibús, rueda por la autopista camino de Varadero. A nuestra izquierda fugaz se despliega gloriosamente, el increíble paisaje de un océano infinito, azul turquesa, deslizando mansa y amorosamente sus postreras olas, en las albas e impalpables arenas de unas amplias playas, bordeadas por las frescas umbrías de los rumorosos bosques de cocoteros. Pero ya en Matanzas, a treinta kilómetros de nuestro destino, la vieja guagua; no aguanta más; no sé qué correa, no sé qué bomba, ha reventado más que por vejez, que por esfuerzo, como si fueran los gemelos de un viejo marathoniano, y allí nos hemos quedado, anclados en pleno centro urbano, sospechando falsamente, que la improvisada parada va para rato.

Pero ya aquí íbamos a tener la primera muestra de solidaridad de este pueblo, alegre, amable y deferente, que forman los ciudadanos cubanos. Un omnibús al que hemos precedido durante todo el viaje, se estaciona tras nuestra guagua y su conductor, se brinda espontáneo a trasladarnos hasta Varadero. En el entretanto he observado con interés a las gentes que transitan despaciosas y tranquilas. A través de las ventanas  abiertas de los antiguos edificios de una sola planta, fisgo el interior de una habitación de las viviendas; en ella un viejo negro de pelo cano, cómodamente retrepado en una mecedora, mira absorto las imágenes en color que Tele-Rebelde está emitiendo de un match de baseball, el deporte nacional cubano. A ambos lados del televisor iluminados por la escasa luz, del atardecer y los destellos cromáticos del televisor, se aprecian dos enormes fotos, de Fidel Castro y el Che Guevara.

                                  Varadero, la playa soñada       
     
Varadero está situada en el istmo de la Península de Hicacos, península estrecha y fina como un estilete que se adentra en los confines del Océano Atlántico, como si fuera la última cuenta de un interminable rosario de islitas y cabos que forman el archipiélago de Sabana, en la parte más septentrional  de la República de Cuba. Es un orgullo nacional, un regalo impagable para los visitantes, porque es algo más que todo eso, es una obra maestra  e irrepetible de la Naturaleza.

Llegamos a ese Paraíso con las primeras sombras de la noche, batidos por las fuentes ventoleras de un frente del norte, un viento pesado, húmedo y cálido, que en la madrugada se resolverá en un profuso aguacero tropical. ¡Y mañana a correr la Marathon!

                                        Una marathón insolita

Un cielo limpio de nubes ha recibido a la mañana del veinticinco, tan solo el cálido compañero de la noche continúa presente, manteniendo enhiestas, rizadas y zumbantes las banderolas del Hotel Bella Mar.

Las manos de Antonio Postigo, las aspirinas y el calor, han obrado el milagro de borrar el lumbago de mi doliente espalda. Pero si he de ser sincero, estoy en la peor predisposición de ánimo para afrontar la inminente marathón, la cual se preve se va a correr, con 24 a grados 26 de temperatura, 80 de humedad, y con las fuertes rachas del viento norteño en contra por lo menos en doce kilómetros de su recorrido, en una zona de suaves e interminables cuestas arriba.

De verdad, de verdad, lo que me apetece a mí en esos momentos, es ponerme un bañador y marcharme a la cercana playa, y tumbarme en sus arenas, como un viejo y cansado lagarto, y si es posible junto a alguna mulatita que como dice Benedetti, las hay en todos los puntos cardinales. Sorbiendo de vez en cuando, ese delicioso néctar que es el mojito, sin prisas, lentamente, un combinado de ron, soda y hielo picado, en el que se sumergen, aromatizándolo, unas hojas de plantas aromáticas y no fajarme como un viejo boxeador caduco, con esos cuarenta y dos kilómetros que me van a dejar molido a golpes. Pero tuve aún la posibilidad la noche anterior a la carrera elegir entre la media marathón o la completa. Prudentemente parte del grupo de los españoles mayoritariamente se han decidido por la media; el resto hemos optado como dijo el licenciado Reynaldo Ugarte Santa Cruz, por  aceptar el reto emulativo y hemos formado una unidad modelo ante la adversa maratón que se avecina a la que bautizo Toni Lastra, como la más dura y placentera del Caribe. Y la unidad modelo queda formada por el septeto que representará a España en el I Marathón Internaciona de Varadero´84: Antonio Postigo, Fernando Pineda, José Díaz, Eugenio García, Francisco López, Mikel Ustaran y Toni Lastra.

Los organizadores también han aceptado el reto emulativo, ante el renuncio de los organizadores iniciales del evento, y que tan solo en unos días el Intur (Instituto de Turismo) y la Federación Cubana de Atletismo, han puesto en marcha la carrera: sabemos que ellos se han matado por organizarla y, nosotros lo mejor que podemos hacer es corresponder en igual medida para correrla: la vieja consigna de la revolución, que aún campea por toda Cuba, es perfectamente válida… “Aquí no se rinde nadie”        

                 De veintiuna mil a veinte y tiro porque me toca

El Juez de Salida, ha formado a los pioneros de la Marathon Internacional de Varadero y los altavoces, y la megafonía , ha ido nombrando uno por uno a todos los participantes en la carrera, como si de un partido de baloncesto se tratara: el censo total es de…¡Veintitrés corredores, un uno por mil menos, del censo de la última Marathón de Londres, en la que participé este mismo año, en el mes de Mayo. La exigua participación, casi familiar,  está compuesta de catorce franceses, dos cubanos, y siete españoles; éste es el inédito censo de mi penúltima aventura marathoniana.

                               Una salida en tres tiempos

El Juez  ha levantado su mano armada con la pistola de salvas, y mirándonos inquisidor advierte con cadencioso acento caribeño…”Cuando suene el disparo de salvas ustedes “inisian” la arrancada “ofisial”… Pero ¡Ay carajo! La pistola falla, y en vez de hacer “pum”…hace pluff, todos de nuevo a sus puestos. Esta vez el Juez precavido y digno anuncia…”Atensión, voy a disparar de nuevo, pero ustedes no “inisían” la arrancada, es un disparo de prueba” Dicho y hecho, estridente y perfectamente audible el disparo suena, y claro, los franceses que no han entendido una, salen escopetados y los cubanos y los españoles quietos y muerto de risa, recibimos a los mosqueados franceses de vuelta a la línea de arrancada...El Juez les recrimina _”¿Dónde van ustedes descaraos?” “¡Ya les dijimos que era de prueba!, ante el asombro y caras de confusión de los galos. Otra vez la pistola arriba y el Juez que dice “Este disparo es bueno”…”Ce prochain coup est le bon”…Ahora si tronante y metálica, la cachonda pistola del Juez da la arrancada oficial, treinta y ocho corredores de la Media y entera salimos conjuntamente, con la reconfortante sensación, de ser los iniciadores, los primeros de una Marathón, que a buen seguro  en un próximo futuro, tendrá tanto prestigio como censo.

                                         ¡Qué calor, horrendo calor!

A última hora otro español ha tomado parte en la Marathón. Un muchacho, Vicente Planelles, de Ibiza, que manifiesta en los primeros kilómetros, que piensa conseguir un tiempo de 2 h. 45´. No sé si es un valiente, o simplemente el sol le ha afectado el entendimiento; con    aquel  calor dudo que el favorito el francés Fernand Kolbeck o Antonio Postigo, puedan conseguir semejante tiempo; yo en esos momentos firmaría bajar simplemente de tres horas, a pesar de mi marca 2h. 49´ en Londres.  Aún así, los primeros cinco los hemos pasado en menos de veinte minutos, concretamente en 19´. 45´´, pero a partir de allí, libres del cobijo de de la sombra de los árboles de la Avenida 1 RA y tras cruzar la Laguna de Paso Malo, por el Puente Bascular, la carrera seguirá un kilómetro en la misma dirección, para girar en redondo, volver a cruzar el Puente en sentido contrario y abordar sin más la Autopista Sur. Allí es ya el infierno, el calor es el gran enemigo, y aún por si fuera poco, se le unen dos enemigos mortales de necesidad, el viento del norte en contra y una odiosa e inacabable y casi imperceptible cuesta, que comienza el Km. 10 y acaba casi en el Km. 16, repitiéndose demoledora en una angustiosa segunda vuelta, El calor es un monstruo invisible y omnímodo y la humedad es tan alta, que el grupito que hemos formado, se salpica de de unos a otros con sudores ajenos; se suda con tal profusión que el sudor piernas abajo te encharca las zapatillas empapando los calcetines, es la sublimación del “binomio asesino: calor mas humedad. Vamos turnando el relevo de cabeza, con el fin de favorecernos del socaire alternativamente, Vicente Planelles, Francisco Ruiz, Julio L. Jon (Un cubano de la Media Marathón) y yo, maldecimos, resoplamos y resollamos atentos tan solo a vislumbrar los puestos de refrigerio, que llegan con riguroso enclave kilométrico; los vasos de los avituallamientos son enormes, de medio litro o más de agua hasta el borde, refrigerada con hielo picado, limones, naranjas y agua con electrolitos, forman la completa mesa de los puestos, las cuales son atendidas perfectamente, demostrando en cada momento al corredor con su amorosa atención, que no vamos a estar solos en esa ordalía.

                                  Los primeros abandonos

Al paso por la Media Marathón, parte de los integrantes de la entera, deciden acabar con el suplicio; la horrorosa perspectiva de volver a sufrir tamaño castigo, les ha llevado a adoptar la halagüeña alternativa del abandono. Miro el crono por primera vez en la carrera; ya voy siete minutos más  de mi tiempo en Londres en la misma distancia. Me quedado en la mas absoluta soledad; en el Kilómetro quince, Planelles se fue diciendo que si vuelve a Ibiza, con más de 2h. 45´, le van a decir de todo. Y en la Media Marathón, Paquito López,  enzarzado en un pleito particular con el cubano Rigoberto González, se han marchado por delante, y allí estoy solo sopesando la posibilidad del abandono. Al paso que voy, de momento hago más de tres horas, me puedo quedar deshidratado, alguien me ha dicho, que hasta se me puede aparecer la Virgen, y lo que más me ronda por mi obnubilado cerebro, es la muerte de un francés en el reciente Marathón de Nueva York. Pero voy a continuar, yo no he abandonado jamás en ninguna carrera y menos en una marathón, aunque me cueste todo el tiempo del mundo…”Aquí no se rinde nadie”. En el giro del Kilómetro 26 a punto de abordar ya de nuevo la impenitente y eterna cuesta me cruzo con Fernando Pineda, me hace un gesto con las manos recomendándome calma. Fernando va mal, su cara desencajada lo dice todo, va echándole todo el valor del mundo, debe ir lesionado o castigado por los calambres, no es solo agotamiento, es el rictus del dolor lo  que se dibuja en su cara. A esa misma altura he pasado a un francés el dorsal 5: Jacques Veyrun, el cual lleva un gorrito con toldeta como la Legión francesa, me han cantado la posición en la carrera, voy el séptimo  u octavo, ya no importa nada, tan solo sobrevivir al esfuerzo, vencer al calor y de momento coronar esa cuesta que nunca se acaba. He de pararme, lo siento casi me pongo a llorar, es la primera vez, en once maratones que me he puesto a andar, pero lo hago o reviento como un sapo…Es terrible…terrible.
Por el interminable km. 30

Cada vez voy mas agarrotado, por el temor de que me colapse el calor. Kilómetro 35 Fernando se ha despojado de su camiseta y se ha parado definitivamente, es su adiós a la carrera. Está desolado, con los gemelos rotos a calambrazos, tirándose los vasos gigantes de agua por la nuca, le animo a seguir pero es inútil. Veyrun el francés, me rebasa con con gran facilidad, al mismo tiempo que me anima le agradezco su gesto con un espectro de sonrisa, pero no puedo seguirle, estoy hecho unos zorros. ¿Y si vuelvo adonde se quedo Pineda y subo a la ambulancia? A fin de cuentas ¿para qué seguir, he pasado el 35 en 2 h. 52?.Una voz en mi interior me dice; sabes que no vas a parar ¡Deja de llorar, nano cagón!..el 37.5 Aquí tienen de todo, como y bebo como un perro hambriento, la mulata que atiende, de rotundos muslos y mas rotundos pechos, me grita ¡Vas guapo viejo, que Santa Lucia te conserve la vista, reina, le contesto ente dientes, doblo la inmediata esquina y no sé porque han desaparecido las fuertes rachas de viento, pero ha aumentado el calor.

                                       El último esfuerzo

Ahora la carrera discurre, orlada por unas inmensas praderas de grama amarillenta, de un campo de golf en continuos y profundos badenes. A unos doscientos metros diviso a un corredor, pienso que puede ser el francés, pero no, ya no hay la menor duda, es Paco López, que va caminando y de repente se para, cobijándose bajo la sombra de un bosquecillo de palmeras, debe de haberme visto y ha decidido esperarme. Paco está guapo, este jienense con piel de noruego, está literalmente cocido. El encuentro es un drama, nos abrazamos, como si hubiéramos salido de un campo de concentración y me dice compungido…”ezto es una putada”…”He hecho tres kilómetros de mas”, “Me he perdido”. Pienso pero no se lo digo, que es imposible, vamos por una zona, que es prácticamente una legua de tierra, a un lado el océano y al otro un manglar, de tal forma que el bueno de Paco, si se hubiese salido de la carretera hubiera caído al agua. Solidarizándonos en la misma empresa, que es llegar a la meta
Decidimos unir nuestras voluntades si es que quedan.

                Ya estamos en el kilómetro cuarenta, prácticamente en zona urbana, ya comienzan a aparecer grupos de personas, que animan o más bien se asombran de ver a aquellos remedos de corredores, le grito a un grupo de muchachos… ¿falta mucho para la meta?. Uno de los muchachos me mira “con cara de yo no fui” y me espeta...”falta mucho carajo, lo menos veintisinco kilómetros”. Tu padre, le doy por toda contestación, rachas de viento huracanado han separado a  la pancarta, de sus amarres. Ahora si que es que es la línea de sentensía”
               
                ¡Que experiencia Toni! ¡Que experiencia, repite Postigo, mientras me da el abrazo de bienvenida.

Antonio Postigo, Toni Lastra y Paco López al finalizar el maratón de Varadero

                                                   Reflexiones en la comida

                Alguien le pregunta a Antonio en la comida. ¿Si padecéis tanto porque volvéis a correr? Antonio les contesta de forma metafísica. ¿Cómo lo explicaría? Hay que ser corredor para comprenderlo, si no es tan difícil de explicar a un ciego de nacimiento los colores, el corredor sabe porque corre, el enamorado por que ama.

                Pienso que hay un poema de Miguel Hernández, de su libro, titulado “Poemas sociales de amor y muerte”, dedicado al sudor, que lo define casi mágicamente.

             Entregad al trabajo compañeros la frente
             Que el sudor con su espada de sabrosos cristales
             Con sus lentos diluvios, os hará transparentes.
             Venturosos e iguales.

Antonio de la Lastra Liern
La Habana, diciembre 1984                                                                                                                      
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Enjuto como un lebrel, seco como la mojama o mejor habría que decir, seco como el chorizo de Cantimpalos, que es su pueblo, porque Antonio Postigo no es madrileño, ni árabe, sino segoviano y español, y amante de lo aeróbico, corredor y entrenador.
ANTONIO POSTIGO

Pero probablemente lo que desconozca el público es la gran calidad como conferenciante y conversador que tiene Antonio; capta de inmediato la atención del auditorio, domina la gestualidad precisa como la pueda tener un actor, con un lenguaje que cautiva tanto a técnicos e instruidos como al más humilde corredor. Tengo el récord de entrevistas hechas a Postigo. En la época en que colaboré con Las Provincias, le dediqué no menos de una docena de La columna de Andrópolis. Cifra no obstante muy baja, considerando que en mi periplo de Las Provincias escribí más de mil columnas.

Por ello considero que con motivo de haber decidido Antonio, ya jubilado, fijar su residencia en el municipio de L’Eliana, de la comarca del Camp de Túria, es un privilegio que a buen seguro reanudaremos, como continuación las inolvidables tertulias en Varadero, nunca finalizadas de lo cual sacaremos provecho ahora que nos sobra tiempo, no tan sólo para correr, sino para conversar de cualquier tema que el viento nos traiga, como la poesía de Mario Benedetti: ¿Te parece Antonio? Estoy absolutamente de acuerdo. Eso está hecho compadre, pongamos como tráiler uno de los cuartetos de su poema Habanera.

Los autos van dejando tuercas en el camino
Los jóvenes son jóvenes de un modo irrefutable
Aquí el amor transita sabroso y subversivo
Y hay mulatas en todos los puntos cardinales.

He creído conveniente redactar este preámbulo porque la entrevista dará paso a una conversación grabada de una hora entre tú y yo, sin cuestionario previo, sobre las vivencias que transitamos juntos o separados, desde la instauración del fenómeno del aerobismo en Valencia.

 Este trabajo verá la luz en el blog del Club d'Atletisme CorrEliana, que me ha dado la oportunidad de proseguir con La Columna de Andrópolis, que durante años publicó Las Provincias y ahora se llama La Columna de Toni Lastra, gesto por el cual estoy sumamente agradecido. Llevo publicados 41 originales; cuando cumpla los 50, habrá llegado el momento de darle un carácter oficial.

Y mientras rebobinamos la vieja grabadora más artrósica que mis rodillas, se me ha ocurrido, parodiando el poema ‘El Viajero’ de las Soledades de Antonio Machado, me he puesto a escribir algo así del mundo de las carreras y que me perdonen don Antonio y los puristas por tamaño sacrilegio.

He corrido o competido en centenares de carreras
Y como organizador en igual número de ellas,
Y nunca llegué a saber si fui un corredor que organizaba
O si fui un organizador que corría, y cuando no, caminaba.

Vi a grandes corredores y a otros que lo creían sin serlo
A directivos trabajar como bueyes, sin parabienes ni sueldos,
Y a otros que lo fueron por la foto, el cargo y el vil dinero.
La tropa corredora: gente cabal y unos pocos miserables.

Excúsenme que hable de ellos y comienzo con los buenos,
Tan buenos son que con sólo correr ya tienen compensación.
Y los malos, los infames piruleros, reclamadores groseros,
Falsificadores de dorsales y de inscripciones tramposos.

A todos los traté bien, incluidos los que no lo merecieron.
Olvidando los agravios, rencores y resentimientos varios,
Con el uso del perdón, que te hace libre y te hace vivir mejor.
Y fue una buena razón,  sume amigos del grueso del pelotón.

Y termino con honor al nombrar a los mejores sin discusión.
A los héroes sin auditorio. Llegan al tajo primeros sin temor
al viento airado, al diluvio, al atropello, al furioso aguacero.
Ellas y ellos son los voluntarios y cumplen con su misión.

Diálogos de aeróbicos
Antonio Postigo y Toni Lastra

Toni:. La idea Antonio, es darle a la entrevista un carácter de conversación y de diálogo. Pues pienso que tiene una mayor fluidez y aleja a los participantes del toma y daca de las entrevistas y permite cambiar el rol de entrevistado a entrevistador en una conversación. De hecho, para hacer un ensayo con todo -no existe ni cuestionario- el tema a tratar es aleatorio y comienza la conversación sorteando quien comienza la sesión, y qué tema propone.

Antonio: Es que la entrevista no tendría mucho sentido, yo creo que has hecho bien en pensar en una conversación, lo de la entrevista no facilita las ideas. Yo trataba de hablar del organizador Toni Lastra, que cambió el atletismo popular, que convirtió a Valencia en el referente de muchos otros maratones. Yo, que conocí Mapoma, el maratón del Valle de Nalón de nuestro amigo Alejandro Ancos y también conocí bien el Maratón de San Sebastián e incluso la Behovia-San Sebastián, he tenido relación con todos y me di cuenta de que vosotros habéis marcado una época y, por lo tanto, no es tu persona como amigo, quiero hacer un escrito a través de la conversación, para conocer más profundamente la personalidad del organizador, no la entrevista manida pregunta respuesta.

T. En eso estamos Antonio, y que esta conversación piloto nos dé la clave de lo que pretendemos. Por eso, y al no haber cuestionario, es fácil comprender que las preguntas sean inconexas, porque el papel de entrevistador-entrevistado cambia continuamente. Por ello vayamos a otro tema, que fue transcendental en tu vida.
Tú tuviste un accidente, podríamos llamar doméstico, consecuencia de tu espíritu de innovador y de investigación, estabas probando un aparato que te colgaba del techo haciendo inversión… Bueno, sigue tú, Antonio.

A. Estaba colgado del techo a dos metros del suelo cuando se rompió el anclaje y me precipité al suelo; fue una caída mortal, curiosamente siempre había hecho esos ejercicios después de las carreras, pero en esa ocasión el destino, las circunstancias, me hicieron ejecutarlos previamente, pues me iba a correr la carrera de la universidad que organiza Paloma-Corricolari, en Madrid.

T. ¿Tuviste en ese momento dramático en que se rompe el anclaje y boca abajo te precipitaste al suelo conciencia de lo que te podía pasar?

A. Fue fulminante. No tuve tiempo, sentí un golpe y de repente me vi metido en un túnel en cuyo final lucía una poderosa luz brillante. Iba directamente hacía ella sin ninguna posibilidad de evitar el impacto. Tal como había leído a expertos, que contaban esta misma visión en el trance de morir. Pero cuando iba a tropezar con la luz me rechazó lanzándome hacía arriba. Pareció que había recuperado la conciencia, estaba en la habitación tumbado en el suelo pero sin movilidad alguna, tenía que llegar a la parte contraria de la habitación, tomar el teléfono y llamar a mi hija para que pasara a por mí, lo cual conseguí tras cuatro horas arrastrándome por el suelo, como un reptil.

T. No tengo la menor duda de que el prestigio que tienes no es sólo por tus conocimientos técnicos, tú, Antonio, estás enamorado de tu profesión, no te has anclado en el ángel malo de la rutina, cada día lo vives bajo el influjo del atletismo y me recuerdas una reflexión de Henry David Thoreau: “Las personas piensan tanto en el trabajo y el dinero que casi todos asocian instantáneamente toda labor literaria con una recompensa económica. Por encima de todo les produce curiosidad saber cuánto dinero recibe por su trabajo el conferenciante o el escritor. Creen que el naturalista se toma tantas molestias para recoger plantas sólo porque le pagan por ello”.

Ya hay un español que quiere
Vivir y a vivir empieza,
Entre una España que muere
Y otra España que bosteza
Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
Ha de helarte el corazón.

Antonio Machado

T. Perdona el inciso lírico Antonio. Las personas que sólo piensan en el trabajo remunerado asocian instantáneamente cualquier trabajo con el dinero, no deteniéndose nunca a pensar si ese trabajo les hace felices. Por eso quienes viven encadenados a esos pensamientos, tanto en la religión como en el trabajo, no aciertan a comprender que otros, desinteresadamente, dedican horas y horas siempre detrás de la estrella errante de la perfección. En esa búsqueda de la perfección estás tú, Antonio, investigador inasequible al desaliento, empeñado en descifrar el jeroglífico del rendimiento total de la fisiología del corredor. Perdona, pero ya hemos dicho que se trataba de conversaciones o diálogos.
Bueno Antonio, te toca; estábamos en lo que decía Ernest van Aaken en 1976 sobre que los hombres son con más frecuencia temperamentales, inconstantes, no perseveran y padecen y se esfuerzan quejosamente, especialmente los atletas de gran rendimiento. La mujer es lo contrario; tenaz, constante, perseverante, equilibrada y tranquila en el esfuerzo prolongado y en el dolor al que le expone su biología (la maternidad). Por lo general, ella es más paciente que el hombre. Armada de estas ventajas, las mujeres están en disposición de prolongadas hazañas, consideradas hasta ahora imposibles.

A. Hay que tener en cuenta que en Montreal-76 las mujeres tenían prohibido correr más de 1.500 m. Y no olvidemos que tanto Carmen Valero como Greta Waitz tuvieron que correr 1.500 cuando en realidad eran corredoras de maratón. Por ello, van Aaken está manteniendo una lucha de conocimientos con los ignorantes técnicos de la IAAF que no comprendían que las mujeres están más dotadas biológicamente para las pruebas de resistencia que para las pruebas de velocidad y fuerza, que para van Aaken era fundamental, esto le hizo pronosticar para el año 2010 el récord femenino en 2 horas 15’, algo que para la época era imposible.

T. ¿Recuerdas la frase de Sir Adolphe Abrahams, que dijo: “Me dicen que una muchacha ha corrido el maratón en 3 horas 40’ y 50”, y yo les digo que me permitan dudarlo”. Año 1930.

A. En realidad los hombres del atletismo en pista, y más en eso con respecto a las mujeres. Hay que tener en cuenta que en la primera olimpiada donde las mujeres corren 800 metros y que fue en los JJOO olímpicos de Los Angeles, donde se les permitió correr el maratón, donde ganó la norteamericana Joan Benoit.
A. Toni, para terminar, ¿Qué podrías decir a los organizadores que se inician en las carreras populares?

T. El gran problema que han tenido siempre todos los que trabajan con ilusión y esfuerzo en una organización tan novedosa y compleja, fue tropezarse con personas que, sin ser profesionales o tener  una gran valía, no sólo como técnicos de atletismo o conocimientos adecuados en la organización de empresas de este tipo  o clubes que a fin de cuentas no son un reflejo de la organización de un club tradicional, pontificaban sobre todo, sin la menor consideración a otros criterios, más a nosotros que proveníamos de la nada sin ninguna relación con el atletismo tradicional.

Entiendo lo que me basta
y solamente no entiendo
Cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
Lope de Vega

Y esto a los jóvenes organizadores nos ocurría y le dimos batalla hasta imponer nuestros criterios. Porque no hay peor error que equivocarse con las ideas de los demás, mi mejor consejo a los jóvenes es recurrir siempre a personas entendidas y con criterio. En muchos aspectos de las carreras populares tuvimos que recurrir a un lenguaje nuevo para determinar pasajes y demás movimientos de organización. De cualquier forma lo considero una conjunción cósmica ya que se produjo el milagro de la unión de personas ilusionadas por ayudar al recién llegado aerobismo.

A. Te comprendo Toni. Vosotros os unisteis a la revolución incruenta del aerobismo; era tan grande la fe que teníais que cambiasteis las costumbres del otro atletismo. Yo mismo que fui el primer conferenciante que llamó Correcaminos, me quedé sorprendido de vuestro poder de convocatoria. Cuando llegué al Salón del Colegio Mayor Auxias March, completamente lleno, me vi en gran aprieto, pues  realmente aquella fue mi primera charla, hasta entonces me había limitado a pequeñas reuniones con mis pupilos. Afortunadamente todo resultó muy bien.

La revolución incruenta del aerobismo.

La revolución incruenta del aerobismo comenzó en los Estados Unidos, a mediados de la década de los sesenta, pero a España llegó con un largo decenio de retraso.
La revolución incruenta del aerobismo, a la que algunos magnificaron comparándola con movimientos políticos, religiosos o sociológicos tan importantes como las Cruzadas o el Marxismo, dependió también en sus inicios de los pensadores. Quizás el hombre que más influyó en el crecimiento de la actividad de correr fuera un científico, el doctor Kenneth Cooper, con su trilogía: Aerobic, News Aerobic y Aerobics for Woman. Cooper predicó el evangelio a una multitud fervorosa de pasar a la acción de correr y que irrumpía, como nuevos sans culottes, en el Olimpo dorado reservado a un atletismo tradicional que reaccionó con renuencia ante la aparición de unos seres normales que accedían a competiciones vedadas. Correr por correr era tan estúpido, tan sin razón, que al movimiento recién nacido, no se le dio más importancia  que al de una moda extravagante de efímera duración y no sólo eso: hasta fue combatido con saña por los que, desde sus torres doradas, veían avanzar aquella muchedumbre atlética de alpargata, cada vez más numerosa y presente en los caminos, parques y avenidas, que recalaba en una disciplina atlética olvidada y que se diga, lo que se dice ahora, siempre fue el hermano pobre del atletismo, a pesar de sus epítetos heroicos y connotaciones históricas: el maratón. Cuando el movimiento de la carrera popular se hizo fuerte, muchos de sus detractores se convirtieron en “defensores de siempre” de la carrera recreacional más o menos como sucede con los “tránsfugas” en la política. El jogging, el footing o de cualquier forma que se le quiera llamar a algo tan primitivo y animal como correr, estaba ya tan extendido en las ciudades que hasta los más nostálgicos de la épocas de la aristocracia atlética lo admitieron.
Deteniendo la narración después de este paréntesis en defensa de la carrera popular, de la que procedo y en la que ejerzo día a día como corredor y organizador, es imprescindible añadir que, tras Cooper, apareció una larga lista de “gurús”: George Sheehan, Arthur Lydiard, Henderson, Bill Bowerman, impartieron y lanzaron al mundo el mensaje de la larga carrera lenta, la inocua droga LSD: “Long Slow Distance”, y entonces la mayoría de aquellos novicios en la carrera a pie empezó a progresar y de aquellas fatigosas carreras su condición física cambió de forma tan impensable, que muchos ya buscaron algo más que la aptitud física y comenzaron a competir en carreras cortas y fáciles e inmediatamente quedaron atrapados en la red del maratón y en la consecución de sus marcas. La metamorfosis era generalizada y millones y millones de hombres y mujeres de toda condición social empezaron a correr más y más y pedirle a sus cuerpos nuevos retos, buscando el límite de sus fisiologías. Los efectos eran epidémicos y aquellos héroes de nuevo cuño demandaban palenques y torneos para dirimir dónde ponderar sus diferencias con el resto de sus correligionarios.
El capital, siempre avizor de lo rentable que podía ser calzar y vestir y proporcionar cualquier artilugio que fuera vendible a aquella turba ingenua y entusiasmada, y en poco tiempo metieron las cucharas en aquella sopa de dólares, con el estudioso presentimiento de que aquello no era una moda pasajera e iba haber sopa para años, para aquellos novicios, en plena transición de su carácter asténico al atlético. Los patrocinadores compitieron entre sí para lograr los más selectos patrocinios, conscientes de que estas inversiones iban a ser muy rentables. El maratón, que sólo despertaba relativo entusiasmo cuatrienal en los juegos olímpicos, pasó a ser un espectáculo común en todas las ciudades y el maratoniano tan excéntrico pasó a ser un personaje familiar en nuestros parques, jardines y caminos. Llegado a este punto, diré que cuando nosotros andábamos luchando con poder conseguir la primera maratón, alguien de quien no diré el nombre escribió (la luz del entendimiento me hace ser muy comedido) más o menos lo siguiente: “Nadie se debe preocupar por esta moda pasajera del maratón, dejará de serlo muy pronto”. Y precisamente Antonio Postigo me decía hace unos días que estadísticas fiables daban una cifra de cien millones de corredores en el mundo que practican la carrera diaria.
Faltaba un golpe de efecto y lo dio Frank Shorter, medalla de oro en el maratón olímpico de Munich. Shorter se convirtió en el héroe americano que había que imitar, poco tiempo después Estados Unidos ya organizaba más de doscientos cincuenta maratones al año y asombraba que Boston concitara a dos mil corredores. Boston, que venía celebrándose desde 1897, un año después de los primeros JJOO de la era moderna en Atenas, se ha venido celebrando sin interrupción desde aquel año a nuestros días el tercer lunes de abril, el Día de los Patriotas, que transcurre desde Hopkinton a Boston. No entro en competencia de censos, ya que priva en ella sencillo carácter selectivo. Nadie debuta en maratón, pues el censo de participantes se limita a exigir a los participantes unas marcas mínimas, conseguidas en el año anterior. He corrido cuarenta y cinco maratones y no hay parangón posible con ella. Boston será la más gratificante de todas. Ya he dicho que en España el movimiento mundial del aerobismo no llegó hasta la segunda mitad de la década de los setenta. Los únicos maratones que entonces se corrían eran federativos para dirimir los Campeonatos de España y la cita era obligada en Laredo.
Pero alguien trajo el mensaje del otro lado del Atlántico. Ramón Oliú, ejecutivo de de una empresa multinacional radicada en Nueva York, había sido captado como tantos otros por la carrera a pie. Al regreso a Cataluña, la casualidad o el destino le hizo encontrar en su camino a Domingo Catalán. Cuando Oliú le transmitió su deseo apostólico de llevar el movimiento aeróbico a Cataluña, Domingo Catalán le dijo: “Acaba de encontrar usted al hombre que busca”. A principios de 1978, en marzo, en Calella de Palafrugell, se corría el primer maratón popular en España. A Oliú y Catalán, hombres que ya son históricos, se unieron Antentas, Molins, Pere Pujol, Vancells… Barcelona le había ganado la mano por unos días a Madrid, en la eterna dicotomía que mantienen. En abril de aquel mismo año la insólita invasión de ocho mil visionarios, en el primer Mapoma de Madrid consumó el milagro que se debía al recién creado Maratón Popular de Madrid. Paco Perela, Mauricio Blanco y Guillermo Ortego fueron la piedra angular de aquel prodigio y surgió irremediablemente el mensaje para el resto de España
La S.D. CORRECAMINOS en el MARANALÓN (Asturias) de junio 2007

.Y por fin Valencia. En Valencia se había creado una extraña sociedad deportiva con el nombre de Correcaminos. Sede, secretaría, mentidero y lugar de tertulias del recién nacido club era el bar Danubio, que regentaban el matrimonio Miguel Pellicer Piles y Angelita Carrascosa, auténticos fundadores del club. Los nuevos que se apuntaban utilizando las servilletas de papel entre raciones de calamares y croquetas, eran enviados a una campaña que se llamaba “Andar y Correr”, que dirigía Miguel Carreras, en el cauce del rio, convertido entonces en un vertedero de aguas fecales… Aquella reunión de neófitos en el correr fue engrosando sorprendentemente y la llegada de algunos de ellos dio una entidad formal al club. En toda la Comunidad no habría más de treinta corredores de maratón.
Un hecho anecdótico define con claridad lo desconocido que era el maratón en aquellos tiempos. Recuerdo que entonces yo era un novicio apasionado por la carrera a pie. Cautivado por Pellicer para su Correcaminos, alzaba una mirada reverente hacía el maratón y correrlo se había convertido en una obsesión. Pero vengamos a la anécdota. Un día en una boda mientras esperábamos que los novios regresaran de las clásicas fotos al restaurante, propuse un juego de salón. Era el siguiente: uno escribía el nombre de una palabra muy extraña y cada uno en un papelito escribía su significado. Ganaba la palabra que tenía menos aciertos. En secreto iban entregando las papeletas. Cuando me llegó el turno propuse la palabra  maratón y espere el resultado de las dieciséis papeletas. ¡Asómbrense! Era el año 1978, claro. Ocho papeletas en blanco, dos acertadas relativamente, una batalla de Grecia y una ciudad de Grecia, pero fíjense en las otras respuestas: un golpe con moradura, un avión de bombardeo, un insecticida, una marimacho. Gané el juego. Aproveché el momento para hablarles de correr y el maratón, pero no me escucharon, comenzó una batalla sin piedad contra los panachés y los huevos hilados. ¿A quién podría interesar una carrera para locos y menos con el estómago vacío?
Tras una primera reunión se desechó organizar una San Silvestre y todas nuestras voluntades se aunaron para organizar un maratón, sin saber por dónde empezar. Naturalmente los que nos veían como unos intrusos aprovechaban cualquier motivo para atacarnos, que si estaban mal medidas, que no debían darnos autorización. No encontrábamos patrocinadores y era más largo el listado de directivos y el comité organizador que el listado del censo de corredores. Pero éramos un bloque sin grietas, no el ejército de Villa, y un ejemplo de solidaridad de ayuda entre nosotros. Pero cuando se acaban las mentiras surgen las difamaciones e hicieron correr el bulo de que habían robado la caja del club, algo tan estúpido ya que en la caja solo habían facturas por pagar. Pero nuestro empeño era seguir, trabajar y trabajar y como Lope de Vega en su famoso Soneto de repente, verlo terminado. Cansados de llamar a tantas puertas, solicitado asesoramiento, sin obtener respuestas conformes, decidimos visitar a colegas del resto de España, que ya tenían en su haber la organización de varias maratones, como Mapoma de Madrid y la  Comissió de Marató de Catalunya y algunos posibles patrocinadores. Nos sorprendió agradablemente la cordialidad y solidaridad con que nos trataron, dándonos cuanta información les pedimos. Aquello no era el mundo del futbol, y pronto nos dimos cuenta que existía una especie de hermandad dispuesta a ayudar y nació una amistad que aún perdura desde hace más de treinta años. El milagro de repente apareció. Y nos encontramos como Lópe de Vega, cuando le mandó Violante hacerle un Soneto de repente: Un soneto me manda hacer Violante y en mi vida me he visto en tal aprieto.  Cuando nos dimos cuenta estaba terminado el Soneto del Maratón.



Les contaré por el contrario que, cuando fuimos a una institución oficial del Deporte solicitando ayuda, el personaje que la regía me dijo con suficiencia: “no crean que son ustedes los únicos que van a organizar maratón”. ¡Ah! le dije, ¿podemos conocerlos?  Sí, somos nosotros y hemos organizado varios. Si  ¿Y de cuantos kilómetros eran? De 8 o 10 Kms. Eso no es un maratón hermano, para ser maratón ha de medir 42 Kms. y 195 metros o 26 millas y 385 yardas. ¿Ah sí? Pues sí.

Y comenzaba la dura batalla por darle continuidad. No es necesario, por supuesto, echar la vista atrás: treinta y tantos maratones de 42 Kms y 195 mts. nos avalan y el salto a las galerías de la gloria nos ha dado la razón, un buen ejemplo es que el actual  presidente de la AIMS, la Asociación Internacional de Maratones lo ostenta el que fue nuestro compañero de directiva en aquellos tiempos tan felices en que éramos tan desgraciados, al que yo le llamaba cuando era presidente de Correcaminos: El Canciller Borao. Se veía venir que Paco estaba preparado para el cargo. Que tras una breve estancia como responsable de la AIMS  en el Área Mediterránea, y otros cargos pasó  a ser El Presidente de la Asociación Internacional de Maratones.
Y es que, como decían algunos, Correcaminos siempre fue la Universidad de las Carreras.
Toni Lastra


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Quizás los psiquiatras tengan respuestas conformes para explicar cuáles son las causas que llevan a personas razonablemente normales a cambiar su forma de vida, sus creencias y actitudes, que fueron la norma y sentido de su proceder. ¿Qué intervención divina o terrenal les lleva a abandonar lo que hasta han vivido ese momento de lo que podríamos llamar revelación por un nuevo camino que no conocen ni al cual parecían estar predestinados?
Al llegar a los cuarenta y tantos años no estaba muy satisfecho de mi vida; había conseguido metas, tenía una familia feliz y unos ingresos de acuerdo al nivel de los gastos. Ni era pobre ni era rico, era el prototipo ideal para definir a un hombre corriente. Mis días eran absolutamente, uno tras otro, iguales, repletos de mediocre felicidad y monotonía.
Voy a remitirles a ustedes a la revelación que supuso para mí la película Running. Tras verla, mi vida, quizás influido por la historia del corredor de maratón fracasado, recibió el estímulo que en mi subconsciente esperaba esa revelación, y todos conocen lo que vino a continuación. Fue el destino, la casualidad o que lo que tiene que suceder, sucede fatalmente. No había corrido jamás, ni para tomar el tranvía o el autobús. Solo faltó que, como Saulo en el Camino de Damasco, oyera una voz celestial que me dijera: “Toni, ¿que estás haciendo con tu vida?”
Poco a poco, la carrera diaria, que seguía fielmente con la promesa que me hice a mí mismo de llegar a ser el mejor corredor posible, dejó de ser una disciplina para convertirse en la mejor hora del día y, en un tiempo sorprendentemente corto, me convertí en un buen corredor, distinguido en mi categoría, pero no solo en el aspecto físico me sentí grácil y resistente, tambien lúcido en las conversaciones y en los artículos que escribía con ansias nuevas. Mejoré el aspecto, lejos de aquel de gordito feliz (adelgacé 12 kg.) que se agotaba al subir las escaleras… Llevaba dos años corriendo y los paisajes urbanos por donde corría me parecían hermosas avenidas y la gente con la que me cruzaba se me antojaba amable y gentil. ¿En qué extraño planeta del universo había desembarcado mi alma inmortal?


Corría en la Calderona los miércoles, de madrugada y en solitario. A mi mujer le decía que íbamos un grupo, muchas veces pensé que un tropezón podría haber dado con mis huesos en un barranco y habría muerto allí por la tardanza en encontrarme. A pesar de que el recorrido era de unos quince kilómetros, comenzaba de noche cerrada y a veces regresaba al punto de partida con las primeras luces del día, pero en esas horas más oscuras, y al no haber polución lumínica, se podía contemplar el cielo de innumerables luces adornado y aun mejor el camino con total seguridad; una linterna plana sujeta al pecho con una banda elástica ayudaba lo suficiente para correr con cierta comodidad al tiempo que rebajaba mi ritmo.
El silencio era sobrecogedor, tan solo roto por los lejanos ecos de los perros de los hortelanos. Era como correr en el paraíso y, cuando estaba por llegar el aire puro de Levante, la brisa ya había disipado las últimas tinieblas de la noche en singular contienda con unos amaneceres gloriosos. Amaba la Calderona y era tal el embrujo que sobre mí ejercía, que aquel descreído, aquel espermatozoide ácrata, aquel apátrida, ya había encontrado la suya, esa montaña mágica y en general, el Camp de Turia hizo por mí más que los himnos y banderas y arengas políticas.
Pero el gran prodigio estaba por aparecer. Combinaba estas alboradas de los miércoles en la Calderona con El Saler, aunque yo prefería la montaña y la sigo prefiriendo, como José Martí, el padre de la patria cubana, escribió en uno de sus Versos sencillos: “Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar: / El arroyo de la sierra / Me complace más que el mar”. El Saler tenía un gran atractivo y los miércoles que andaba corto de tiempo terminaba corriendo por aquella terraza corrida, paralela al mar, convertida en paseo marítimo (demolida hace años) que tan bien conocía. Nunca llegué a pensar que aquel día iba a vivir la experiencia más sobrenatural, esotérica de toda mi vida.
Sucedió en la primavera de 1983 o quizás de 1984. Dejé el coche en Casa Patilla, como siempre hacía, junto a otros en la carretera de El Saler, escondí las llaves debajo de las ruedas y comencé a correr por la carretera que enfrente de los edificios del pueblo salía hacia la playa y los primeros barracones de los restaurantes donde nacía el paseo marítimo que no era otra cosa que la techumbre de los barracones con una baranda provisional. Aquel era el kilómetro cero desde donde comenzaba mi recorrido habitual; lo seguía hasta finalizar el paseo y después por la carretera que llevaba al Hotel Sidi llegaba hasta el lago artificial y regreso; cuando el mar estaba en calma solía bajar hasta la playa sorteando las olas postreras en los arenales. Las luces del amanecer difuminaban de rojo y malva un horizonte aún no apercibido y el manso ruido de las olas de un mar en calma dejando sus espumas en las arenas con su eterno ir y venir, más que un ruido, era el silencio del ruido.
Me sentía tan ligero, casi ingrávido, que pensé: qué lástima no pillar un día así para el maratón. Y continué corriendo libre como un animal cimarrón, exultante de alegría. De improviso comencé a sudar profusamente, como si estuviera en una sauna y el paisaje comenzaba a tornar su tono gris en un abigarrado lumínico. Presentí de inmediato que algo sobrenatural estaba pasando. El cielo adquirió un marcado color cárdeno y el mar reverberaba como estaño hirviendo en una marmita y los pinares adquirieron la forma y color de una pintura naïf. Observaba aquel prodigio consternado cuando me pareció escuchar quedadamente el sonido de unas pisadas tras de mí, que cada vez eran más audibles, tanto que ya las tenía encima y el perseguidor estaba a punto de rebasarme. Pero no sucedió así, se colocó a mi izquierda y sin pasarme repetía idénticamente cualquier movimiento que yo hacía; no me atrevía a girar la mirada hacia su cara pues presentía o más bien temía que podía suceder algo terrible, pero la curiosidad iba a ser más fuerte que el temor y de soslayo miré a aquel alienígena y aunque no le vi la cara, lo poco que acerté a ver me llenó de espanto, aquel fantasma o lo que fuera iba vestido exactamente igual que yo, las mismas zapatillas, la misma camiseta, era como si estuviera corriendo al lado de un espejo, y tomé la decisión de llevar a aquel espectro pegado a mí de por vida, como un hermano siamés, o echarle valor y mirarlo a la cara directamente y me decidí por esto último, giré mi cara a la izquierda, lógicamente pensaba que si repetía mis movimientos él también lo haría y por tanto no vería su cara, pero no fue así, él giró su cara hacía mí. ¡Era yo!, y por su rostro impávido cruzó el leve espectro de una mueca que parecía decirme: “No pasa nada, esto es normal”.
Y, de repente, como obedeciendo a algún click misterioso de algún poder omnímodo, se apagaron las luces y El Saler recobró sus colores y su dimensión normal y yo abatido en medio de la soledad, abrumado y temeroso, pensé que estaba en mi cama y que todo había sido un sueño, pero no, estaba realmente en El Saler empapado de sudor, me palpé la carótida y advertí unas pulsaciones aceleradas dentro de lo normal. Asustado, di por terminada la carrera y retorné al punto de partida, saludando a los pocos con quienes me crucé, no fuera que me hubiera muerto y resultara invisible a los demás, pero todos contestaron a mi saludo. Estaba muerto, sí, pero de miedo.
Pasaron varios días y, sin advertir anomalía alguna, decidí no contárselo a nadie. ¿Para qué? Nadie se lo iba a creer. Y aunque lo hubiera hecho, cómo contar lo que ni yo mismo comprendía. Pensé en ir a un psiquiatra, pero cómo justificar el gasto a mi familia, mi presupuesto no llegaba para ello y si lo contaba en secreto a algún compañero tardaría en saberse hasta que el que decía guardar el secreto encontrara al primer corredor y empezara a correr el rumor de que Toni había encontrado un hermano gemelo en El Saler.
Pasaron algunas semanas y comprobé que aquel extraño suceso no había dejado secuela alguna, pero cada vez que lo recordaba no podía evitar un estremecimiento. Un hecho casual iba a dar a la luz pública mi historia secreta. Antonio Postigo iba a dar una conferencia propiciada por nosotros en el Banco Exterior de España, cuyo director, Juan Manuel Martín, era amigo nuestro y socio de Correcaminos. Antonio, con su maestría y gestualidad convincente, tenía encandilado al auditorio. Cuando llegó el turno de preguntas, un personaje del público le preguntó a Antonio sobre el problema de las drogas en el deporte, al que le respondió acertadamente. “Tengo conocimiento de una historia muy interesante, el caso Kaarlo Maaninka. Maaninka fue un corredor finlandés que ganó la medalla de plata en los 10 km. y la de bronce en 5 km. en los JJOO de Moscú en 1980. Cuando terminaron los 10 km. se tumbó sobre la hierba y se sintió volando sobre el estadio, viéndose a sí mismo tumbado en la hierba.” ¿Qué extraña alucinación sufrió Maaninka? Hasta ahí era cuanto podía decir Postigo. El final de la historia me lo contó Antonio hace unos días. Jubilado, ha elegido el Camp de Turia como lugar de retiro. A mí me ha añadido a su condición de amigo y maestro, la de vecino.
Después de aquel suceso, Kaarlo Maaninka ingresó en un convento e hizo pública confesión, no sé si voluntaria o impuesta por las normas conventuales, de haberse sometido a hemotransfusión en aquellos juegos. Maaninka ha sido el único atleta que ha confesado haberlo hecho.
Pero regresemos a aquel lejano día de la conferencia de Antonio.
Vi de inmediato la solución a mi alucinación o lo que fuera y hacer público mi secreto. Si Maaninka se vio volando sobre el estadio y se reconoció a si mismo allá abajo tumbado sobre la arena, pensé, por qué no pude yo correr con mi doble. Y decidí contar mi visión con todo detalle al auditorio, solicitando permiso al conferenciante. La reacción de la gente fue de incredulidad, pero más de uno se quedó con el ánimo de alargar el tema, a lo cual me opuse. Pero al insistir uno de ellos, el mismo que le había hecho la pregunta sobre las drogas, Antonio tomó de nuevo la palabra (estaba deseando soltarlo) y dirigiéndose a mí me dijo con cierto aire doctoral: “Eso que te pasó a ti solo sucede cuando se toman drogas alucinógenas”. Pues es posible, porque yo tengo una adicción al LSD, pero esta adicción es inocua y muy beneficiosa: me refiero al Long Slow Distance, a la larga distancia lenta, y se dio por terminada la conferencia.
Al día siguiente Juan Manuel me envió un sobre con las fotocopias de varias hojas del libro de Hans Miller Dobles, en el cual contaba hechos muy similares al que me había ocurrido a mí de personas normales. Contaba el caso de que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Londres sufría los bombardeos de las temidas V1 y V2, un piloto volvía a su casa caminando en un barrio que había sido afectado por el bombardeo, preocupado por si su casa había sido afectada y el nerviosismo iba en aumento; cuando estaba a punto de llegar le rebasó otro piloto que caminaba tras él; se quedó perplejo, pues vestía el mismo uniforme, pero su sorpresa fue mayúscula cuando advirtió que al llegar a su portal sacaba un llavín y lo introducía en su cerradura, le dio un grito para llamarle la atención y cuando volvió la cara, asombrado vio que era su propia cara, en ese mismo momento el portal se derrumbó sepultando a su doble. Acudió presuroso a los escombros para ver si podía ayudarle, pero no halló ni rastro de él.


Pero vayamos al final de este artículo que da nombre a este largo trabajo: Bajo el influjo del Camp de Túria. Cuando elogio El Camp de Turia no son palabras vanas, y aunque nací en Valencia, me considero hijo de esta comarca; de hecho cuando llegó mi familia a lo que hoy es el municipio de l’Eliana no existía como tal. He pasado aquí, en un chalet de los primeros construidos, sesenta y seis años vacaciones de verano y Pascua y desde hace tres es donde resido. La comarca tiene una belleza y una versatilidad del paisaje que recuerda los versos de Fray Luis de León: “¡Oh campo ¡Oh fuente ¡Oh Río ¡Oh secreto seguro y deleitoso”. Que de todo tienen los dieciséis municipios de la comarca mía.



No tan solo de mi pueblo l’Eliana he recibido atenciones y sinceras deferencias, como poner una fuente a mi nombre, qué mejor regalo para un corredor, o editar el segundo tomo de La columna de Andrópolis. También de todo el resto de municipios que formaron las etapas de Las carreras de los Árboles y Castillos, que creamos José Luis Lorente y yo a imagen y semejanza de la que corrimos en el País de Gales. De los alcaldes de los pueblos de l’Eliana y Lliria, José María Angel Batalla y Manuel Izquierdo, valedores de la carrera, de los policías locales, e igualmente del resto de municipios, de los presidentes de la Mancomunidad, de Vicente Diago, director del Parc Natural de La Calderona, y de la bióloga Montse Simarro, que me llevó de la mano a descubrir las escondidas sendas de las que nada sabía.
¿Como no querer a esta tierra y a sus gentes? La carrera ya desapareció, son otros tiempos, pero vuestro recuerdo permanece. Os adeudo tantas cosas.

Toni Lastra
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He tenido que saltarme mi costumbre de abstenerme de leer u oír las informaciones de política, adquirida no por ideología o falta profesionalidad de los periodistas, sino simplemente por aburrimiento. La muerte de Nelson Mandela me ha dado licencia por un día para abandonar la costumbre y me ha llevado en desagravio a leer todos los diarios locales y foráneos a mi alcance en homenaje a Madiba, el abuelo.
Quizás se pregunten algunos de ustedes qué influencia ha podido tener en mí, un comentarista de deportes, un aprendiz de escritor y en su día un corredor de distancia esforzado; pues pienso que lo mismo que en cualquier otra persona de bien. La vida de Mandela es el paradigma de la magnanimidad y un ejemplo universal de la reconciliación y el perdón, virtudes que llevarían a cualquier persona a tener más paz y serenidad en su vida. En cuanto a su vinculación con el deporte, Mandela siempre creyó que podría ser un motivo para la unidad de su pueblo. Les hablaré del deporte donde su encanto y convicción lograron el milagro de que el equipo de Sudáfrica, los Springboks, fuera campeón de la Copa del Mundo de Rugby en 1995, en el estadio de Ellis Park de Johannesburgo, una competición organizada ya por el nuevo gobierno democrático. Venció Sudáfrica al equipo más famoso del mundo, los All Blacks de Nueva Zelanda.
Pero abordo de inmediato la película que, en clave de drama deportivo y dirigida por Clint Eastwood, narra los pasos de esa competición y de la influencia que tuvo en su país, que por primera vez logró ver unidas a la minoría blanca y a la población negra, luchando por un mismo fin, la victoria de los Springboks.
Como ni tengo el talento ni la autoridad para hacer una elegía de Madiba, me limitaré a remitirles a lo que personas preparadas, hombres y mujeres ilustres, dijeron de él. Es el hombre más grande del siglo XX, intemporal para muchos.

La Copa del Mundo de Rugby y la película Invictus

Tras ser liberado de la prisión de Robben Island en 1990, Mandela llegaría poco después a la presidencia de la nación. Pensó en seguida que la Copa del Mundo de Rugby de 1995 podía ser una plataforma ideal para integrar al pueblo en su política de perdón y, para ello, debía incorporar a los Springboks, que estaban en uno de sus peores momentos de forma y desacreditados ante la mayoría negra que acudía a los partidos a abroncarlos por considerarlos el equipo del aparteheid, en el cual solo juega un negro. Conocido por todos que La Copa Mundial de Rugby está a un año de su celebración, Mandela logra el pláceme del Comité de Deportes Sudafricano y manda llamar para exponerle su plan al capitán del equipo de los Springboks, François Pienaar, a una reunión, en la que le informa de la pretensión de que su equipo sea el vencedor de la copa mundial. Sería un factor decisivo de la reunificación de la nación.
Pienaar, capitán de los Springboks, y sus compañeros de equipo se ponen en marcha para cumplir lo pactado con Mandela como doble objetivo, que no es otro que entrenar con dureza y disciplina para afrontar la Copa del Mundo y llevar a cabo el mensaje del gobierno de fomentar el rugby en las comunidades negras en programadas sesiones de entrenamiento. Entre tanto, muchos ciudadanos de ambas razas tienen sus reticencias y no creen que el rugby sea el factor conciliador que se pretende en una nación enfrentada durante medio siglo. Pero Mandela y Pienaar están cada vez más convencidos de que el rugby puede ser el juego que una su país.
El destino, cada vez más favorable, parece tomar la deriva favorable en la que cada vez más firmemente siguen creyendo Mandela y Pienaar. En los juegos de apertura, el apoyo a los Springboks de la población negra es más evidente; tras las primeras victorias, los ciudadanos blancos y negros apoyan sin fisuras a Mandela y Pienaar. De repente, como por ensalmo, las predicciones de los más optimistas se transforman en realidad y dan con los Springboks como finalistas contra los All Blacks, en aquella época considerados el mejor equipo del planeta.
Los Springboks tienen programados dos espectaculares golpes de publicidad; primero la visita a la isla de Robben, donde durante el mandato del gobierno segregacionista del apartheid sufrió Mandela casi treinta años de condena. La visita emociona a Pienaar, que se pregunta de qué pasta está hecho Mandela, capaz de perdonar a aquellas personas que lo tuvieron encarcelado casi treinta años.
El segundo golpe de publicidad sucede ya en el estadio de Ellis Park, abarrotado de una multitud de seguidores ya de por vida de los Springboks. A punto de comenzar el juego, con François Pienaar arengando aún a sus jugadores, tras un espectacular estruendo, aparece un avión de pasajeros en vuelo rasante que lleva el siguiente mensaje escrito en su fuselaje: “Buena suerte, Springboks”. La buena suerte deseada se hace una realidad más. Los Springboks ganan el partido, con un final que no hubiera hecho ni el más distinguido guionista de Hollywood. Ganan el juego en el último minuto, con un golpe de patada de campo de Joel Stransky y un marcador de 15-12. Las frases del poema Invictus se escuchan…
Quisiera contarles como despedida de este apartado unas frases de François Pienaar y el presidente Mandela. Pienaar le dice a Mandela: “Muchas gracias, señor presidente, por su ayuda a los Springboks”, a lo que contestó Mandela: “Gracias a usted, François, por ayudar a su país”.
  
Invictus, la película

Era de esperar que la industria cinematográfica no perdiera la posibilidad de producir una gran película sobre una historia tan sugestiva. Invictus es la película de un drama deportivo, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon en los papeles de Mandela y Pienaar. La historia está basada en el libro de John Carlin, Playing the Enemy: Nelson Mandela and the Game that Changed a Nation. La película trata de los acontecimientos en Sudáfrica durante la Copa Mundial de Rugby.
La película fue lanzada en diciembre del año 2009 con el título de Invictus, un poema del inglés William Ernest Henley, nacido en Gloucester, contemporáneo de Robert Louis Stevenson, con el que le unía una gran amistad, que les llevo a escribir varias obras en conjunto. Henley tuvo una vida marcada por la desgracia: enfermo de tuberculosis, que derivó en la amputación de una pierna, demostró una entereza en no rendirse y conservar una dignidad ejemplar. Su poema Invictus, que llevaba siempre consigo, le ayudó a Mandela a soportar los duros años de prisión en la isla de Robben. Personalmente, cuando publiqué en 2010 el tercer libro de la trilogía La columna de Andrópolis, lo seleccioné como prefacio, que me permito trasladar aquí. Imaginen a Mandela poniendo voz a su alma en los desgarrados versos de William Ernest Henley.

Invictus

De la noche que me concierne, fuera,
Oscura como la extremada sima,
Agradezco a los dioses que convengan
A mi alma inconquistable.

En el siniestro abrazo de la hora
Ni me he estremecido, ni implorado.
Bajo los tumbos del azar, cruenta,
Se yergue mi cabeza.

Allende este lugar de ira y lágrimas
No se ve sino el Horror de la sombra,
Y de los años la amenaza, empero,
Ha de encontrarme impávido.

No importa que la puerta sea estrecha
Ni el castigo que los cargos merezcan,
Yo soy el vencedor de mi destino;

De mi alma, capitán.


Toni Lastra



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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXIX

"Nacho y Cristina, una pareja ejemplar"


En mi anterior columna, titulada La pareja que corre unida permanece unida. ¿O no?, quedaba en el aire si, con los efectos del aerobismo, que caló tan hondo en la ciudadanía, muchos de sus adeptos, iluminados por el mensaje de una nueva vida, abandonaron sus obligaciones con la familia, el trabajo y casi con la sociedad.
El conflicto se hacía más patente en las parejas, como exponía con claridad el artículo que transcribía y que apareció en un número del Runner’s World del año 1974 y que, para aquellos que no lo leyeron, vuelvo a reseñar.
Si ambos corredores forman una pareja, es muy probable que se entiendan entre sí. Pero ¿qué pasa cuando uno de ellos no sabe qué hacer con la obsesión del otro por las carreras? Nadie puede amar la actividad del corredor si eso lo excluye, si la carrera es la amante y le presta más atenciones. Correr puede ser algo muy hermoso para uno, pero para el otro no deja de ser algo irritante y aburrido.
Y no es mejor cuando llegan los domingos, que el destino es siempre la carrera y a uno le toca el papel de porteador de la pesada bolsa del corredor, repleta de toallas, ropa seca, botellines de agua… Apostada, si es mujer, con otras “viudas de corredor” por las esquinas, sigue el paso del corredor en carreras que se eternizan. Y cuando llega a meta, tenerlo todo preparado, mientras el corredor no le hace caso o la manda a ver los paneles de resultados, enfrascado en interminable cháchara con sus colegas de las mil y una vicisitudes de la prueba.
Los corredores están tan absortos en sus temas que si a una de las “viudas” le diera por desnudarse y cruzar la calzada, continuarían impertérritos su sonsonete sin prestarle atención.
Hace unos días almorzaba con el presidente del C. A. Correliana, Javier Pons, y otros amigos corredores, y se reconoció lo mucho que le deben las organizaciones y aun más los corredores a todas esas “viudas de corredores” y a todas las mujeres en general. Le oí decir a alguien: “Alguna vez habrá que hacerles un monumento, un homenaje o una placa”, pero llegaron los bocadillos y se terminaron las conversaciones.
Cuando llegaron los cafés le comenté a Javier: “Sería conveniente que eligieras a la pareja del club que mejor represente las buenas relaciones entre sí y con sus compañeros para quitar ese sabor amargo que han dejado esas historia, y les haría una entrevista”.
Javier no me contestó. Se levantó de la mesa, se retiró a una discreta distancia y llamó a alguien. La conversación no duró ni un minuto, regresó a su asiento y me dijo: “Eso está hecho. ¿Cuando quieres hacer la entrevista?” “Mañana, a las 18.30 en mi casa. ¿De acuerdo?” “Allí estaré con la pareja. Son Ignacio Pérez Payno y Cristina Roberto Mares. ¿Los conoces?” “No, pero confío en tu elección. De vista seguro.”

La entrevista que acabó en coloquio

Decía Frank Shorter, el vencedor del maratón de los JJOO de Múnich, que los corredores hablan mucho y son incapaces de guardar un secreto. Lo de guardar un secreto no lo sé, pero tanto Javier como yo tenemos fama de habladores impenitentes. Por poco juego que dieran los entrevistados, nos esperaba una larga entrevista.
Puntual como un reloj suizo llegó la pareja. Ignacio Pérez Payno y Cristina Roberto Mares. De inmediato surgió ese estado de confianza que tienen los viejos amigos. Los tres nos conocíamos de vernos en las carreras, aunque no habíamos hablado nunca. Hechas las presentaciones, les dije: “Si os parece podemos empezar mientras llega Javier”.
Toni.— La vieja grabadora funciona; esto es un buen augurio. Vamos con las credenciales, Nacho.
N.— Me llamo Ignacio Pérez Payno, Nacho para todos. Tengo 40 años y, como habrás supuesto, Cristina y yo somos matrimonio y tenemos dos hijas, Mar y Aitana, de 5 y 8 años. En mi familia tengo antecedentes deportivos y todos mis hermanos practican algún deporte, bueno, todos menos dos.
T.— Menos dos, ¿cuántos hermanos sois?
N.— ¡Siete! Llegué al Correliana por recomendación de Vanessa Benavent. El club se había inaugurado hacía cuatro o cinco meses. De inmediato me di cuenta del ambiente que había, de una cordialidad sincera, parecía una reunión de familia. Cuando me reuní con el presidente no pude por menos que mostrarle mi satisfacción.
Javier.— (Ya incoporado.) Ese es nuestro lema: aquí se vive por y para el socio.
N.— Al rato manteníamos una relajada conversación como si fuéramos amigos de toda la vida.
T.— Como el verso de Mario Benedetti en Habanera: “Aquí todo el mundo es alguien y nadie se queda fuera”.
N.— Exactamente.
T.— Bien Nacho, si te parece hacemos una pausa, comenzamos con Cristina y vuelvo contigo.
N.— Adelante.
T.— Tu turno, Cristina.
C.— Me llamo Cristina Roberto Mares. Tengo 36 años, soy topógrafa, al igual que Nacho, nos conocimos en la universidad y actualmente ejercemos nuestra profesión, pero en empresas distintas.
T.— ¿Cuándo empezaste a tomar en serio tu afición por las carreras?
C.— Todo empezó después de los partos de mis hijas. Me encontraba muy mal físicamente, me cansaba por todo y decidí seguir los consejos de Nacho y el apoyo de Javier y de mi amiga Vanessa. Poco a poco fui recuperándome. Participé en carreras y la carrera entró a formar parte de mi vida, de tal manera que decidí correr un maratón. Corrí el Maratón de Montaña de Valencia el año pasado y este año el maratón de Sevilla. Yo misma me sorprendí de la marca, 4 h. 20’. Fue definitivo, es más, consideré que era la mejor distancia para mí. No podía fallarles. Amparo Parra que corrió el maratón conmigo, Nuria Fabuel y el presi que nos acompañaron los últimos 12 kms. y Nacho esperándome en la meta, todos gritaron emocionados a mi llegada. Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
T.— Perdona, Cristina.¿Me permites una pregunta personal?
C.— Por supuesto.
T.— ¿El color de tu pelo es natural, es tuyo?
C.— De nacimiento.
T.— Es precioso. Cuando participas en las carreras con tu flamígera cabellera al viento me recuerdas a las valquirias.
C.—¿Qué es eso?
T.— ¿No conocéis la historia?
J.— No, pero me temo, que nos la vas a contar.
T.— Seré breve. Las valquirias eran las mensajeras del dios supremo de los países escandinavos, Odin, y tenían como misión elegir a los héroes que iban a morir en batalla y luego los transportaban al Walhala, el paraíso de los dioses, donde alcanzaban la inmortalidad y eran servidos por las valquirias que les daban a beber cerveza e hidromiel en los cráneos de sus enemigos. Los artistas siempre han tenido una especial devoción por las valquirias. Wagner las inmortalizó en su cabalgata. Los pintores primitivos las representaban con casco y armaduras, pero los pintores románticos daban otra versión: las pintaban vestidas con vaporosas y livianas vestimentas que dejaban entrever la hermosura de sus rotundos cuerpos, danzando con su melena al viento en el glauco lumínico de los valles. Pero volvamos de nuevo al tema que nos ocupa. Nacho, háblanos de maratones y marcas.
N.— Pues he corrido dos maratones, el primero en Valencia, el año pasado, con una marca de 3 h. 11’ y el segundo en Sevilla este  año, con una marca de 3 h. 06’. En este último me encontraba tan bien que decidí aumentar el ritmo equivocadamente y lo pagué muy caro.
T.— Dentro de unos días vais a correr el nuestro Cristina y tú. ¿Qué tiempo piensas hacer?
N.— Perdona, no quiero especular, trae mala suerte.
T.— Te comprendo Nacho. Suerte. Cristina, como fue tu debut, me dijiste que hiciste 4 h. 20’ en Sevilla´13. No me digas la marca que piensas hacer, pero me da el pálpito que, como mínimo, rebajarás tu marca.
C.— Tengo un especial interés, porque vienen mis padres a verme.
T.— Les felicitaremos. ¿Cómo se llaman?
C.— Enrique y Fidela
T.— Falta poco para saberlo. Pidamos el favor a los dioses. Javier, esperamos tu sentencia, tú que eres tan amigo de ellos y los conoces también, ¿por que no nos haces un retrato de esta pareja ejemplar?
J.— Antes de nada son amigos entrañables y excelentes personas. Nacho tiene unas facultades extraordinarias, es el biotipo perfecto del corredor de distancia. Si alguna vez tomara la decisión de preparar una temporada en exclusiva para correr a tope de su fisiología un maratón podría aspirar a un 2h. 45’.
C.— Ya sabes, a entrenar.
J.— En cuanto a Cristina, te diré que no he conocido corredor ni corredora alguna con su fortaleza mental. Puede aspirar en un corto plazo a 3h. 40’. Yo la llamo La Roca.
C.— No lo creo.
T.— Vosotros tenéis tantos puntos en común que sois dos almas gemelas condenadas a quereros toda la vida. Es una creencia generalizada que la carrera diaria, aparte del beneficio físico, confiere una autoestima y confianza notables. ¿Ha sido así en vuestro caso?
N y C.— ¡Sí!
T.— Otro punto en común y van… En una escala de uno a diez, ¿qué puntación le daríais a Correliana?
N y C.— De nueve a diez.
T.- ¿Javier Pons, como presidente de CorrEliana, que virtudes veis en el?
N.- La ilusión y dedicación al club, que hace familia, que se interesa por cada uno de nosotros y que si quieres en cualquier momento le tienes a tu lado. Es de las personas que te sientes a gusto cuando estás con él aunque lo conozcas de hace dos minutos.
C.- Javier es un lider nato muy fácil de llevar, generoso y altruista, con una dedicación extrema al club. CorrEliana se ha convertido en un gran proyecto gracias a él y gracias a un poquito de cada uno de nosotros. Personalmente para mi Javier es una persona muy especial a la que tengo muchísimo cariño, siempre me apoya y me anima en todo lo que me propongo. Siempre tiene buenas palabras para mi y me demuestra muchas veces que me aprecia.
T.— ¿Qué maratones os gustarían correr?
N.— Nueva York.
C.— Berlín.
J.— Las dos son planas, multitudinarias y poseen récords mundiales.
T.— ¿A quiénes dedicareis el próximo maratón?
C.— A Nacho, por su paciencia conmigo.
N.— A mis hermanos y a Javier Pons por su dedicación y ayuda conmigo y todos los socios.
T.— Bueno, esto se acaba. Cristina, hablemos de ilusiones, de esperanzas, de proyectos… Que no solo de carreras vive el hombre.
C.— Tenemos en proyecto un viaje a Malasia, a Kuala Lumpur, es muy lejos pero allí vive el hermano pequeño de Nacho, al que le tiene una especial predilección.
T.— ¿A qué persona admiráis más?
N.— A mi hermano Javier, porque es una gran persona, un gran amigo y muy trabajador.
C.— No me resulta fácil, conozco a muchas personas dignas de admiración, pero elegir a una sola podría resultar un agravio para otras.
T.— ¿Os gusta el cine?
C.— Vamos poco, pero me gusta Almodóvar y como actor José Coronado.

T.— Javier, la vieja grabadora no da para más: aparte de las palabras se ha tragado las cintas. Este último verano estuve en Inglaterra y pude ver un documental del Liverpool y vi sobre su puerta de hierro forjado en el Campo de Anfield su famosa frase: You’ll never walk alone. Nunca caminarás solo. Cambiando el walk por run, podría ser un buen eslogan para Correliana. Nunca correrás solo.
J.— Podría ser.
¡Bon Nadal a tots!

Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXVIII

"La pareja que corre unida, permanece unida ¿o nó?"


Sería conveniente, e incluso imprescindible, que nos pusiéramos rápida y brevemente de acuerdo, ya que es un tema que se debate desde hace años y la verdad es que no ha tenido una respuesta conforme. Hay opiniones contradictorias según sean las circunstancias personales de las parejas que corren unidas.
Al principio, y llamo principio a los primeros años de la década de los ochenta, los conversos al aerobismo estaban viviendo con la fe de un novicio su romance con las carreras, y aceptando con complacencia cuantos sacrificios y renuncias fueran necesarios en la metamorfosis del ciudadano asténico, en busca de la condición atlética que se requería para llegar a poder competir en las carreras más exigentes. Fuera hombre o mujer, la magia de la carrera los tenía cautivados; su autoestima y confianza  estaban por las nubes y los había convertido en adictos a la carrera diaria, con una pasión por mejorar su nueva condición, que se había convertido en el primer  mandamiento casi religioso de su integración en el aerobismo.
ALGUNOS EJEMPLOS

Este cambio despertó la alarma en las parejas no corredoras, que no podían aceptar sin recelo que ese cambio fuera tan sólo por el correr. Recuerdo que la mujer de un corredor, vino a verme al Club y se me sinceró; estaba nerviosa y preocupada y me preguntó: ¿Toni tú sabes (utilizaré el nombre de Sebastián para respetar su privacidad) si Sebastián tiene algún lío con alguna corredora? No se ve con los amigos de siempre, vive pendiente de las dietas, la carrera se ha transformado en algo peor que una amante. Naturalmente le dije que no, que ese cambio de vida lo habíamos experimentado todos, y no se iba a culpar de todas las infidelidades a la carrera popular. No se marchó muy convencida.
Un corredor distinguido del club, tenía tan postergada a su novia por su extremada pasión por las carreras, que ella le lanzo un ultimátum: El maratón o yo. Él ni lo pensó; “Me quedo con  el maratón”.
LOS EXTRAÑOS CAMINOS DEL AMOR

Y como empezaron a surgir parejas mixtas ya ganadas para el aerobismo, corredora ella y corredor él como una posible solución a estos conflictos, fueron muchos y muchas que, como reclamo, se hicieron corredoras o corredores para facilitar noviazgos con corredores o corredoras confesos de su adición a las carreras. Incluso en algunos matrimonios, el cónyuge no corredor abdicó de pleno a su sedentarismo y pasó a ser un fiel adicto a las carreras. El problema es tan viejo como las carreras; valga como ejemplo este artículo que les transcribo a continuación que envió para su publicación una lectora de Runner´s World en el año 1974.
Si ambos miembros de una pareja son corredores es muy probable que se entiendan entre ellos. ¿Pero qué pasa cuando una esposa no sabe qué hacer con la obsesión de su marido por la carrera? Porque entre los competidores existe una identificación por las mismas cosas. ¿Y qué pasa cuando ella o él no son corredores? Un hombre que ama el correr, tiene que tener una esposa muy especial para que lo entienda, que acepte su actividad, que acaba siendo una competencia para ella. Ninguna mujer puede amar la actividad de su marido corredor, si él la excluye; si la carrera es la amante de él y le dedica más atención a esa amante que a ella. Correr puede ser algo hermoso para él, pero para ella puede ser algo irritante y aburrido y no es mejor cuando llegan las competiciones de los domingos, que les toca ir de esquina a esquina para verlos y luego llevarles a la meta ropa seca junto con las otras “viudas” de corredores, mientras ellos se eternizan en interminables conversaciones sobre las vicisitudes de las carreras, sin prestarles la menor atención. Están tan absortos en sus comentarios, que si a una dama le diera por desnudarse y atravesar la calzada corriendo, ellos seguirían impertérritos su interminable cháchara.
 Toni Lastra



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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXVII

"Los mejores consejos que oí y leí cuando corría maratones"

Cuando competía en maratones, deseché los ofrecimientos que me hicieron corredores cualificados o preparadores para entrenarme, no por soberbia o creer que no los necesitaba, simplemente porque sabía lo difícil que era para mí someterme a una disciplina ajena y preferí siempre aprender escuchando sin compromiso y leer las biografías de grandes corredores o entrenadores. Estaba en tal estado receptivo que solía anotarme en un cuadernillo lo que observaba y oía en tertulias y conferencias; después reflexionaba si era de interés para mí, pues consideraba que lo que podía ser de gran utilidad para otros no tenía por que ser necesario para mí. Yo acababa de llegar y corría el peligro de caer en manos de quienes ejercían de asesores técnicos tan solo porque lo decían ellos, sin que nadie les preguntara, y no hay nada más triste que equivocarse con los errores ajenos. Sabía perfectamente equivocarme solo.

En poco tiempo reuní una modesta biblioteca de grandes escritores y revistas especializadas en el correr y varios cuadernos de anotaciones donde anoté datos de interés. Incluso mandaba traducir artículos de revistas extranjeras. Me había hecho un buen acopio de ellas, de tal modo que llegué a la conclusión equivocada de que tenía respuestas a todas mis preguntas, pues, como dijo Blaise Pascal, “ya se han escrito todas las buenas máximas. Solo falta ponerlas en práctica”. En un examen habría sacado buenas notas en teórica del maratón: sabía lo que tenía que hacer, pero no cómo hacerlo.
Había adquirido cierta cultura sobre la carrera de maratón y el fenómeno socio deportivo del aerobismo y aquellos libros, las revistas y los cuadernos ocupaban parte de las estanterías de mi biblioteca. Poseía varios libros de los grandes gurús del aerobismo en Estados Unidos. Hubo muchos factores que contribuyeron al crecimiento en la actividad del correr, pero ninguno tuvo tanta influencia como la obra del doctor Kennet Cooper, autor de los libros Aerobics, New Aerobics y Aerobics for Woman. A el se unían George Sheenan, Joe Henderson, David Costill, T.D. Noakes, Arthur Lydiard o Bill Boverman. Los buenos tiempos comenzaron a finales de los sesenta; a España llegaron un decenio después. La revista Runner’s World, que fue la que anunció el fenómeno socio deportivo del aerobismo, a España llegaba casi por encargo y editada en inglés.
Fue mi buen amigo Frankie Caballero de Luján el que me dio a conocer a todos esos preclaros personajes, pues me pasaba, una vez las había leído, los números de Runner’s World con traducciones al castellano de artículos que consideraba Interesantes, lo que elevó mis conocimientos sobre el apasionante mundo de las carreras.
Pero yo no estaba tan interesado en ello como en convertirme en el mejor corredor posible a mi tardía edad. La casualidad estaba dispuesta a serme propicia; una cosa es predicar y otra dar trigo. Iba a conocer a una persona decisivo en mi vida de corredor.
ANTONIO POSTIGO

Había ido a Madrid a la Feria del Deporte en compañía de Alfredo Ibarra para conseguir patrocinadores para nuestro maratón y allí conocí a Antonio Postigo, un prestigioso entrenador de atletismo, que intuyó que el recién llegado movimiento del aerobismo en España iba a tener una trascendencia inmensa en el mundo de las carreras populares, lejos de la creencia generalizada del atletismo tradicional, que lo tildaba de moda pasajera. Le enseñé el plan de preparación que yo mismo me había trazado. Antonio sonrió benévolamente y me dijo: “Corre un diez mil a tope en una pista de atletismo, te anotas el tiempo y te prepararé un plan, si te parece bien”. A los tres días tenía en su casa el tiempo solicitado. Aquello fue el comienzo de una gran amistad que aún perdura y que se verá aumentada por la decisión de Antonio de trasladarse a vivir al Camp de Túria, donde tenemos previsto escribir conjuntamente un libro y otros proyectos. No creo necesario resaltar que Correcaminos preparó sus maratones durante años con los programas de Antonio, al que siempre consideré mi maestro.
Pero vuelvo al título de esta columna.

ALGUNAS NORMAS PARA ACOMETER UN MARATON CON LA PRETENSIÓN DE HACER MARCA

1. La hora de correr es inviolable, como comer, trabajar o dormir.
2. Tener que entrenarse solo no será motivo para suspender la carrera diaria.
3. Nunca se ha suspendido un maratón por causa de un meteoro adverso: lluvia, nevada o granizo.
4. No aceptes ofrecimientos para acompañarte el día de la prueba. El reloj debe ser tu único compañero fiable. La mejor denominación que se ha dado del maratón es que es una carrera que se corre en solitario en medio de una multitud.
5. Llega a la salida con tiempo sobrado, pero busca un lugar apartado para hacer tus estiramientos. Huye de los hipocondríacos y de los asesores, que lo son solo porque lo dicen ellos. No hay peor castigo que equivocarse con las ideas ajenas.
6. Evacuación matutina y desayuno ligero. Recuerda que la comida y la cena del día anterior son las más importantes para cargar tus músculos de glucógeno.
7. No es cierto que el sexo antes del maratón perjudique la carrera. Lo que sí lo hace es andar toda la noche en su busca.
8. Recuerda que el maratón es como una cuenta corriente de libre disposición que debe tener saldo hasta el kilómetro 42’195.
9. Cuando lleguen los malos momentos, aíslate, como si estuvieras solo y canta o recita en silencio mientras corres el poema que más te haya emocionado en tu vida.
10. No preguntes a ningún corredor cómo se encuentra ni el tiempo que piensa hacer o si está en forma. Te contestarán que no están bien para justificar su mala marca. Cuando te lo pregunten, di que estás fenomenal: los dejarás confusos y dejarán de darte la vara.
11. Si durante la prueba te encuentras realmente mal, sé prudente y abandona. Los maratones no se acaban ese día.
12. Sobre las comidas y dietas especiales, decía el doctor Sheehan: come lo que siempre te ha sentado bien y desecha lo que te haya sentado mal. No experimentes ese día con comida ni bebidas energéticas.
13. Si en la carrera divisas a un corredor de tu categoría al que siempre has deseado ganar, síguelo a una distancia prudente, evitando que se dé cuenta. Deja que madure la pájara que lleva dentro y entonces rebásalo en silencio sin dar muestra de verlo.
14. No hagas un metro de más, sigue la regla geométrica de que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. No traces curvas y procura seguir la línea azul.
15. No alardees de una gran marca cuando la consigas, porque, como en el oeste, siempre habrá otro más rápido.

Perdónenme que por una vez haya ejercido de consejero (consejos vendó que para mí no tengo).Nada más lejos de mi intención. Muchos de estos consejos provienen de los más modestos corredores. Tengo casi una cincuentena más e incluso un corredor me contó una forma de hacer una pirula sin ser visto y, aunque no lo hizo, me rogó que no diera su nombre ni explicara la trampa, algo que cumpliré a buen seguro.
Pero bueno es conocer lo que hacen esos tramposos, porque, igual que existe el crimen perfecto, existe la pirula perfecta.

Que pasen buen día.

TONI LASTRA


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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXVI

Ser o no Ser

La Sociedad Deportiva Correcaminos, acababa de celebrar su décimo sexto maratón, los dos últimos en los años 1995 y 1996, corridos con el novedoso sistema de la compensación, formula que becaba a los corredores con unas salidas escalonadas según la edad, un sistema revolucionario que permitía el ser el vencedor a cualquier corredor distinguido de la categoría que fuera.
Aquellos atrevidos experimentos que escapaban de la más pura ortodoxia federativa, no merecieron la suerte de ser aceptados por todos y a pesar de que la segunda edición bajo este sistema elevó el censo, se optó por enviar las compensadas al baúl del olvido.
La Sociedad Deportiva Correcaminos volvió de nuevo al sistema tradicional, pero añadió a su bien ganado prestigio como organizadores, el reconocimiento general de haber sacado adelante, con toda la complejidad que suponían, aquellos maratones excéntricos.
La Sociedad Deportiva Correcaminos, que partiendo de la nada había conseguido dar continuidad desde marzo de 1981 a dieciséis maratones y otras carreras, reeditó la Volta a Peu e inició el camino a lo que hoy son sus medios maratones, con la organización de las Carreras de 20 Kms. sin perder su propia identidad social. Era antes que nada un club y no una empresa mercantil dedicada a la organización de carreras.
Nuestros maratones se sucedían unos tras otros, con el seguro de una buena organización, pero anclados en una feliz mediocridad. En cuanto a las marcas, ni avanzábamos ni retrocedíamos. Pero como dice el proverbio latino: “Non progredi est regredi” (No avanzar es retroceder). La gente daba por hecho que teníamos una organización modélica, algo que por supuesto ni se valoraba ya. Pero los tiempos conseguidos allí estaban como un baldón. Un hecho significativo es que el record de la carrera conseguido por Vicente Antón Pastrana en el cuarto maratón en 1984 de 2h14’01” tardó diecisiete años en batirse. Fue en el año 2001 cuando el keniata Jhon Njoroge Miaka hizo un crono de 2 h.13´43´´ en el 21 Maratón Popular de Valencia. Nosotros conocíamos las causas; no era por falta de dedicación, ni de una notable organización, ni nosotros ni nuestros patrocinadores dábamos para más. Era falta de un presupuesto adecuado. Conocedores de que cuando no hay dinero hay que utilizar el ingenio nos volcamos con los maratones compensados pensando que por su originalidad podrían ser de un gran atractivo para los patrocinadores, no fue así y todo continuó igual.
En el entretanto Paco Borao, el actual presidente de Correcaminos, como todos suponíamos tras su brillante gestión en la AIMS, alcanzaría la Presidencia de AIMS. Aquello fue una revelación de que iban a convertirse en realidad los sueños. Correcaminos y el Ayuntamiento se asociaron y tras esta decisión, aparecieron los grandes patrocinadores y los días de gloria llegaron.



Pensar por un momento que esta utopía se convirtiera en realidad fue el sueño imposible de otros tiempos. Valga como ejemplo que si se consiguen los objetivos para el inminente Medio Maratón Trinidad Alfonso, de colocarse entre los cinco mejores del mundo y se consigue recortar los segundos con el medio de Granollers, pasaríamos a ser el más rápido corrido en territorio español, lo cual no es una especulación banal sino más bien una esperanza cierta.
Había que apostar por este cambio, no ya por el  prestigio de un club, sino porque nuestra ciudad podía añadir un nuevo galardón deportivo en su historial y podernos sentir partícipes de esa gloria. Es cierto que para llegar a ello, ha dejado ha dejado de ser un club con un gran contenido social a ser prioritariamente una empresa organizadora de carreras. Los tiempos han cambiado pero, para todos aquellos que añoramos aquellos tiempos difíciles en que éramos tan desgraciados, siempre nos quedará el orgullo de haber sido los creadores de esta aventura. Cada hora tiene su afán, como dijo Ortega y Gasset.
El tiempo como Notario Supremo ha demostrado que era necesario el cambio. Correcaminos ha llegado a la galería de la gloria donde sólo figuran los Organizadores de carreras mejores del Planeta.
Larga vida  y gloria eterna.

Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXV

JUAN SALVADOR SOLER
El corredor eremita


Si hubiera nacido en la época de las Cruzadas, habría sido como aquellos monjes que acompañaban a los Caballeros como preceptores, hombres que llevaban una vida austera y eran ejemplo para todos. Su lema en la vida es que todo se puede conseguir con estas tres virtudes: constancia, tenacidad y honradez. Confiesa haber corrido en sus veintisiete años de corredor (ahora tiene cincuenta y ocho) unos ciento treinta y cinco mil kilómetros y desgrana sin signo de vanidad sus mejores marcas: 33’40” en 10000 m.; 1 h. 12’12” en medio maratón y 2 h. 35’43” en maratón. Ha corrido diez maratones y, salvo en el primero, en todos ha bajado de tres horas.
Pero vayamos a sus orígenes. No tiene antecedentes deportivos en su familia. Su hermana Pilar es la presidenta de la Asociación de Clubes deportivos de l’Eliana. Pero él proviene del fútbol, jugó en el equipo de l’Eliana y en varios equipos de empresas. Su relación con la carrera fue durante el servicio militar en el Tercio Armada de Infantería de Marina, en San Fernando (Cádiz). Al estar cubierto el cupo de jugadores de fútbol, se dedicó a correr en las pistas y allí lo captó el equipo de atletismo, con el que quedó subcampeón del campeonato militar. “Yo fui el primer sorprendido y, a la vuelta a l’Eliana, mi pueblo natal, me fui decantando por la carrera a pie.”
Ha formado parte de cuatro equipos: Correcaminos, Cárnicas Serrano, l’Eliana Running y C. A. Correliana. Es miembro de la directiva del último, cuyo presidente, Javier Pons, le dio el cargo de tesorero, muy adecuado a la personalidad de Salvador.


—¿Qué piensa tu familia de tu afición a las carreras?
—Te voy a ser sincero: mi mujer y mi hija pasan de las carreras y no les enseño los trofeos que consigo. Mi hijo Roberto me ha dado una alegría: se está entrenando para correr el maratón.

No he exagerado en absoluto en lo de llamarlo el corredor eremita: no he conocido, en mi larga andadura por el mundo de la carreras populares, a nadie tan tenaz, dedicado y disciplinado. Su vida se mueve en tres círculos concéntricos: trabajo, familia y carrera diaria.
Dice que siente una admiración por Luis Félix por su humildad y camaradería con todos y por Paco Ribera en su tiempo por su marca en maratón y por Martín Fiz. Cita Siete Aguas como su carrera preferida, que ha ganado varias veces en su categoría
Elige Valencia como su ciudad preferida. Le gusta el cine y como actor admira a Jack Lemmon. Siente un gran amor por los gatos y tiene siete en su casa, además de dos perros. Yo, que tengo el mismo cariño por los gatos, solo tengo cinco. Me gana por dos.
Sigamos con las carreras.

—Eres un corredor excepcional, de los pocos de los que se puede decir que no han tenido lesiones y sigue presentando el mismo aspecto de flaco atlético, delgado como un lebrel, y paradójicamente pesas menos ahora que cuando conseguiste tus mejores marcas. ¿Cuál es el secreto?
—No hay secretos, yo elegí una forma de vida y la mantengo. Sigo haciendo los mismos kilómetros, aunque las marcas, lógicamente, sean peores por la ley del deterioro físico con el paso de los años.

Recuerda con agrado su paso por El Grupo Salvaje. A Alfonso, Andrés, Salvador Gallach, a todos.


—¿Qué anécdota especial recuerdas?
—Cuando conseguí mi mejor marca en maratón, 2h. 35’ 43”, en el décimo tercer maratón de Valencia. La meta estaba situada por primera vez en las pistas del cauce del río. Estaba emocionado, en cuanto aparecí en las curvas sonó un aplauso del público que pensé: “Sé que soy bastante conocido, pero no esperaba esto”. Pero al momento me di cuenta de mi equivocación y es que tras de mí venía Mónica Pont, que me adelantó y entró vencedora con un crono 2 h. 35’ 30”, proclamándose vencedora del maratón y campeona de España de maratón, ya que ese año el maratón era valedero como campeonato de España y le valió para representar a España en los JJOO de Atlanta.


—Vamos con la penúltima pregunta, Salvador. Imagina por un momento que, por un extraño sortilegio, te ves convertido en una divinidad capaz de solucionar los problemas de la Tierra. ¿Qué es lo primero que harías?
—Eliminar a todos los políticos corruptos, fueran del partido que fueran.
—¿Qué querrías decir que no te haya preguntado?
—Bueno, yo querría hacer una recomendación a esos corredores que corren kilometrajes excesivos en carreras de montaña, que reflexionen por un momento el perjuicio que suponen para su fisiología esos excesos, que les pueden acortar sus vidas de corredor.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXIV

"Nadie debería odiar a nadie"  

En las primeras secuencias de la película Running, el protagonista Michael Andrópolis, corredor de maratón, en plena preparación matinal, acude a encontrarse como todos los días, con su pequeña hija que en bicicleta va camino del colegio. Y se establece más o menos el siguiente dialogo:
- Papá, he sacado un notable en matemáticas.
- Eso está muy bien -le contesta Michael.
- Pues mamá dice que debo de sacar sobresaliente.
Michael que acaba de recibir una carta del abogado de su mujer solicitando la separación le dice:
- Mamá tiene razón; ella sabe que tú puedes conseguirlo.
- Pues hay una niña que ha sacado sobresaliente en todas las asignaturas, pero todos la odian.
- Nadie debería odiar a nadie, sentencia Michael.
La inminente llegada al colegio pone fin al diálogo.

Excelente el consejo de Michael a su hija, no solamente para que guarde una conducta ética, tanto más como ayuda para la conservación de una apropiada salud mental. Personalmente creo que esta acertada máxima, debería figurar enmarcada en todos los lugares, hogares, escuelas, edificios públicos… Cuando comencé a correr me di cuenta de que tenía que renunciar a muchas pautas y vicios de mi vida anterior. Eliminé de por vida tabaco, me moderé en la mesa, adopte nuevas dietas y corría casi todos los días y aprendí a respetar el esfuerzo ajeno; pronto me di cuenta que debía desterrar de mi alma odios secretos y quebrantos con nadie, pues me restaban la energía que yo necesitaba  para correr más y mejor.
Parodiando la canción de Julio Iglesias: “Amigos tuve en la vida que me quisieron, pero también tuve otros que también me hirieron”. Yo jamás albergue en mi alma un sentimiento tan fuerte como el del odio hacia nadie, ni el de la envidia, pero estaban en una clave oculta pasiva en mi cerebro y que no me alentaban a venganza alguna. Pensaba que ni merecían ocupar mi atención sobre ello, a pesar de que mi padre me solía decir: “Tonín, el que no te l'ha fet, te la farà”.
Los profesionales de cualquier deporte reconocen que la primera ley para ellos es la victoria y sus entrenadores juran por ella. Un famoso entrenador de fútbol americano Vicent Lombardi decía: “Vencer no es que sea importante, es lo único importante”. Bajo ese axioma no es de extrañar la dureza y saña con la se emplean algunos. No hay más que acercarse y ver cómo se han desvirtuado las iniciales premisas de que el deporte era un juego que fomentaba la salud y la diversión. Pero nosotros no somos profesionales; está bien ser competitivo, pero todos conocemos y debemos preservarnos de  no cruzar la línea que transgrede lo legal de lo prohibido. He tenido compañeros de club que jamás compitieron, teniendo marcas que les hubieran llevado a puestos preferentes y otros que se marchan cabizbajos y reclaman trofeos injustamente sólo por haber perdido o sólo por haber sido vencidos por el que menos deseaban y lo que pudo haber sido una mañana de domingo alegre pasa a ser un calvario, que solo conlleva rencillas y resquemores, que en el peor de los casos sólo lleva a falsificar las fichas con fechas de nacimiento falsas o a recortar los recorridos con las famosas “pirulas”.
Se debería practicar el deporte de una forma distendida y relajada lo cual influiría en un mejor rendimiento. Quizás alguno de ustedes recuerde a un jugador de  de fútbol chileno que jugó en el Levante hace años; se llamaba Carlos Humberto Caszely, no era el prototipo del jugador atlético era más bien gordito, como un budita feliz, pero jamás vi un jugador con mayor calidad en el regate, que dominaba con una maestría rayana en el virtuosismo, siempre sonriente, más interesado en disfrutar con su arte que en la propia consecución del objetivo supremo del gol. Decía él que esos jugadores crispados y nerviosos por imponerse a base de fuerza, se perdían la satisfacción de sentirse un artista. Él se consideraba el gerente, el ingeniero del equipo. Marchó poco tiempo después al Real CD Español.
Harían muy bien los padres en transmitir a sus hijos deportistas que jugaran de una forma legal, sin unirse a ese coro vociferante que les dan gritos a los niños con arengas que inciten a la violencia o al desacato con los jueces del partido.
Perdónenme que me haya metido en jardines ajenos, pero ahora que veo los partidos de fútbol de categoría de alevines en los que juega mi nieto, observo el mimetismo que transmite a los niños el ver tantos partidos en la televisión, lo cual les hace copiar toda la gestualidad de los profesionales; eso está muy bien. Pero es labor de padres y entrenadores aconsejarles qué deben copiar y qué no.
 Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXIII

JORGE PÉREZ GARCÍA
 “El Perdigones”

Una vez instaurado el maratón, que ya había celebrado su quinta convocatoria, comenzaron a madurar en la tribu de corredores nuevos desafíos para comprobar su fisiología. Necesitaban nuevas sensaciones; el maratón había perdido su halito heróico, se había aburguesado y ya no era motivo de admiración.
Nuevas carreras de mayor kilometraje, carreras de montaña, carreras por etapas en lugares inaccesibles, buscando más la aventura y el carácter expedicionario.

Correcaminos recogió el guante que lanzaban estos corredores extremos y casi por casualidad en una masía de Paiporta, donde nos reunimos un buen grupo de expertos maratonianos, celebrando cualquier cosa, en torno a una paella de col y bacalao.
En los postres llevados por los efluvios de la mistela y el café cremat,  alguien nos habló de la novela de Tom McNabb, La carrera de Flanagan, que narraba la historia de una travesía a los Estados Unidos, dicen que verídica,  desde la costa oeste a la este a pie naturalmente, corrida por los mejores fondistas de la época. La novela era sugestiva pero parecía haber más interés en la paella y despachadas las botellas de mistela, le siguieron toda una colección de licores estomacales, que rematamos con un capazo de fresas que aliviamos de una huerta cercana.

La pantagruélica comida nos dejó sumidos en un dulce sopor y lo que iba a ser una cabezadita, acabó en una pesada siesta de dos horas…

Como surgiendo de una ensoñación, alguien del grupo con voz somnolienta dijo: ¿Y por qué no hacemos nosotros esa carrera? Al atardecer aquellos visionarios ya tenían un proyecto: La carrera de la resistencia; el Macrofondo o la Transmanchega 147 Kms. Valencia - Fuentealbilla… lo demás es ya historia pero vayamos al personaje de esta columna.

Perdonen el largo preámbulo, necesario para comprender el eterno esfuerzo de estos hombres, como el protagonista de hoy, que alcanzaron la felicidad a través del esfuerzo, el dolor y la soledad de los caminos.

Jorge Pérez García: “El Perdigones”

Era y es un personaje singular; amable y solidario en cuantos proyectos se embarcaban los del Grupo Salvaje. Deseoso Jorge, recién llegado al club de poder integrarse en aquella jauría de lobos esteparios se apuntaba el primero, aunque falto de forma, para compartir preparación, provocando en él lesiones y abandonos.
No tardaron los malignos apodadores en otorgarle el de “El perdigones” término similar en la jerga del Grupo Salvaje al más conocido de la “pájara”.

No tardó a base de sacrificios en ir adaptándose y pasó a ser habitual en carreras como La Transcalderona, los macrofondos… cuanto más duras mejor.

Desde aquellos años, ni me acuerdo cuantos, en que le ofrecí escribirle una columna, que llevaba sin cumplir lo prometido, y ni me acordaba ya de ella. Pero una casualidad me precipitó a enmendar mi error; estaba arreglando mi jardín en el Camp de Túria, cuando una voz angustiada gritaba desde la calle ¡Toni, Toni Lastra!...
Alarmado corrí hacia la puerta. ¡Qué conmovedora escena! agarrado a los barrotes de la puerta, un hombre con ensangrentada la cara, brazos, y rodillas y empapadas de sangre sus ropas de corredor me espetó: Soy Jorge, “El perdigones”, me he caído en una cuesta abajo ahí en La Vallesa, me ha curado de urgencia un labrador al final de la urbanización y he aprovechado para pasar a verte. No quiso atender mis ruegos de que lo lleváramos a su casa o que pasara a ducharse. Alegando que tenía que volver pronto. Sangrando como un buey se marchó cuesta abajo a cubrir los seis kilómetros de regreso y con voz cavernosa y una mueca que pretendía ser una sonrisa, me dijo: “pero ya que estoy aquí te recuerdo que me debes una columna desde hace once años”.
Avergonzado me puse de inmediato ha redactarla.

Jorge Pérez García; ciudadano corredor

Jorge es valenciano, del popular barrio de Ruzafa, tiene 55 años, nació el último día del signo de Acuario del zodiaco en 1958. Está divorciado y jubilado y vive solo en un chalet del Plantío en La Cañada. Durante muchos años fue el Jefe de Compras de La Feria Muestrario Internacional, empedernido lector de revistas y de la prensa diaria, está informado de la política, presto siempre a debatir sobre cualquier tema.

Pesa ahora quince kilos más que en sus mejores tiempos. Estaba recuperándose de una lesión cuando sufrió la caída, pero sigue corriendo. Es un personaje más del relicto Macrofondo, de los que dice haber corrido unos diecisiete y veintiseis maratones, el mejor con una marca de 3 horas 23 minutos.


Dice que el momento más emocionante de su vida fue cuando completó su primer maratón, desde el puente de El Real hasta la Meta en La Alameda. Le pareció que el mundo se detenía y él era como un personaje de la mitología griega o como el protagonista de la novela de Alan Sillitoe “La soledad del corredor de fondo”, el primer hombre sobre la Tierra. Tal es su pasión por la carrera, que en su tarjeta de visita, en lugar de figurar cualquier título profesional o académico pone: Jorge Pérez García. Corredor de Marathon. Pienso que el regreso a su casa ensangrentado, le hizo creer que era uno de los defensores de El Paso de las Termópilas contra la invasión de los persas.

He de añadir que siempre que lo necesité dispuse de su rutilante coche de montaña, un Porsche Cayenne, y que escribir esta columna me ha liberado de una pesada carga de conciencia por no haber cumplido mi palabra.

Gracias y perdona que fuera yo quien te apodó “El Perdigones”.

Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXII

"A MIS SOLEDADES VOY / A MIS SOLEDADES VENGO"

Ahora que mi vida ha cambiado radicalmente, ahora que he tomado la decisión irrevocable de continuar escribiendo, de vivir en soledad, y he podido comprobar como decía Thoreau: “Lo saludable que es estar solo la mayoría del tiempo”. Me encanta estar solo. “Nunca he encontrado una compañía que acompañe tanto como la soledad”. La comparto casi sin reservas. Yo que solía repetir -parece que fue ayer- que si alguien me abandonaba en una isla desierta, podría volver a la semana y me encontraría muerto de soledad.
Tenían razón mis familiares y amigos que me recomendaban regresar a Ítaca y dar por finalizado mi largo periplo al servicio de su Majestad el Maratón. Ahora desde la distancia observo, sin responsabilidades, que el mundo gira y gira igual y comprendo que mi aportación no era necesaria  a esa rotación. Y me imagino a jefes, jefecillos y curritos agobiados y sin descanso, lanzando paletadas a la caldera para que no pare, no ya movidos por un ideal, o porque el fin justifique los medios, sino por el incentivo del dinero, algo incompresible para mí si no se acompaña de algo más que justifique nuestra felicidad, ya que para comprar lo que necesita el alma no hace falta el dinero.
Me despierto y como -no a los horarios convencionales; lo hago a mi libre albedrío- ahora que redacto estas líneas son las cinco de la mañana. El equinoccio de otoño comenzó a menguar las luces celestiales y la oscuridad nos acompañará en los meses más tenebrosos del año. Es una delicia sacar a ventilar los pensamientos y orearlos en la tersa brisa otoñal y solitario y en silencio ir advirtiendo la sinfonía de ruidos con la obertura del gallo hiriendo la madrugada, y la del pífano del mirlo como contrapunto. Poco después llegan las voces de los alboreados corredores populares que, robándole tiempo al descanso, cumplen con su hora diaria de carrera. Y luego el horrísono bramar de sirenas y de las máquinas rodantes y demás artilugios  mecánicos que recuerdan a la tropa que la jornada ha comenzado, y el tajo espera. Más tarde llegarán los jefes y encargados, que necesitan más descanso, pues pensar debe agotar mucho.
Y uno no puede dejar de pensar en los versos de La vida retirada del gran Fray Luis:
Despiértenme las aves
con su cantar suave no aprendido
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al arbitrio ajeno está atenido.

Entonces me meto en mi cabaña que, provista de doble acristalamiento, el único lujo que creo necesario, me protege de los decibelios prohibidos. Me sumerjo en el ordenador y continúo escribiendo hasta que la luz del mediodía siguiendo las pautas de los animales reclama mi atención y la del estomago, y doy buena cuenta de una deliciosa bandeja de frutas, a esa hora que los demás han vuelto al trabajo, o están tomando una siesta o viendo el telediario, que ha de haber gente para todo. Pero de repente me regresan del subconsciente las imágenes oníricas del sueño que me persigue desde que deje de ser corredor…
Siempre quise poseer la marca de 2h. 45’ y correr el Spartathlon de Atenas a Esparta  250 Km. en 36 horas y abrazar la estatua de Leónidas por todo premio. Nunca conseguí estas metas, pero la frustración de no haber podido participar en el Spartathlon aún me  persigue en un sueño eterno. Me pierdo por valles y barrancas sombríos y nunca llego a la meta, oigo el clamor de los espartanos en confuso vocerío alentando a quienes me adelantaron, y una y otra vez acaba ahí la ensoñación. Pero esta vez aun siguiendo sin llegar cambiaban las imágenes y llego a los arrabales de Esparta, y alguien del público me llama la atención y me señala un cartel de un griego de la época de la heroica defensa del paso de las Termópilas; desnudo y armado con una espada luchando fieramente contra los guerreros de Jerjes y al pie del cartel una frase en griego, que alguien me tradujo a esta frase lapidaria: Combatir es de hombres, vencer es de héroes y, a continuación el anuncio de un refresco. Algo así como la acertada frase de Fred Rohe: No le pidas recompensas al correr, correr es la recompensa. Creo que los dioses del Olimpo la tienen tomada conmigo y se divierten castigándome por darle más importancia al premio que a la carrera, en una época de mi temprana vida de corredor, en la que consideraba que vencer no es que fuera  importante; era lo único importante. Tenía el seso obnubilado con la continua lectura de la mitología griega y los héroes de la Ilíada y de la Odisea, algo así como le pasaba al gran Alonso de Quijano, con los libros Caballería.
Y ahora varado para los restos como una vieja barca que no volverá a navegar, no es que me haya vuelto iconoclasta, todo lo contrario, he ideado una maniobra para salvar los cien trofeos que gané en mi época de competidor y liberarlos del más que probable final de un almacén de chatarras. Consiste en despegar de las peanas del trofeo las etiquetas con los distintivos, y guardarlos en una caja de zapatos y libres de esta acreditación, los regalo a carreras especiales. Se destinan al último corredor/a, al más viejo, al que más veces ha participado, o al gusto de los patrocinadores… Los trofeos se perduran y acaban en manos de corredores, que no tienen fácil acceso a ellos. El trofeo que tenía cuando conseguí mi mejor marca en media maratón 1h. 16’ 35” allá por el cuaternario, lo posee ahora mi viejo camarada Antonio Montañana, ganado en la  Pujada a la Montieleta de Benaguasil.
Todos ganan; un corredor más tiene acceso a un trofeo, yo guardo la etiqueta original, me libro de limpiar el polvo de los siglos, y el trofeo se libra del desguace.
Suena el despertador, ahora convertido en avisador de la toma  de pastillas en hilera y yo como Lope: A mis soledades voy/ de mis soledades vengo.
Pero luego llega la noche y el jardín y los pasillos de la casa, de sombras queridas que alegraron mi vida y me retracto de la soledad y a solas vuelvo a mi habitación, solitaria y fría ausente de amor… Y, es que como a Serrat le pasaba con las musas, las mujeres ya han pasado de mi, andarán de vacaciones.
 Toni Lastra
                                                                             * * * * * *

La Columna de Toni Lastra
Cap. XXXI

YA LA CANALLA VIL

Por: Toni Lastra
  
Perdonen que me tome la licencia de titular esta columna sobre una obra inédita de Lope de Vega hallada en Valladolid, que como se anunciaba, en esa fecha iba a ser editada por el Centro de Estudios madrileños. Efectivamente el periódico El Norte de Castilla, publicó hace años cuatro octavas del tercer misterio de la obra del Fénix de los ingenios.
Y repito; disculpen esta licencia porque la obra está dedicada a la crucifixión de Cristo, pero es tal el impacto emocional que me ha causado el bárbaro atentado con el que el terrorismo ha herido al Maratón de Boston, que me lleva a transcribir una de las octavas del tercer misterio de la obra.
"Ya la canalla vil, bárbara horrenda, /de cansada y molida está sentada/ para volver de nuevo a la contienda/ con nuevo aliento y vida descansada."
Habrá de nuevo que advertir a la sociedad que, si en algún momento ha creído que porque no se producen estos horrores, no quiere decir que el terrorismo haya desaparecido, como dice Lope en esta obra, de cansada y molida está sentada/ para volver de nuevo…

Si ustedes leyeron mi trilogía -La columna de Andrópolis- corrí en mis tiempos cuarenta y cinco maratones y siempre dije que el mejor maratón que había corrido fue el de Boston. Guardo de él recuerdos conformes que no he visto superados en tiempos más actuales. Naturalmente que esta misma condolencia sentiría si esta acción del terrorismo, que me hace perder mi fe en la humanidad, hubiera sido perpetrada contra la más modesta manifestación cívica y pacifica. Personalmente me he sentido incapaz de ver repetidas las imágenes del atentado. Esa imagen del niño de ocho años muerto en el atentado, que había acudido al recorrido para ver a su padre, llena mi alma de congoja y he preferido a solas y en silencio reflexionar en qué sociedad enferma nos ha tocado vivir. Creo que no se me olvidará jamás.
Pero la mente de estos criminales en su cubil no para de maquinar maldades, y yo que siempre di gracias a la providencia de que a mis setenta y tantos años no había tenido que sufrir ninguna guerra, a pesar de haber nacido en el treinta y seis. Aunque me llegaron las referencias más tarde de la hambruna y miseria y los enfrentamientos fratricidas de nuestra guerra civil.
Creo que he visto magnificado el horror en su peor versión, hacia ese gran sentimiento que he tenido y tuve por las carreras populares, y qué bien supieron los terroristas elegir el escenario para que transcendiera al corazón de todos los corredores el escalofrío que nos sacudió el horrísono sonido de sus bombas.
La especie humana ha evolucionado positivamente en avances técnicos, científicos y sociales. Pero junto a la buena gente que, como cantara Machado en su poema “He andado muchos caminos”, sigue presente en esta sociedad esa “mala gente que camina y va apestando la tierra”. Y, parodiando a Kennedy en su discurso de investidura de presidente de los Estados Unidos, no preguntemos a la sociedad qué puede hacer por nosotros; preguntémonos a nosotros qué podemos hacer por ella.
Saquemos de nuestra vida anónima todas las lacras que perduran desde que la humanidad se arroga este nombre y que siguen perdurando en nuestros días: El egoísmo, la violencia, la envidia, la difamación, la ostentación, la riqueza superflua… y hagamos todo cuanto esté a nuestro alcance para no dar pábulo a toda esa canalla vil a utilizar el atentado cobarde de las bombas asesinas…
Y si el tiempo nos alcanza y a ustedes en leerme, recordemos que el dinero y el poder no tienen por qué ser el objetivo de nuestras vidas, démosle el merecido descanso y pensemos tanto en los demás como en nosotros y mientras los años y la salud lo permitan, sigan corriendo…
Y perdonen que recurra otra vez a la lírica para despedir estas líneas, con estos versos de Fray Luis de León:
"Y mientras miserablemente se están los otros abrasando en sed insaciable del no durable mando, tendido yo a la sombra esté cantando."
Toni Lastra

La Columna de Toni Lastra

 (09/0413)
Capítulo XXX

"ENAMORADOS"

Era sin duda el mayor corredor que he conocido. De él decían los técnicos, los titulados e incluso los que ejercen por vocación, que era un corredor blanco con anatomía de etíope o de keniata. Admirablemente flaco, su índice de grasa corporal y su capacidad máxima de absorción de oxígeno eran tan sólo comparables a los de las auténticas figuras del atletismo. Cumplía estrictamente sus programas de entrenamiento. Comedido en la mesa, no fumaba ni bebía, se acostaba pronto y solo. Era un joven asceta, con una convicción casi fanática de que había nacido para correr y de que le esperaba la gloria olímpica. Nada ni nadie que no perteneciera al mundo de la carrera parecía tener para él la menor importancia. Parecía, porque, aunque la columna se titula “Enamorarse” (como la película de Robert de Niro y Meryl Streep), debiera encabezarse más largamente, quizás “Efectos del amor en los corredores de fondo”.
Comenzó a faltar a los entrenamientos compartidos y cuando reaparecía era evidente para todos que ya no era el Luís Alejandro corredor que antes conocíamos. Estaba como enletecido, ausente de los proyectos e inquietudes atléticas que habían sido el centro de su vida. Al conversar y mucho más al sostener un diálogo, se quedaba de repente en blanco, como si su cerebro se hubiese parado, mientras sus ojos, en los que brillara el fulgor del competidor. Adquirían un sesgo soñoliento y soñador. Nuestro campeón, la esperanza atlética en que había depositado caducas ilusiones, se nos había enamorado perdidamente. Lo único que le devolvía a la normalidad de aquel “estado de transitoria imbecilidad” (como definiera Ortega y Gasset el enamoramiento) era la mención de las oposiciones a banca que estaba preparando con más dedicación de la que había concedido a correr en su día, o el nombre de Lorena, causa de sus pesares y alegrías. Veía la vida a través de su caleidoscopio brillante y multicolor en que se reflejaba en mil facetas el rostro de su amada. Para él, como decía Andy Rusell, el amor era maravilloso.
Poco después dejó de acudir del todo a las carreras y perdimos su rastro. Alguna vez nos llegaban noticias: había sido destinado fuera de Valencia, se había casado y era ya apoderado con mando en caja en la sucursal número no sé qué de no sé qué entidad bancaria.
Había pasado ya una docena de años cuando por casualidad me crucé un domingo con él en el cauce del río. No le hubiera conocido jamás. Me gritó para que me detuviera. Estaba radiante, gordo y feliz. Me presentó a Lorena. De inmediato comprendí por qué  se había enamorado: era una mujer fascinante. Nada me extrañó que el bueno de Luis Alejandro naufragase en la inmensidad de sus ojos azules. A su lado, zascandileando, bullían dos niños hermosos con cara de panquemado.
El mundo del atletismo perdió a una estrella rutilante, pero la familia, uno de los valores estables de la sociedad, había ganado un esposo y padre ejemplar. Iba a despedirme cuando la hermosa Lorena, más como admonición que como pregunta, me dijo: –¿Y usted, tan mayor, todavía corre?–. Naturalmente salí corriendo, por si fuera a ejercer conmigo el mismo influjo que con Luis Alejandro.

TONI LASTRA
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La Columna de Toni Lastra
 (27/03/13)
Capítulo XXIV

"VÓMITOS"



No sé si es la tersa brisa de marzo, el verme libre de los trabajos del maratón o como pedía en mi anterior columna, que la primavera haya querido hacer un milagro en este viejo corredor. Pero como por ensalmo he retomado la forma, olvidada en el último rincón de mis recuerdos atléticos, y en lugar de seguir corriendo largo y lento, me he visto con todos mis años a cuestas, no sé porqué extraño sortilegio, resistiendo con cierta facilidad el ritmo de 4’ el kilómetro, que era como corría las maratones hace ya una decena de años. Pero como soy viejo pero no tonto y sé que este aliento será tan efímero, que cualquier mañana, mientras dure este céfiro de los dioses, volveré a sentir esta inesperada juventud lo más intensamente posible.

Corro a diario en el viejo cauce del Túria siempre con la misma gente y por los mismos caminos. Este grupo, ya lo he dicho en más de una ocasión, es un congreso de criterios, ideas y creencias analógicas, que conviven en amistad. Su heterogeneidad va más allá de las ideas, se da también en la carrera: los hay rápidos, lentos y más lentos. Cada día, según se despierta mi fisiología, camino del vestuario decido quienes serán mis compañeros de viaje. Suelo viajar en los últimos vagones de la caravana. En más de una ocasión, un hombre joven, quizás no llegue a la treintena, a pesar de correr en dirección contraria a la nuestra e incluso por la otra ribera del cauce, gira en redondo y nos persigue y rebasa con una cierta sonrisa de suficiencia y algún que otro comentario quedo jocoso. Parece causarle mayor complacencia hacérmelo a mí. No tiene el gusto de conocerme, o quizás los haga porque me conoce. Pero lo ha repetido ya tantas veces, que es evidente que va a por nosotros.

Pero hace unos días sin sospecharlo él, y yo aún menos, llegó mi desquite. Era una de esas mañanas que cito, Me encontraba lúcido y ligero, y decidí fajarme con la gente rápida del gremio –queríamos bajar de diecinueve minutos la distancia entre el Puente del 9 de Octubre y el Puente del Real.
De repente, detrás nosotros apareció, desaforadamente, el temible burlón. Corría al borde la congestión, escupiéndose salivas y espumas sobre su rostro bermellón –era evidente que se había equivocado de vagón. Ante sus sonoros resoplidos, nos volvimos y un acuerdo tácito se selló entre nosotros: machacar al burlón. Sacando fuerzas de donde ya no quedaban, en un postrer impulso llegamos bajo los arcos del Puente del Real. Miré hacia atrás, extenuado y jadeante, el castigador, de bruces sobre el césped, arrojaba el desayuno entre angustiosas arcadas.

Será una crueldad, pero nunca llegué a pensar que ver vomitar a alguien me causara tanta alegría.
Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
 (12/03/13)
Capítulo XXVIII

VANESSA BENAVENT: 
Como un torrente

Nada es fruto de la casualidad, ni de la suerte. El campeón tiene una herencia genética transmitida por sus padres. Hace ya muchos años el famoso fisiólogo norteamericano David Costill, desvelaba en una conferencia que los corredores fondistas que poseían un mayor porcentaje de fibras de contracción lenta, eran los que cubrían el kilometraje de 16  kilómetros en mejor tiempo.

Los músculos de las piernas se componen de dos clases de fibras: Fibras de  contracción rápida, relacionadas con la velocidad y la fuerza, y fibras de contracción lenta, relacionadas con la resistencia. Además, ya ha quedado establecido que nuestra relación entre fibras de contracción lenta y de contracción rápida es innata y no puede ser alterada ni por el entrenamiento, ni por la dieta, ni por ninguna manipulación fisiológica conocida.

De modo que eso tenemos; o nacimos con ellas o no.

Pero hay otras cualidades que determinan la condición del campeón. Decía el famoso entrenador de fútbol americano Vincent Lombardi, que vencer no es que sea importante; es lo único importante. Pocos campeones son los que carecen del pensamiento de Lombardi. Participar está bien, pero como dicen los jugadores de cartas, jugar y perder es ya un placer, conque jugar y ganar…

El campeón o la campeona, debe distinguir y aceptar que para serlo debe considerar a los que van delante como rivales, la amistad transforma la práctica del deporte en un juego, pero cuando se compite como decía el entrenador Luis Aragonés, hay que ganar, ganar y ganar.

Conversaba esta semana con Vanessa Benavent del C.A. Correliana; Campeona absoluta del Circuito de Carreras del Camp de Túria y La Serranía y del Circuito Trail Valencia, y con el presidente del Club Correliana Javier Pons, sobre esos eternos temas de las carreras a pie, que a los corredores siempre nos parecen nuevos pero, dejemos a un lado todas estas disquisiciones filosóficas y centrémonos con la protagonista de esta entrevista, Vanessa Benavent.

Vanessa Benavent: "Como un torrente"

Vanessa tiene 39 años y aunque nacida en Valencia reside en L'Eliana. Está casada y tiene una hija de seis años. Estoy convencido de que de todos esos atributos que hemos expuesto, Vanessa los posee. Vanessa corre para vencer. Es como un torrente nacido en la montaña, incontenible y libre que hasta llegar al valle se apresura. Cuando uno la conoce por primera vez, advierte de inmediato que es corredora. Es como los pájaros que, cuando los ves por el parque en la tierra, sabes que vuelan. Es una flaca atractiva y elegante que parece una top model dispuesta a desfilar por la pasarela.


-        ¿Tienes antecedentes deportivos en tu familia?
-         No, mis dos hermanos son deportistas de ocio, pero no suelen competir , aunque tienen grandes condiciones.

-        ¿Cuándo empezaste a correr?
-        Fue desde niña, en el Colegio hacían una Mini Olimpiada y las que destacabamos competíamos con otros Colegios. Cuando entré en el Instituto mi profesora me animó a volver a correr e incluso gané una carrera , pero lo dejé hasta hace 7 años. Ya de adulta jugué al Padel, cuando era un deporte casi desconocido y también al baloncesto .

-                    ¿Has corrido maratón?
-        No, aunque este año pienso intentar ese gran reto.

-                    Tú que tienes ya una experiencia en las carreras, cuándo piensas que tarde o temprano llegará la gran prueba. En tu intimidad, sinceramente qué marca crees que conseguirás.
-                    No me atrevo a pronosticar. Mi marido dice que 3h:15´ a corto plazo. Vanessa  le pide ayuda a Javier que coincide con Vicente el marido.

Yo disiento con la opinión de ambos y trato de convencerla de que quizás pueda bajar de 3 horas. Aunque me moleste ponerme por ejemplo, le digo que yo empecé a competir a los cuarenta y cinco años y corrí cuarenta y cinco maratones. Bajé varias veces de tres horas y  tres de 2h. 48´. Creo que tendremos que hablar con Antonio Postigo sobre Vanessa. Creo que no podría estar en mejores manos.

Vanessa un bonito nombre

Quien te puso el nombre de Vanessa, qué bien los nombres ponía. Como sabrás el nombre de Vanessa, que proviene del griego, quiere decir Mariposa. Y en latín significa “La que todo lo puede” y también tiene su ascendencia con el de la Diosa Venus, que da nombre a la estrella más rutilante del firmamento. Venus; el lucero del Alba.

Y tienes el nombre de una gran actriz: Vanessa Redgrave, óscar de la Academia, actriz secundaria en la película Julia.

-        Vanessa, si te parece cambiemos el rumbo de la entrevista ¿A qué persona admiras más?
Su respuesta es inmediata:
-        A Vicente, mi marido, sin duda alguna. Con él empezé a entrenar  y aprendí lo poco que sé, aunque reconozco que no le hago mucho caso.

-                    El amor es algo maravilloso, que cantara Andy Williams. Apostillo. ¿Qué opinas de tu Club el Correliana?
-                    Lo que destacaría de Correliana, es el gran ambiente que hay y que todos los socios son tratados igual; tanto los que luchamos por estar delante , como los que corren por placer, sin ninguna otra motivación , que probablemente tienen el enfoque más acertado.

-                    ¿Quién es tu mejor amiga en el club?
-                    La verdad es que me llevo bien con todas, pero con Cristina me une una amistad anterior. Como atleta Cristina es un ejemplo de constancia y de los efectos beneficiosos del deporte. Nunca había estado interesada en correr y ahora se siente muy bien y su rendimiento y autoestima no paran de crecer.

-        ¿Qué maratón elegirás para tu debut?
-        El de Valencia por supuesto y después el de Nueva York.

-        Me viene a la cabeza la representación femenina de Correliana que fue a correr a Paris. ¿Cómo quedaron?
-        Contesta con cierto orgullo Javier. Todas terminaron la carrera.

-        Bueno Vanessa, esto toca a su fin y espero tener el privilegio de poderte hacer otra entrevista cuando consigas el doctorado subtres, que será más pronto de lo que tú crees. Larga vida y gloria eterna Campeona.
-        Muchas gracias , he aprendido mucho contigo y tus experiencias.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
 (19/02/13)
Capítulo XXVII

ROSER BAELLO: 
Una atleta tridimensional


       La revolución del aerobismo comenzó a finales de los sesenta en los Estados Unidos, pero a España llegó con un largo decenio de retraso. La revolución incruenta del aerobismo, a la que algunos han magnificado comparándola con movimientos religiosos o sociológicos tan importantes como las Cruzadas o el Marxismo, dependió también en su comienzo de pensadores. El Dr. Kenneth Cooper, con su trilogía: Aerobics, New Aerobics y Aerobics for woman, predicó el evangelio a una multitud fervorosa de pasar a la acción del correr. Tras Cooper aparecieron una larga lista de gurús: Sheehan, Lydiard, Bowerman, Henderson… impartieron y lanzaron al mundo el mensaje de la larga carrera lenta y la mayoría de aquellos novicios de la carrera a pie empezó a progresar y adquirió tal condición física, que el fenómeno del maratón apareció y la metamorfosis se fue generalizando y millones y millones de hombres y mujeres de toda condición, que comenzaron a correr más y más. Unamos a ello la cultura del ocio y la aureola heroica que conllevaba, que llevó a la aparición de las carreras populares y el exponente máximo de su liturgia en el maratón.

Así lo escribí en la introducción del Libro “El maratón aspectos técnicos y científicos” de Fermín Plata, Nicolás Terrados y Pedro Vera hace ya una larga treintena de años. Pero el corredor demandaba nuevos retos y surgieron pruebas más allá del maratón y los deportes de aventura…



Roser Baello Vidal, el prototipo
de la atleta más allá del maratón

- En primer lugar, perdona Roser tan largo preámbulo.

Roser Baello comienza a desgranar con todo detalle su vida deportiva.

- He nacido en Valencia, pero soy residente en L’Eliana hace muchos años en una familia numerosa, de siete personas, mis padres y cinco hermanos, cuatro chicas y un chico: Elia, Reyes, Eva, Roser y Manolo, yo soy la más joven de las hermanas, pero Manolo es el benjamín de la casa.

- ¿Tienes antecedentes deportivos en tu familia?

- Mis padres no han hecho deporte nunca, pero mi hermana jugó muchos años ( como profesional en Balonmano). Pero yo me dedico al deporte profesionalmente. Actualmente soy profesora de pádel y empecé a correr para mantener la condición física, no por cualquier otra razón, no por un apostolado deportivo. Descubrí el pádel  como he dicho y jugué campeonatos de España, alcancé el puesto treinta en el ranking femenino y fui numero 1 de la comunidad. Realmente lo que buscaba en mi tiempo de ocio, era encontrar un lugar próximo a donde resido y en el que me encontrara a gusto.

- ¿Cómo diste con el C.A Correliana?

En ese momento interviene el presidente de Correliana Javier Pons. Fue algo muy divertido. Llamó por teléfono al club solicitando información y quedamos a tomar un café. Lo primero que le comenté fue: Creo que te has equivocado de club, una atleta con tu palmarés tan extraordinario, interesándose por un club tan modesto como el nuestro. Pero la perspicacia de Roser advirtió que su objetivo principal que era encontrarse a gusto, fuera eso o la explicación de la filosofía del club por parte de Javier Pons, pero los hechos siguieron a las palabras y hoy pasado algún tiempo preguntamos a Roser.

- ¿Cuánto tiempo llevas ya en el club?

- Aproximadamente año y medio, más o menos.

Interviene de nuevo Javier y con cierta satisfacción expone: Actualmente Roser es la responsable de la Sección de Triatlón y la hemos integrado en la Directiva del Club.

Llegados a este punto, resulta necesario y casi imprescindible, presentar aunque ya ha sido hecho, las credenciales deportivas de Roser.

Las credenciales de Roser


Quiero anticipar que hemos tenido que reseñar sus carreras más importantes, por no desgranar carreras, u otro tipo de disciplinas deportivas que harían interminable este palmarés.

Roser Baello: Primera española en realizar un Doble Ironman. En esta prueba cubre un total 10km de natación, 344 Km. de ciclismo y 84 Km. de carrera de montaña. Roser la ha disputado en dos ocasiones, siendo la única participante en categoría femenina.

La carrera transcurre en tres días, el primer día dividido en dos mangas, nadó la distancia entre la Isla deTabarca a la playa de Los Arenales (9.900 m. en 3h.32’ 43”) y 7h.18’23”, el tramo de ciclismo de 147 Km. que comprendía la subida al Xorret de Catí. Por si esto fuera poco, no acaba la ordalía y en la segunda etapa toda dedicada al ciclismo en un trazado durísimo de 200 Km. hizo un tiempo de 10h.57’52”. Añadan a ello la doble maratón de montaña 84 Km. en 13h.19’, sumando un total de 35h.26’.

Acostumbrado a la hipérbole de la literatura deportiva, no encuentro adjetivo que pueda valer para definir esta hazaña, tan solo diré que a estos alienígenas del deporte, se quedaron cortos al definirlos como hombres y mujeres de acero, yo les llamaría Corazones de Diamante pues según la Ley o Escala de Mohs, que indica la dureza de los minerales, sitúa al diamante en primer lugar, el único que puede rayar a todos y no ser rayado por ninguno.

- Así que yo te llamaría, sin recurrir a anglicismos, como la mujer de diamante.

Para finalizar este especial palmarés, que lo importante no es la meta sino el camino, para ello quedaron innumerables participaciones en otras competiciones menores que sirvieron de preparación en este Doble Ironman. La vida es dura.


La ciudadana Roser

Como no solo del deporte viven los practicantes asiduos a él, nos gustaría conocer qué otras inquietudes o sentimientos reconfortan o ensombrecen tu alma

- Dime un nombre de hombre y otro de mujer.

- De hombre te diría Jordi, que fue con el amigo que empecé hacer triatlón y con el primero que hice el Ironman. Hacíamos veinte kilómetros en bici o ochocientos metros nadando y nos creíamos dioses…
De mujer el de Silvia, ha sido la compañera que me ha acompañado a todos los eventos en que he participado.

¿De qué país guardas los mejores recuerdos?

Contesta rápidamente.
- Del Senegal, lo recorrí en bicicleta. Quiero decirte que yo amo a África.

- ¿Qué personaje has admirado más, tanto si es real como de ficción?

- Más que al personaje en sí, guardo en mi memoria a personas que han sabido llegado el momento el preguntarse el porqué de las cosas y oponerse a ellas si es preciso. Recuerdo el caso de una mujer negra en Sudáfrica, en tiempos del apartheid. Que harta de sentarse en el autobús en los asientos reservados para su raza, se sentó deliberadamente en los reservados para gente de raza blanca… sé que la asesinaron.

- ¿Te gusta la literatura? ¿Cuál es tu libro favorito?

- Son varios los que he leído, pero quizás mi libro sea el de Alexandro Baricco, Océano Mar, te lo recomiendo.

- Tomo nota.
- ¿Qué deporte te gustaría haber practicado?

- El alpinismo.

- Me lo figuraba.
¿Qué dice tu familia de esta adicción al deporte?

- Mi madre me dice que lo deje, que ya está bien.

- ¿Qué deseas para tu club?

- Lo mejor o que se quede como está, contesta Roser

- Le pregunto si se nos ha quedado alguna pregunta por hacer, algún mal momento.

- No suelo comentarlos y realmente no vale la pena hacerlo.

- Si tuvieras una escoba, que tres cosas barrerías de esta sociedad que nos ha tocado transitar.

- La intolerancia, sobre todo.

Bueno Roser, no será ésta la última entrevista que te hagamos. Charlar contigo es como asistir a una clase magistral, interesante y divertida. Nos veremos pronto.

Y presiento, que como le dijera en Casablanca el Capitán Renaud a Rick: Esto puede ser el comienzo de una gran amistad.

Que así sea.

Toni Lastra



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La Columna de Toni Lastra
(16/01/13)
Capítulo XXVI

"GUAPOS"

 Los tiempos cambian, todo es mutable; la imagen clásica que siempre se había tenido del maratoniano también ha cambiado. Yo hasta ahora, me había sentido muy satisfecho de ser arquetipo del maratoniano; pequeño mal terminado, como si me hubieran comprado en las rebajas, flaco como un galgo (como el mítico confitero de Capri, Dorando Pietro, el descalificado vencedor del maratón olímpico de Londres o como Spiridón Louis , el pastor griego triunfador del primer maratón de las olimpiadas modernas, en 1896), pero ya no es así, las razas mejoran, los niños comenzaron a comer y crecer, tomaron vitaminas y sus papas les llevaron a las ortodoncias y a las ortopedias, no como a los del 36, que si eran dentones o zambos, poco importaba, pues lo importante, lo único importante era comer de caliente.

         Y no solo en esto esta el cambio, ya nadie usa equipaciones desaliñadas; hoy hay corredores, que son auténticos Petronios. Sus atuendos deportivos son casi modelos de alta costura. De ellos quiero hablar.

         Hace unos meses, media hora antes de una carrera veraniega, me encontraba sentado en el suelo untándome de embrocación mis artrosicas rodillas, cuando se me acercó un conocido corredor, famoso por su vestimenta tan cara como elegante. Venía enfundado en un chándal de “táctel” azul turquesa, con hombreras color malva, que le confería una apariencia de príncipe de opereta; y calzado con unas chanclas ortopédicas a juego con el chándal, parecía mas un patrón de yate entrando en un selecto y reservado club de regatas, que un corredor de distancia.

         Con estudiada displicencia, se desembarazó de la espectacular bolsa de deporte, a la vez que sacaba una caja de zapatillas de la mejor marca del mercado.

         “Ahora verás que zapatillas me he comprado, Lastrita” (siempre me llamaba así, aunque podría ser su padre y , si se apura, hasta su abuelo) , me dijo mientras se miraba de soslayo en las vidrieras de un escaparate con gesto complacido como queriendo decir: “Señor, lo hiciste todo perfecto, pero conmigo te excediste”


         De pronto su gesto cambió y una sombra de pánico se apoderó de su rostro; abrió la caja, rebusco en la bolsa, entre el chándal, las vaselinas, toallas , vendas, cintas para el pelo, guantes y pañuelos de seda para el cuello, cremas hidratantes y demás sortilegios embellecedores; pero la búsqueda resultó infructuosa.

         El hombre 10, el Adonis del asfalto, el arbitro de la elegancia, se había olvidado en casa lo más importante: las zapatillas.

                                                                                                     Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
(03/01/13)
Capítulo XXV

"PELUT"


Es este un cuento de perros, un drama menor de la vida cotidiana. Sucedió hace muchos años, en una de esas carreras de larga distancia de los sábados con un recorrido de casi treinta kilómetros por “el Camp del Túria”, por las pedregosas veredas del meandro que curva el río entre campos de naranjos y cañaverales, de Riba Roja a Vilamarxant.

 De improviso, advertimos que a escasos metros nos seguía un perro, un perrazo de largo pelo amarillo y sucio; a pesar de su tamaño, de sus patazas, de la poderosa dentadura –de la que colgaba una babeante lengua rosada-, comprendimos que aún era un cachorro desgarbado y feo como un adolescente. Cuando paramos a beber, deba brincos de contento. Era un torbellino de lanas con rabo, un descarado; bebía de nuestras manos hasta el agua con electrolitos. Al observarlo de cerca, sorprendí un raído y mugriento collar, con una vieja chapa de vacunación contra la rabia. Sus orejas eran un nido de garrapatas y su cuerpo un costillar; pero en sus ojos brillaba más el deseo de cariño que el de la comida. Era tan cariñoso y tan dócil que a mitad de carrera se había transformado en la mascota del grupo.


Sería uno más de los perros de esa manada dispersa, abandonada y errante que han formado amos crueles que los compran al inicio del verano, para que alegren a los niños con sus cabriolas en el jardín, y que luego los abandonan a su suerte –mala casi siempre-; cuando tienen que regresar a Valencia. Gente sin sentimiento, incapaz de soportar las meadas en los muebles, los ladridos a destiempo, los gastos del veterinario o el paso a perro adulto del gracioso cachorrillo.

“Pelut” (así había sido bautizado por el grupo) continuó con nosotros, pero no rezagado, sino zascandileando entre las piernas, trastabillándonos a todos. Llegó hasta el final, con las pezuñas sangrando pero feliz con sus nuevos amigos.

Nosotros teníamos el reconfortante hábito de rematar esos largos recorridos con un tremendo almuerzo, que rompe con todas las reglas de la dieta maratoniana y como en el bar no admitían la entrada de perros, almorzamos al sol en la terraza. “Pelut” se quedó de invitado, despanzurrado a nuestros pies, rosigándonos las zapatillas, y comió una ración igual a la nuestra, salvo el café y la cerveza. Cuando nos marchamos, alguien le puso al cuello una cinta verde del pelo, y allí se quedó removiendo el polvo del camino con su peludo rabo, resignado de nuevo al triste destino del abandono, ladrándonos enfadado cuando partíamos en los coches hacia Valencia.

Creí que ya nunca lo volvería a ver, pero ya les he dicho que esta era una triste historia. Días después, corría de nuevo por aquellos caminos, cuando vi en el arcén el cuerpo sin vida de un perro. La terrible sospecha de que fuera “Pelut” me acongojó el alma: y allí estaba hinchado como una bota, lleno de moscas, con la cinta verde al cuello y los ojos vidriados buscando aún un nuevo amo que festejara sus gracias. No tenía ni una herida; de un golpe debió matarle un automóvil. Di por terminada la carrera, y regresé a mi casa a por una pala y un azadón (Parecía Simón el enterrador) y volví junto al cadáver de “Pelut”  y lo enterré en un pinar cercano, junto a unos arbustos de romero. Donde tendrá flores todas las primaveras.
Toni Lastra
                                                             * * * * * * * * * * *

La Columna de Toni Lastra
(27/12/12)
Capítulo XXIV

"COMEPOLLOS"

            Durante mi larga vida de corredor, no sé muy bien si fui un corredor que organizaba o un organizador que corría; a ambas dedicaciones preste tanta atención y energía, que no puedo dejar de valorar, cualquier carrera, con este doble prisma.

            Como corredor todo es más sencillo; tus ambiciones, tus logros dependen de tu propio esfuerzo y cada uno acaba consiguiendo más o menos lo que se merece. Como organizador la cosa cambia, dependes en buen grado de otras personas y en algunas ocasiones –no en muchas, afortunadamente- uno no puede soslayar el encuentro  con ese ya no tan reciente especímen social: del ejecutivo agresivo. Esta especie suele ocupar cargos intermedios, o sea que son jefecillos; pero es tal su afán de medro, que son unos virtuosos en el doble arte de apretar al que pide y reverenciar al que da, siempre en función y fin y de conseguir la más alta rentabilidad para la empresa –que creen de ellos- y poder llegar así cuanto antes, caiga el que caiga, a las mayores alturas del Departamento  de Marketing –que nunca he sabido exactamente que es lo quiere decir. Los conozco muy bien –durante algún tiempo conviví con ellos, maestros en la utilización de los falsos argumentos y en mentir con naturalidad, con varios “masters” que debe ser algo muy importante, no tendrán el menor reparo en que sacrificarte siempre que puedas dificultar su escalada, o dificultes su lema de servicio al reino del capital. Suelen ser gente aún joven. Sus antiguos jefes fueron cayendo en reciclajes,  reconversiones y fusiones. Han aprendido a toda prisa el inglés, que es el idioma de las multinacionales y aunque no venga a cuento en sus conversaciones,  le soltarán los consabidos “okeys”. Pululan por todas partes, en la banca, la empresa privada, pero principalmente en las multinacionales y en la política. Si usted se apresta a negociar con ellos, “átese los machos, hermano” son implacables y virtuosos en hacerle creer, que tienen en el su mejor valedor en la negociación del patrocinio de la carrera que es usted  el responsable.


            Llegar a que ellos los reciban o atiendan, es ya una hazaña. Les contaré una negociación que tuve, cuando era presidente de Correcaminos, con cierto personaje de una importante empresa, la cual tenía que cerrar con gran urgencia, pues se nos venía el tiempo encima. Durante años habíamos tratado con los dueños de la empresa, gente afable y cordial pero que victima de una fusión, con la multinacional de turno, para sobrevivir, delegó muchas gestiones en la nueva gente, que fue apartando de los puestos cruciales a los antiguos empleados.

            Me toco bregar con un personaje, al que llamaré el Sr.Comepollos, que era el que tenía el poder de decisión. Le había llamado “sopotecientas” veces, pero siempre recibía las mismas respuestas de su secretaria. ¿Señorita esta el Sr. Comepollos”
Está reunido o está de viaje. ¿Quiere que le deje alguna nota? Señorita, le debo haber dejado un centenar de ellas. Pasaron diez largos minutos y de nuevo la meliflua voz de la señorita, me dijo. “Me ha dicho que le llamé el día 25 y que le concederá la entrevista.

            Harto de estar harto, le conteste: Señorita, le dice usted al Sr. Comepollos, que el día 25 ya ha pasado la carrera, así que no lo moleste más. Esta misma tarde arreglaré el asunto con la competencia de ustedes, y no piensos en volver a llamarles nunca.

            A los diez minutos, llamó el auxiliar del secretario del Sr. Comepollos.
             “El señor Comepollos, aún esta reunido con el Comité de Dirección”, pero me ha dicho, que de acuerdo, que todo “okey”

            Y es que no hay cuña que la de la misma madera.

Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra
(19/11/12)
Capítulo XXIII

"AMOR"



Aunque les cueste creerlo, hay corredores, no de los de categoría mundial, olímpicos o de élite, sino de los nuestros, los populares, recreacionales o como se nos quiera llamar, que, llevados por su fervor en pos de la consecución de sus marcas, en maratón o carreras menores, llegan en salvaguarda de sus energías, a la adicción de una de las peores drogas: la castidad. Créanme, es increíble, pero cierto: y además, se la auto imponen, pues no creo que el sexo esté en la lista de los productos prohibidos.

            Actitud desaconsejable ésta, que debería llevar a la reflexión a estos insensatos absentistas del amor, ya que precisamente su continencia sexual sólo les llevará a las malas marcas e incluso a las lesiones, o sea: a todo lo contrario a sus deseos. Es sabido que sexo y deporte han sido tratados por los científicos de forma favorable, aunque sin precisar las dosis, detalle que cada cual debe acordar con su pareja. Es más: su práctica en las vísperas de un maratón relaja, tonifica los músculos y equilibra la mente; tan es así que, por ejemplo, en Londres venden unas sugestivas camisetas con la siguiente leyenda: “Runners make better lovers”, para incitar a los participantes al amor, convencidos los organizadores de que, con esa saludable práctica, elevarán el índice de sus buenas marcas en la carrera.
            Confieso avergonzado que, hace unos años, yo también pensaba como estos personajes de tan virtuoso comportamiento; pero, afortunadamente, un temporal de Levante me llevó a apostatar de tales creencias.

            Ustedes se preguntarán que tiene que ver este meteoro, tan común en nuestras costas con el sexo, pero todo tiene su razón y su por que. Sucedió que fuimos varias parejas a Ibiza, a correr su entonces montañoso y duro maratón (San Antonio, San José, Ibiza) Teníamos que salir un viernes en la noche de Denia a Ibiza. Un fuerte temporal de Levante obligó al Comandante del Puerto a prohibir la salida del ferry, informándonos la Comandancia de las pocas posibilidades que se hiciera la travesía ese fin de semana. No obstante, decidimos quedarnos en Denia esa noche, confiando en que amainara la borrasca y se pudiera zarpar a la mañana siguiente. Desmotivado y convencido de no poder participar en la carrera, decidí aquella  noche, con la benevolente complacencia de mi pareja, darle más importancia al juego del amor que al del correr.


            A la mañana siguiente, un mar en calma y una mañana azul y limpia de nubes nos embarcó rumbo a Ibiza. Comencé la carrera con los más sombríos presentimientos, pero a los pocos kilómetros, los deseche de inmediato. ¡Qué carrera la de aquella mañana! Nunca hasta entonces había competido mejor ni tan rápido, suelto y resistente. Fui subcampeón en mi categoría y conseguí una de mis mejores marcas en la distancia. Desde entonces el “método Denía” lo utilizo invariablemente en mis planes de entrenamiento y sobre todo en la semana de la prueba y con muchos mejores resultados que las series, los fartleks o los cambios de ritmo; y es que domo dice el adagio latino: “Amor vincit omnia”

            No obstante sería conveniente tener en cuenta, en no confundir el sexo, con la juerga o pasarse la noche buscándolo. El doctor Casey  Stengel sentencia:
 No es el sexo lo que derrumba a los muchachos, es pasarse toda la noche buscándolo. No creo necesario tener que decir cuanta razón tiene el Doctor Stengel.

TONI LASTRA

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(07/11/12)
Capítulo XXII

"IGNORANCIA"

Si de algo me precio es de conocer mis limitaciones. Mis ignorancias, que son muchas; pero nunca creí que por no saber francés, ni la geografía fluvial de nuestra vecina Francia, me podría ver en uno de los más serios apuros de mi vida de corredor.

            En agosto de 1982 regresaba de Suiza (me encontraba en pleno periodo de preparación para el Maratón de Atenas que se disputaría en octubre) Al paso por Francia y a unos veinte kilómetros de Valence, le pedí al conductor del autobús que me dejara allí, para llegar corriendo a Valence y no perder así mi entrenamiento diario; tomé nota mentalmente del nombre del hotel. “Está en el centro, al lado mismo del río” me dijo el guía.

            En una hora y media estoy allí, pensé; y comencé a correr con un sol ya en el ocaso, por caminos vecinales y rurales paralelos al rió lejos de la autovía, para evitar la circulación. No sé como ocurrió (aún no lo sé), pero el caso es que en lugar de acercarme a Valence, me fui alejando en sentido contrario y la ciudad que vislumbraba como Valence era Romans. Había pasado hora y media corriendo en círculo, regresando casi al mismo punto de partida.

            Era ya noche cerrada: bañado de sudor, en ropas de corredor, sin un franco en el bolsillo, sin saber hablar francés y, para colmo, sin recordar ni siquiera el nombre del hotel. Abrumado por la soledad y el miedo, me encontraba en los arrabales de  Romans, en un solitario y oscuro camino. Abordé al primer transeúnte que acertó a pasar por el camino.

            “¡Monsieur, Monsieur!: ¿Valence?“¿Valence?” repreguntó aquel personaje  entre asombrado y temeroso y volviéndose de espaldas señaló el camino por donde había llegado y se alejó presuroso gritando “Vingt cinq kilometres” convencido de que había tropezado con un loco. De inmediato deseché la idea de pedirle dinero para tomar un taxí, no acabará tomándome por un atracador.

Valence-Francia

            Regresé de nuevo a la autovía en la confianza de que alguien atendiera mi “Auto-Stop”, pero nadie paró a mis suplicantes y a mi gestos de ayuda; aturdido y deslumbrado por los fogonazos de los vehículos ascendentes, logré alcanzar el centro de la ciudad de Valence, perdido y angustiado más por mi mujer y mis hijos que por mí, preguntando a todos los viandantes insistentemente.

            “Monsieur ¿Hotel Perrier à côté “rié” Garoné?. Tan sólo conseguía gestos de confusión e indiferencia (Actitud lógica por parte de los franceses, ya que ni el hotel era el Perrier, sino el Centre L´Eperviere, ni el río se dice “rié” en francés sino fleuve, ni el Garona pasa por Valence, sino el Rodano. Y menos mal  que no me entendieron.

            Al fin una luz de neón azul parpadeando en la ribera contraría del río con el nombre del hotel fue mi salvación. La llegada después de cruzar el río por un angosto puente del ferrocarril y atravesar sembrados encharcados, perseguido por los perros de los campesinos, fue conmovedora. Toda la expedición estaba en el portal, varios hombres habían salido a buscarme. Las mujeres consolaban a mi mujer y mis hijos y otros habían llamado a hospitales y gendarmerías. Con ellos dos oficiales de policía franceses uniformados, tratando de organizar la búsqueda.

            Me oí de todo, increpaciones y hasta algún que otro insulto, incluso los estirados gendarmes al despedirse, mascullaron algo así como “español loco”. Eran las doce de la noche, había hecho 45 kilómetros en cuatro horas.

             Ese día aprendí tres cosas: la palabra río en francés, a no confundir el Ródano con el Garona; y a entrenarme siempre que estoy en el extranjero con unos billetes de ese país envueltos en un plástico.

            Y es que el que no sabe es como el que no ve.

TONI LASTRA

                                                       * * * * * * * * * * * * * *                                                                                                                                                                                       
                                         
La Columna de Toni Lastra
(28/11/12)
Capítulo XXI

RICARDO IBAÑEZ GARCIA
Apología de la Competición



Sería conveniente y hasta imprescindible aclarar que, a pesar de que pudiera parecer que estoy en contra de la competición como práctica única del corredor popular, tendremos que ponernos brevemente de acuerdo, ya que a mi parecer el gran atractivo del correr está en que cada cual puede elegir la forma de practicar la carrera diaria según sus conveniencias; por salud, por integrarse en un grupo y enriquecer su vida social, por ejercitar la competencia, por ser el protagonista de su propia vida…
Hay una frase que define la pasión del corredor competitivo; me la enseñó un jugador de cartas: “Jugar y perder, ya es un placer, conque jugar y ganar...” Perfectamente aplicable al correr. Para otros vencer es lo único que cuenta y esto les llena de complacencia. Decía Vincent Lombardi, entrenador de fútbol americano que: “Vencer no es que sea importante, es lo único importante”. Y añadiré otro completamente contrario del filósofo Sid Gendin: “No creo en el entrenamiento. Cualquier corredor que divida su actividad de correr en dos fases a) entrenar b) competir. Está cometiendo el peor error que pueda tenerse en este deporte”.
Así que esto es lo que hay. Y cada uno debe correr con sus propias creencias por que no hay nada más triste que equivocarse con los consejos ajenos. El personaje que aparece hoy es simplemente un corredor que se considera un competidor y en consecuencia un ganador nato, pero dentro de unas normas éticas, que tiene el concepto que le honra, que el que le gana le merece un respeto y admiración. Nunca tiene falsos argumentos para sus derrotas; el que le ha ganado es simplemente mejor. Bueno y ya es momento de que nos descubra cuál es el secreto de su fulgurante ascensión.
Ricardo Ibáñez García, la estrella del C.A. Correliana.


Tiene treinta y tres años y realmente la primera vez que se calzó unas zapatillas para correr, fue con motivo de unas pruebas para unas oposiciones. Fue en el año 2005 y se dio cuenta de que corría con cierta comodidad. Y desde entonces su progresión ha sido imparable.
- Ricardo, ¿cuál ha sido la causa que te ha llevado al mundo de las carreras?

- He tenido la suerte de que he nacido en L' Eliana, y el milagro del C.A. Correliana lo he vivido desde el principio. El ejemplo del club fue definitivo, y la verdad es que el presidente Javier Pons con sus atenciones hizo que pensara tomarme la carrera con mayor interés y Juan Salvador Soler García, toda una leyenda en el Camp de Túria, es mi primo. En fin, que estaba condenado a correr y hacerlo lo mejor posible.


- Has ganado infinidad de carreras, pero anotaremos el maratón como factor determinante en tu escalada.

- En el año 2008 en Madrid, corrí mi primer maratón: 3h00'30". Valencia en 2009: 2h. 52’ y en 2012, hace unos días, 2h. 39’ 44’’. He entrenado a las órdenes de Miguel Rubio. Nuestro objetivo era bajar de 2h. 40’. Misión cumplida.



Ricardo, que no lanza las campanas al vuelo, es cauteloso a la hora de vaticinar a qué marca puede llegar y, ante mi insistencia, confiesa que 2h. 35’ estaría muy bien, pero esa marca hay que trabajarla, no la venden en los supermercados, apostilla sonriendo.
Pienso que con la progresión que lleva, acabará consiguiendo en un par de años una marca Sub 2h. 30’. Ricardo educado y realista, no comenta nada al respecto. Impensadamente, dejamos los temas de las carreras y nos cuenta que su compañera Inma no es muy aficionada a las carreras, pero que no le ha puesto nunca inconvenientes para que pueda correr. Ricardo es de La Eliana y tiene 33 años, edad ideal para intentar nuevas marcas, que él por modestia no quiere especular, aunque entrena sólo cuando hace falta, los largos le gusta hacerlos con sus compañeros de Club y cuando le pregunto por el corredor que más admira, como tantos otros dice que Luis Felix Martinez es un ejemplo como persona y como corredor. Como corredor del más alto nivel, no duda un instante en señalar a Haile Gebrselassie, aunque hayan batido su record mundial.
A Ricardo se le acaba el tiempo. Al marcharse le digo: Tus mejores días como corredor aún no han llegado y sé que por tu natural modestia, no lo mencionas aunque albergas esta esperanza.
Se le nota feliz y se despide con un gesto de agradecimiento que ilumina su rostro y el rugir de su moto al partir nos impide oír sus últimas palabras.
Le digo a Javier: Esta Eliana se está convirtiendo en la tierra de promisión para los corredores.
Aún queda mucho por hacer, Toni. 
Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra
(21/11/12)
Capítulo XX

JAVIER GALINDO VILLANUEVA
El corredor humanista


Permítanme que dé comienzo a esta columna, con estos versos de “El explorador” de Rudyard Kipling, premio Nobel de Literatura:
“Hasta que una voz, mala como la Conciencia, sonaba en interminables cambios/ en un murmullo incesante, repetido día y noche… Así: /Algo está escondido. Ve y encuéntralo. Ve y mira más allá de los montes…/ Hay algo perdido mas allá de los montes…/ Algo perdido que te aguarda; ¡Ve!”.
Y añado algo más de los hombres y mujeres que, habiendo conseguido grandes hazañas, saben que no es el final, ni conocen la respuesta, pero saben que “Algo perdido les aguarda”. Moore decía: “Es como tratar de explicar los colores de la naturaleza a un ciego de nacimiento” o, cómo manifestaba Paul Resse, “Quien pregunta ¿Qué es el amor?, no ha estado nunca enamorado”, o el educador Benjamín Sawyer, que halló una luz en la respuesta sobre su pasión por el correr: “Correr es la última realidad del acto de correr”.
El corredor humanista lo sabe o lo presiente; es más, tiene la conciencia de que esa verdad que busca no se la darán ni podios, ni trofeos, ni medallas. Están ajenos a la artificial ceremonia de la entrega de trofeos.
TRANSVULCANIA- LA PALMA

¿Por qué escalar montañas? He aquí una pregunta que no puede ser respondida ni tan siquiera por escaladores expertos en este deporte extremo. Por supuesto que la tienen, pero todos admiten que la verdad no está allí. El filósofo  Kierkegaard, escribía en su diario y lograba que estas dos fuerzas poderosas, orgullo y humildad, se unieran en feliz amistad.
Hoy he tenido el placer de conocer a Javier Galindo, que es el prototipo del corredor humanista



Deliberadamente empezaremos por analizar su rendimiento personal, que él  desgrana lentamente matizando cada respuesta con la mayor  naturalidad, sin gestos o palabras que delaten vanidad alguna, y sabe que a pesar de sus triunfos en carreras extremas, no es el final de lo que busca.
-         ¿Qué es ese movimiento que llamáis Trail, que yo traduzco del inglés como sendero o camino rural de montaña?
-         Significa eso precisamente afirma Javier.
-         Pero advierto Javier, que he visto carreras tratadas con el nombre de Trial, que tienen otro significado.
Le hago un ruego a él y Javier Pons, presidente de Correliana y gran valedor de Galindo, que me faciliten un apunte de sus carreras en general.
RELACIÓN DE LAS MISMAS
·         En Medio Maratón 1 h 13”
·         En Maratón 2 h 48´

Pasemos ahora a las de Trail y larga distancia, que son tu pasión, que consideramos que son un buen número, teniendo en cuenta que del 1.999 al 2003, te tomaste unos años sabáticos.
·         Transgrancanaria. 123 Kms. Posición 24 y Primer militar.
·         Puzol-La Pobleta de Andilla. 93 Km. Carrera de entrenamiento.
·         MTau-Ultra Trail Atlas Toubka (Marrakech-Marruecos) 105 Km. 6º Clasificado.
·         La Palma Transvulcania. 83 Km. 43º Clasificado, 3º Categoría Militar
·         Ultra Rincón de Ademuz, 100 kms. 3º Clasificado y 4º por penalización
He anotado las de mayor notoriedad, y me confiesa  que sueña con un día poder correr La Everest Trail Race, que se corre en las faldas del Everest.
Damos un giro y por su importancia, anotamos sus entrenadores y clubes a los que ha pertenecido: Campanar (Andrés Mayordomo), Cárnicas Serrano, Bikila, Sitges (Eduardo), y últimamente en el C.A. Correliana.
Y como no sólo de carreras vive el hombre, hablemos de otros gustos y aficiones del ciudadano Javier Galindo. ¿Qué película es la que más te ha gustado? No lo duda: Braveheart, de Mel Gibson y Sofia Marceau, año 1995, ganadora de 5 Oscars de la Academia. Pero mis actores preferidos son Sean Connery y Kim Basinguer. Le gusta la lectura, aunque confiesa que es monotemático sobre las montañas.
Javier apostilla que le gustan las películas y libros de héroes que lucharon por defender a su Patria, algo lógico si consideramos su condición de militar.



Está casado, pero sin hijos, su  mujer se llama Laura, es corredora informa orgulloso. ¿Cuándo es su onomástica Javier? Le pregunto, y confiesa que no lo sabe. Ni tan siquiera conoce la suya, pero cuando le pregunto que me diga tres nombres de mujer que le gusten, ni lo duda: Laura, Laura y Laura. Eso está muy bien amigo y puestos a utilizar anglicismos te contestaré con el título de la canción de Michael Bolton: The love is wonderfull (El amor es algo maravilloso).

Javier el Presidente le dice: ¿Queda alguna pregunta que te gustaría que te hubiéramos hecho? Pues ya que lo mencionas, quisiera hacer pública mi admiración por Oscar Pérez, un gran corredor de 39 años y gran persona.
¿Qué ciudades del mundo te gustaría visitar como turista? Londres y Paris es su respuesta inmediata.
Como despedida quiere dejar constancia de que correr es algo más que un deporte, que competir es importante pero aún lo es más integrarse en la naturaleza y sentirse invadido de paz y armonía. Por vivir esas sensaciones cambio todos mis trofeos.
Y ésta es la última pregunta: ¿Si tuvieras una escoba mágica que barrerías de este mundo?
-         La pobreza, las enfermedades, el egoísmo… ¡Hay tantas cosas!
-         Que necesitaríamos varias escobas ¿Verdad Javier?
-         El mundo comenzaría a ser ideal, cuando contara con más médicos que políticos y más educadores que policías.
-         Es posible Javier, siempre que los educadores enseñaran a convivir a los niños, sin odios ni rencores.
-         Es cierto, pero todos debemos aportar aunque sea un pequeño esfuerzo, por conseguir un mundo mejor.

Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
(13/11/12)
Capítulo XIX

LOS PLACERES DE LA VIDA

A veces el corredor que se somete a las mayores disciplinas de la vida; renuncia a cuantas tentaciones diarias se le presentan, y se pregunta si realmente vale la pena llevar esta vida de eremita, por alcanzar el premio de una marca que a nadie interesa o ser el más rápido de su escalera. Escasas recompensas realmente para tanto sacrificio, por ello siempre he mantenido que: “Correr, mal llamado entrenamiento, es sobre todo un acto de fe” como decía Franz Stampfl.
Esa pregunta es difícil de contestar, porque cada quien es cada cual y tiene sus propias motivaciones y, como diría Bob Dylan: “la respuesta amigo, está en el viento”. Unos lo hacen por salud, otros por vanidad, pues han pasado del anonimato de sus vidas a ser unos personajes populares -que es algo así como la calderilla de la fama- otros porque sus mejores amigos se unieron a la llamada del aerobismo, un fenómeno socio deportivo que cambió la vida sedentaria por la carrera diaria. Sea cual fuere la llamada a la carrera, personalmente creo que ha elevado el índice de salubridad del ciudadano; tan sólo por esto vale la pena ser corredor. Cómo o de qué manera o en qué magnitud, ya es cuestión de cada cual.
Creo que hemos pasado en poco tiempo, de la ignorancia atlética de la gran mayoría a un conocimiento abrumador. Todos usamos ahora vocablos inauditos: aerobias o anaerobias, fartleks, interval training, VO2, índices de grasa… y nombres de músculos que ni tan siquiera creíamos tener: bastos, sartorios, fascias latas… y dolores nuevos: periostitis, osteopatías, condromalacias…     
De repente, en función de esta santa cruzada de la salud y el correr como máximo valedor de ella, hemos caído en actitudes extremas, obsesiones de marcas, competencias y excesos propios de profesionales. El corredor fluctúa entre la filosofía del marqués de Sade: “Todo lo excesivo es bueno”. Al otro extremo,  Henry David Thoreau (Filósofo trascendentalita norteamericano, primer ecologista) preconizaba una vida sencilla, espartana en comunión con la Naturaleza. Su frase lapidaria era: “Quien compra lo superfluo, acaba vendiendo lo necesario”. Y a nadie parece interesarle el consejo: Que en un término medio consiste la virtud. Mi mujer me solía repetir: “Tú has de ser calvo o pelut”. Tenía razón, pero es que a mí nunca me interesó aquello de la feliz mediocridad.
El corredor ha incorporado a su vida hábitos saludables de gran valor, lo que sucede que en muchas ocasiones, es que su disciplina le lleva fanatismos que en nada tienen que ver con su rol de corredor popular, y resulta patético verles actuar y hablar como si fueran estrellas del atletismo.



Dicen los gerontólogos que de los cinco sentidos corporales, el último en deteriorarse es el del paladar, o sea, el del gusto. Lo cual es una bendición que debemos aprovechar en ausencia de otros sentidos que llenaron de placer nuestras vidas, como el tacto, el oído, la vista y el olfato. He conocido a corredores en el que todo su interés en conservar una disciplina en la carrera diaria, era por poder comer cuanto más y mejor. Era gente que no sabía distinguir el apetito del hambre; a continuados excesos en la mesa, a comidas pantagruélicas, habían atrofiado sus papilas gustativas. Eran incapaces de apreciar un buen bocado, la cantidad era lo importante. No corrían por otra razón.

También he conocido corredores que, teniendo unas condiciones extraordinarias para correr, jamás compitieron. Uno me confesó que no sabía perder y no iba a estar en las carreras con la tensión de vigilar a los contrarios y trasformar una alegre mañana de domingo en la desagradable sensación de verse derrotado. Y comprometerse a adquirir un hábito de vida que le pudiera amargar no le interesaba. Una buena estrategia, pero jamás conocieron los límites de su fisiología.


Sobre las dietas especiales de las que son partidarios muchos corredores, decía el famoso Dr. George Shehann: “Come lo que siempre te sentó bien y corre con el estomago vacío, porque igual que no hay dos huellas dactilares iguales, no existen dos metabolismos iguales. Lo que a uno le sienta bien puede ser perjudicial para otro”.
Y como despedida, les contaré un chiste que nos demuestra la importancia de no precipitarse jamás en las decisiones.
EPÍLOGO

Un día un muchacho les confesó a sus padres que, después de mucho pensarlo, había tomado la decisión de entrar en un convento de clausura para dedicar el resto de su vida al silencio, la oración y la adoración a Dios. Trataron de hacerle ver los padres la trascendencia de su decisión, pero no hubo forma de que renunciara a su vocación.
Para contraer los votos, el Padre Prior le dijo que el silencio era de obligado cumplimiento y que para conseguirlos tan sólo recibiría una visita cada dos años y en ella no podría decir nada mas que dos palabras. Los padres compungidos abandonaron el Convento y regresaron al primer bienio. ¿Cómo lo estás pasando hijo mío? Le preguntaron. A lo que él contestó: “Cama dura”. Volvieron a los otros dos años y su madre le hizo la misma  pregunta. ¿Cómo lo estás pasando hijo mío? Y él contestó: “Comida fría”. Volvieron de nuevo al cabo de dos años y su madre le hizo la misma pregunta: ¿Cómo lo estás pasando hijo mío? Y él contestó: “Me voy”.
 La moraleja sería saber si ante cualquier decisión de importancia, tendremos la  suficiente capacidad y fuerza de voluntad de poderla cumplir.
Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
(08/11/12)
Capítulo XVIII

INÉS DE MONCADA
Vida de la penitentísima Inés de Moncada


Confieso de entrada que en modo alguno soy un experto en estos temas. Con el fin de transmitir los hechos de la Vida de la penitente Virgen Inés de Moncada, hija espiritual del gran Apóstol de Europa San Vicente Ferrer, me he atenido a los hechos que relata el Dr. Don Juan Bautista Berni, presbítero, maestro en Artes, Doctor en Sagrada Teología, catedrático en Filosofía en la Universidad de Valencia y Notario del Santo Oficio de la Inquisición de la misma Ciudad, en su libro que figura en el subtítulo de este trabajo. Así que no me precio de entendido; de interesado de tener conocimiento de esta historia me precio.
Resumiendo los hechos, fue el caso que, al levantar a Dios el temeroso cura en la Misa del Alba -que con su madre oía Inés y la mayor parte del pueblo- empezó repentinamente a exclamar esta niña:  “¡Madre, madre, el Padre Cura tiene en sus manos un Niño Jesús muy pequeñito y agraciado; mírelo yo lo veo, allí está!”.
La madre, en tal estado de confusión y considerando que la niña tan sólo tenía cuatro años y estos hechos se repetían, terminada la misa refirieron al cura cuanto había acontecido para que tratara de explicarles la verdad. Y comenzó el examen a la niña. Tomó una forma consagrada en una mano y en la otra no. Y preguntó a la niña: “Dime hija, ¿En qué mano está el niño Jesús?” La niña con santa intrepidez contestó: “En la derecha”.  Se hicieron infinitas comprobaciones y el caso fue tan constante, que el Cura escribió al Padre Prior de la Cartuja de Portacoeli,  Don Bonifacio Ferrer, hijo de esta casa santidad le hicieron por gracia hermano dignísimo de San Vicente Ferrer. Tal caso se divulgó por España y Francia, pudiendo  en verdad decirse que sirvió Inés de tanto consuelo al partido del Papa Clemente, como Santa Catalina de Siena lo fuera al Papa Urbano.
Fueron pasando los años y cuando Inés iba a cumplir los doce años de edad, un joven y rico galán de Moncada, expresó a los padres de la niña su deseo de contraer matrimonio con ella cuando fuera de razón. Ante el buen partido que representaba, se lo comunicaron a la niña y procuraron persuadirla con buenas razones diera la conveniencia a tal propósito.
Pero Inés que había estado oyendo predicar dos años antes a San Vicente Ferrer en el Templo del Convento de la Corona de Religiosos Recoletos de San Francisco, en Valencia, el día de Santa Tecla, las excelencias de la virginidad, había ya prometido consagrarse a Dios, ofreciendo conservar su pureza mientras viviese. Y, como pasado el tiempo sus padres insistían sobre el mismo tema, la niña se reservó el contestarles, pero preparó en secreto su decisión de abandonar su casa en la primera ocasión.
Pocos días después al regresar del templo a su casa, la halló vacía y consideró que era el momento propicio. Se cortó el pelo, se vistió con las ropas de varón de un criado y se marchó presurosa sin ser vista por nadie hacia La Cartuja de Portacoeli. Disfrazada de tal forma llegó hasta la portería del Convento y con toda humildad solicitó que se le diese empleo, pues carecía de familia y deseaba quedarse de criado, admitiéndole para ayudar al hortelano, sin llegar a sospechar de su identidad.
Sirvió Inés de ejemplo a los criados y estímulo a los monjes durante un año entero, de los quince a los dieciséis, sirvió de hortelano comiendo y tratando familiarmente con tantos criados, sin que nadie llegase a sospechar nada.
Inés se confesaba con el venerable y anciano monje que era  Vicario de los sirvientes de la Cartuja, varón prudente y docto, y tanto consuelo encontraba en sus consejos y pláticas que, que creyó un deber y un descargo de su conciencia confesarle su secreto, en el sigilo de la confesión.
Quedó absorto el confesor sin saber qué responderle y cuando trató de persuadirla para que retomara otra forma de vida, por estimar que algún día  podría descubrirse el engaño, la joven Inés se dio tanta maña en replicar, que adujo que si ya había transcurrido un año de aquella guisa sin que nadie sospechase, incluido el propio confesor, estaba bien claro que Dios aprobaba sus designios.
Y tras arduas reflexiones, creyó hallar la mejor solución aconsejando a Inés, que dejase el oficio de hortelano y se dedicase a apacentar el ganado por el monte, conservando su indumentaria de varón, único modo a juicio del frailecito de alejar el peligro de ser descubierta.
No opuso ningún reparo el Padre Procurador, de que el joven hortelano cambiase su oficio por el de pastor. Y bien provista de saludables consejos e instrucciones que le dio el confesor, se encaminó valientemente al monte dispuesta a vencer las tentaciones del demonio y consagrar su vida a Dios. Pasaba todo el día en oración y en dulces coloquios con su Dios y puesta de rodillas continuamente le ofrecía sacrificios, dándole su alma y su corazón, y durante ese tiempo su comida era sólo pan y agua. Su vestido era de unas  pobres pieles y su cama las duras piedras. En los calores del verano y en las escarchas del invierno, sólo el cielo le servía de cubierto, y éste era su aposento en las tempestades y las lluvias.  
Pero seguía creyendo Inés, que aún no había apurado todos los sacrificios. Para hacerse más grata a Dios, abandonó el cuidado de las ovejas que la distraían para cobijarse en alguna cueva y hacer vida eremita, algo que comunicó al Padre Procurador de nuevo, que siguiendo sus peticiones, ajustó sus salarios devengados durante los cinco años que había servido al Monasterio y allí mismo lo repartió entre los pobres, quedándose ella más pobre que ellos.
Provista de una túnica parda por toda vestimenta, dos cilicios, unos azotes de alambre, una cruz, una imagen de la Virgen Santísima y la bendición de su confesor, se marchó a la cueva que había elegido para morada, apenas había cumplido los veinte años de edad.
Otros veinte más vivió Inés de esta suerte, flagelando su cuerpo con disciplinas, sin gustar nada caliente, ni apenas probar el pan, siguiendo desde su cueva los santos ejercicios del Convento que señalaba la campana y bajando  únicamente al monasterio a oír misa y recibir al Señor. Y si tomaba algo de recreo era para tejer canastillos y esteras de esparto, que entregaba, al portero para el servicio de La Cartuja.
Hasta que un día, el 25 de Junio de 1428, a la media noche, cuando oyó que la campana tocaba a maitines, unió sus afectos a las voces de los monjes y entregó su alma al Creador.
Una extraña luz anunció a los pastores que por aquellos contornos apacentaban sus ganados, que algo insólito y sobrenatural había sucedido. Y cuando a la mañana siguiente llevaron la noticia al convento, no dándoles crédito, se ordenó a dos monjes velaran a la noche siguiente por si se repetían los sucesos, de la noche anterior y admirados, contemplaron como a la misma hora de la noche anterior, una lengua de fuego bajaba del cielo en dirección a la cueva, que creían habitada por el antiguo hortelano y pastor del convento.
Concluidos los oficios divinos de la mañana, subieron los monjes a la cueva, donde hallaron arrodillado delante de la cruz, con los ojos y las manos levantados al cielo y el rostro resplandeciente, al cadáver de Inés despidiendo una celestial fragancia que todos percibieron.
Grande fue el regocijo de aquellos monjes al contemplar espectáculo tan maravilloso. Pero más fue su gozo cuando bajando a monasterio y en saliendo en forma de procesión con la cruz para el entierro, dio principio a las exequias la campana principal del convento, tañéndose por sí sola, con repique y sonido tan alegre y sonoro, cual jamás habían oído. Y para que este prodigio fuese más prolongado y singular, prosiguió este acorde musical la campana, hasta el otro día siguiente sin parar hasta que se hizo pedazos, manifestando el cielo con este prodigio cuán grande había sido la santidad de Inés que, por no haber igual, quiso que no se emplease la campana. Hasta el otro día siguiente y para perpetuar su memoria, volvieron a fundir todos sus pedazos, grabando en ella el nombre de Inés.  Y es la misma que hoy sirve de reloj al Monasterio.
Después de haber cantado alrededor del cuerpo algunos devotos himnos y salmos, bajó aquel venerable coro acompañado de las luces el santo cuerpo de Inés al monasterio y quitándole la túnica que tenía pegada a sus carnes para lavarle, según costumbre en aquellos tiempos, llegó la admiración a su centro viendo que era mujer. Entonces, lleno de ternura, manifestó el confesor, por licencia que tenía de Inés, su disfraz, diciendo que era aquella célebre niña de Moncada, que tantas veces vio al Niño Jesús, en la Sagrada Eucaristía. Al sonido de la campana y a la fama que tenía este penitente disfrazado, acudieron los vecinos de los pueblos de la comarca. Entre ellos vinieron sus mismos padres, y por especial providencia del altísimo, que hasta entonces les había conservado la vida para darles en ella consuelo de sus lágrimas, se hallaron también cuando se descubrió que era Inés.
Pusieron el venerable cuerpo en un féretro en medio de la Iglesia y cuantos tocaron sus despojos se vieron libres de las enfermedades que tenían.
Fue enterrada bajo la mesa del altar de la Capilla de la Comunión para los criados de la casa. Y la fama de sus milagros se extendió tanto por la península, que durante tres siglos, indecible número de personas acudió a Portacoeli para visitar su sepulcro y adorar la cueva donde vivió, hallando todos el consuelo que buscaban.
A tal extremo llegó la afluencia multitudinaria de las gentes, que los cartujos vieron seriamente comprometida la Regla de su Orden, que les manda vivir en lugar desierto y apartado del trato con los hombres; y para evitarlo, se dispuso sacar del arca el cuerpo incorrupto de Inés y trasladarlo al cementerio de los monjes, confundiéndolo con los allí existentes.
Así acabó esta extraordinaria vida, que hemos traído a estas páginas porque tuvo por escenario los Montes de Portacoeli.
Como autor de este trabajo, ya he indicado cómo relató los hechos el Dr. Don Juan Bautista Berní.xrA9lQSFz7c/UJtszcRligI/AAAAAAAAaJM/ajf-7JTzb28/s400/3+-.jpg" width="400" />

AGRADECIMIENTOS



Quiero hacer una manifestación de gratitud, a cuantos me ayudaron a realizarlo. Al Alcalde Serra, Javier Arnal, que me regaló el libro de José Senis Domingo (Cronista Oficial) Serra (Apuntes para la historia). Al Parque Natural de la Sierra Calderona: A su Director Vicente Diago, amigo dilecto y a todos los componentes de la plantilla, muy especialmente a Montserrat Simarro de la que tanto aprendí de mi querida Sierra Calderona. Estaré en deuda con ellos y con el Cronista Policarp Garay, que me proporcionó el recorrido para visitar la Cueva de Inés. A los hermanos Luis y Pepe Ginés que me proporcionaron material gráfico para otros artículos, a Vicente Raga, por sus valiosas instantáneas y a Fernando Arias Miñana, corrector y asesor y censor, si cabe, de algún que otro desvarío por mi parte.


Aprovecho este epílogo para incorporar a este trabajo varias fotografías, que ilustran este trabajo sobre Inés de Moncada y sobre La Creu del Oronet. 
Toni Lastra


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La Columna de Toni Lastra

(30/10/12)

Capítulo XVII



LA CREU DE L'ORONET


Hace unos días el presidente de Correliana, me manifestaba que algunos de nuestros lectores habituales, le solicitaban que sería de interés que de vez en cuando publicáramos alguna de las columnas antiguas que según nuestro criterio tuvieron mayor acogida y a la cual no tuvieron acceso. Así lo haremos esporádicamente, sin atenernos a fechas determinadas. valga la que publicamos hoy como referencia.                                
A principios de la primavera de 2002 escribí una columna sobre mi primera ascensión al pico de La Creu, también conocido como Monte Sierro o el Oronet. Este pico, ubicado en el término de Serra, siempre había suscitado mi interés. En mi época de corredor, cuando subía corriendo hacia la Font del Llentiscle, levantaba la vista hacia esa cumbre y la adivinaba coronada por una cruz; en días diáfanos pude comprobar con claridad que era efectivamente una cruz: la Creu del Oronet.
En esa columna decía que esta cumbre de 742 metros de altitud es un mirador espléndido, tan majestuoso como el Garbí, pero afortunadamente inaccesible a vehículos de turismo, por lo que hay que ganarse la cima a golpe de zapatilla, tras tres horas de caminata (ida y vuelta) desde Serra. Desde su rocosa atalaya, dicen que en días limpios de bruma se divisa Javalambre, Penyagolosa, las islas Columbretes, Ibiza y el Montgó. Yo vi las tierras bajas, con sus campos y poblaciones que se pierden en la lontananza de las costas.

Decía de la cruz que se erigía ruinosa, justo encima del refugio de caminantes; en su día fue de hormigón armado, embellecida con cuentas de vidrio y espejos para que reluciera y fuera vista desde la lejanía. En aquella primavera de 2002, la cruz, erosionada por los vientos, descubría el esqueleto de sus barras de hierro robiznado que se cimbreaban con las rachas, con la amenaza cierta de ser abatida como un gigante herido. En su pedestal perduraba del pillaje un casalicio con una pequeña imagen de la Virgen de los Desamparados, descabezada por la vileza de algún iconoclasta.
Antes que esta cruz cuentan que se alzaba otra, una simple cruz de hierro que guardaba en su base una arqueta; según la tradición, custodiaba unas reliquias de Tierra Santa. A esta cruz se aclamaban los habitantes de la serranía para que los protegiera de los pedriscos y tormentas. Los marineros la consideraban un punto de orientación en su cabotaje, tal como se muestra en el mapa geognóstico de la extensión submarina, entre los cabos de Canet y Cullera, razado en 1894 por el piloto de la marina mercante Vicente Cubells.
Quedamos tan fascinados por los encantos de aquella cumbre, de su serena belleza y de su paz, que los tres amigos que subimos decidimos volver de nuevo, lo que cumplimos casi un año después, a finales del invierno de 2003.

 Cuaderno de caminantes 

Lo habíamos decidido en el entretanto del descenso a Serra: cuando volviéramos al pico de la Creu llevaríamos con nosotros un cuaderno en blanco para que los caminantes que llegaran a la cumbre anotaran sus impresiones, con una llamada a modo de prólogo para que no degradaran el entorno y respetaran los símbolos. Con esta esperanza lo depositaríamos entre las rocas del refugio.
¡Qué gran decepción cuando regresamos tiempo después! La cruz yacía derrumbada, el retablo de la Virgen estaba roto por la base y esparcidos sus fragmentos. Fortalecidos en el propósito de que los caminantes rellenaran las hojas en blanco del cuaderno y se convirtieran en transmisores de nuestro comunicado, lo dejamos debidamente estuchado al abrigo del refugio. Nos marchamos con el ánimo sombrío, ya que si no habían respetado la naturaleza ni los símbolos religiosos, difícilmente podríamos esperar que cuidaran el cuaderno en su estuche y el bolígrafo.
Pero estábamos equivocados. Por alguna razón que aún no acierto a explicarme, cuando retornamos tiempo después, expectantes por comprobar cómo habían tratado el cuaderno, quedamos sorprendidos de que la mala gente que degrada el entorno, el porcus bipedus, hubiera respetado la libreta de los mensajes. Había leyendas de todo tipo.
Unos pedían que no se arreglasen los caminos para que no subieran los coches; otros atacaban sin piedad a los que ensucian el monte; otros transcribían encendidas soflamas políticas o deportivas. Todos estaban impresionados con el paisaje. Escribían en valenciano, en castellano y había anotaciones en inglés, en checo y en portugués. Todos prometían volver a subir. En un poema, alguien daba gracias a Dios por lo que ha creado y otro replicaba que Dios no existe y que no debería haber símbolos religiosos. Otro le contradecía argumentando que ni Dios ni la Virgen tenían la culpa de sus frustraciones. Escribían ancianos y niños que apenas saben juntar las letras. Había elegías amorosas, cantos de libertad y también expresiones groseras. Había un testimonio conmovedor de un ciego que anotaba el silencio de la cumbre. Muchos creyentes pedían la restauración de la cruz.

Retorno a la cumbre 

Desde aquella visita al pico de la Creu que hicimos Andrés Martínez, Vicente Raga y yo, muchas han sido las ocasiones en que Raga, custodio y repostador de los cuadernos, ha subido a la cumbre para que nunca faltase el cuaderno. La buena noticia surgió hace unos meses, cuando el amigo Pepe Ginés, del Ayuntamiento de Serra y socio de Correcaminos, nos dijo que el municipio había decidido restaurar el lugar y colocar una nueva cruz.


Llegó el día 8 de mayo, previsto para la colocación de la cruz. Cuando llegamos al pie del último repecho, ya había curiosos y devotos que ascendían a la cumbre. La llegada fue reconfortante. Toda la zona había sido desbrozada y despejada. Parecía preparada para la colocación de la cruz en el mismo sitio donde estuvieran la inicial de hierro y la que conocimos de hormigón armado, abatida por las fuerzas de la naturaleza.

Nuevos tiempos, nuevas soluciones. La cruz llegó suspendida de un helicóptero, que, en una maniobra perfecta, la colocó en el vástago dispuesto al efecto, entre un remolino de polvo y el aplauso y los vítores de los concurrentes. La cruz es de hierro prismático, con todas sus facetas espejadas, más alta que la anterior, estrecha y esbelta y reforzada en sus brazos.


Cuando apareció en el cielo, portada como símbolo del cristianismo, me habría gustado tener la fe de los creyentes para creer que con este signo se puede erradicar la violencia, pero, de momento, sólo deseo que la respeten. La gente piadosa de Serra ha luchado por su restauración.

Toni Lastra



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La Columna de Toni Lastra
(24/10/12)
Capítulo XVI

"UNA SIERRA CON NOMBRE DE MUJER"

La Sierra Calderona desciende en dirección NO-SE perpendicularmente hacia el Mediterráneo, y constituye la última estribación del Sistema Ibérico, tras la sierra de Javalambre. La Calderona ha recibido a lo largo de los tiempos distintas denominaciones según los muy diversos criterios de los escritores que la han versado en sus escritos. Determinar cuándo nació con el nombre que hoy ostenta, sería motivo de un interesante debate, siendo comúnmente aceptado el de “La Calderona”. Proviene de una leyenda o historia muy arraigada en el pueblo, que viene a darle el nombre de Sierra Calderona según la leyenda de la famosa comediante y amante del Rey Felipe IV, María Calderón, “La Calderona”.

María Calderón “La Calderona”

María Calderón, fue una actriz rica en gracias y donaires, según cuenta el poeta Juan Arolas en su libro Poemas Caballerescos y Orientales en 1850. María fue la amante favorita del Rey Felipe IV, del cual se decía que tuvo más de cincuenta amantes y otros tantos hijos bastardos. Los versos de Juan Arolas, narran la historia según la cual el propio Rey sorprendió a La Calderona en compañía de su amante Ramiro, Duque de Torres. Tal agravio al monarca le provocó un ataque de cólera al sentirse engañado y ordenó a su valido, el Conde Duque de Olivares, que recluyera a la actriz en el tenebroso Convento de Valfermoso en Guadalajara, que era algo así como una prisión en la que acababan las amantes del Rey que habían tenido algún devaneo amoroso. Ya que la dama que había sido del Rey, después solamente podía pertenecer a Dios.
Pero María, que era una mujer de rompe y rasga, no estaba dispuesta a acabar sus días como monja. La prenda que los hombres del Conde Duque exigían eran las trenzas doradas de La Calderona, que supuestamente le tenían que cortar al ingresar en el Convento. Pero la leyenda, el mito y el deseo del pueblo, cuentan que los custodios que tenían que recluir a María en Valfermoso, fueron sorprendidos por una cuadrilla de bandoleros que raptaron a María y entregaron a los soldados una cabellera rubia de alguna amante o familiar de aquella banda de salteadores, para que pasara por la de María.

Cómo aparece María por los montes que más tarde llevarían su nombre, cómo desaparece de La Alcarria y aparece por las abruptas sendas de La Calderona, es parte de la leyenda inexplicada. Pero María, que era una mujer valiente, acabó siendo la  Capitana de aquella temible banda de bandoleros que por entonces asolaba los caminos de la Calderona. De hecho la toponimia actual todavía conserva nombres, como La Cova dels Lladres, el Pas de la Comedianta, yendo a refugiarse por los caminos de Gilet a Rafelbunyol o en una casa de labor al pie de La Mola de Segart, próximo a la Font dels Ullalets.

Lógicamente la versión oficial fue otra: María ingreso en el Convento de Valfermoso y llevó una piadosa existencia el resto de su vida.  Aquel trueno de mujer, acabó siendo la  Abadesa del Convento.

El corredor competitivo

En la época en que yo ejercía de corredor competitivo consideraba como esencial que mi preparación tuviera La Calderona como palenque. Hice de La Calderona mi campo de pruebas y pasé por esos lugares de madrugada o por el mismo Monasterio de Portacoeli, cuando la campana tocaba a maitines. El resto del día tenía que trabajar. Así era y fue por mucho tiempo.

Debo decirles que no era yo el único loco que, como los gitanos de Lorca, “iba por los montes solo”. En más de una ocasión me aparecieron envueltos en la tenue luz del amanecer otros alboreados atléticos, como Vicente Raga Gabarda quien, tras la dura faena de la estiba portuaria, antes de regresar a su casa, se fajaban con las farragosas cuestas de La Calderona. O José Carlos de Miguel, un afamado abogado y un corredor duro como el pedernal. Naturalmente que a mi mujer le decía que iba al cauce del río, que era donde iban los corredores normales. Y no es que tuviera miedo de ir en solitario por aquellos lugares; de lo que tenía miedo era de dar un traspié y acabar en el fondo de un barranco y no me encontraran.

 La mujer fantasma

Hubo otra mujer que también se hizo famosa en La Calderona: Vivía en una cueva y solía salir de madrugada con un sayal que debió ser blanco alguna vez. Abandonaba su cubil para disputar con las alimañas los despojos y basuras. Tenía cabeza calva con algunas greñas y por calzado unas botas sin cordones, que le daban un aspecto demoníaco. Recuerdo que en cierta ocasión el hambre le hizo bajar hasta las zonas de recreo a recoger las sobras de las mesas. Me dio tanta pena, que le dije si quería comida; por toda respuesta me contestó con un gruñido y sus ojos le brillaron como tizones en un pavoroso gesto de odio.

De este suceso, escribí una columna que más tarde apareció en uno de los libros de la trilogía “La Columna de Andrópolis”. Pero por lo especial de esta historia, la recuento por si alguien no lo conoce.

Como todos los miércoles, llegué a la zona de recreo de Portacoeli. Era aún noche cerrada, las brisas tramontanas de levante traían de las cercanas playas un aroma a salitre y brea, y un coro lejano de ladridos de las casas de los labradores. Como contrapunto a aquella sinfonía del amanecer, como diría Lorca, “la piqueta de los gallos herían la madrugada”.

Mi plan era el de casi siempre que no disponía de mucho tiempo: Ascendería hasta el Monasterio, dejando atrás el Pi de la Bassa y después llegaría a la Font del Marge y regreso. Ya había rebasado el Monasterio y corría a la altura de La Pobleta. Me sentía como Smith, el ladronzuelo de la novela de Allan Sillitoe, “La soledad del corredor de fondo” como “el único hombre sobre la tierra”. En esos momentos me consideraba el más feliz de los mortales. Corría sin temor alguno, ingrávido y libre. Me conocía todas las piedras del camino y, a pesar de la oscuridad, apercibía cualquier peligro. De repente descendiendo por el camino hacia mí, apareció la evanescente figura de la mujer fantasma.

Me quedé paralizado, se me secó la saliva y el pelo se me puso de punta. Estaba aterrorizado con los pies clavados incapaz de avanzar o tomar la huida, tan sólo salieron de mi reseca garganta unas palabras entrecortadas: ¡La mujer fantasma! Y haciendo un esfuerzo giré en redondo y emprendí una loca carrera hacía la explanada de la salida. Corría más veloz que nunca lo había hecho… y llegué exhausto esperando que de una vez por todas amaneciera. Recobrado el entendimiento y con la llegada de las primeras luces, inicie la subida de nuevo. Ni  la mujer fantasma, ni nadie iba a ser capaz de que no cumpliera el plan previsto.

Cuando llegué al lugar de la aparición, me di cuenta de lo infundados que habían sido mis temores; enredado a un arbusto del camino, un gran plástico blanco se movía empujado por las brisa matinal...

Y es que como decía Epicteto: “De lo que hay que tener miedo, es del propio miedo”.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
(17/10/12)
Capítulo XV

"EL RETORNO A DYLAN"


Ahora que el otoño de nuevo nos regresa a la dulce melancolía de la lluvia tras los cristales, ahora que los vientos dejaron sin hojas la arboleda y las voces de los veraneantes se perdieron junto al jolgorio de sus niños  y la berrea mecánica de motos y automóviles, el otoño nos devuelve el tesoro del silencio perdido y parece advertirnos que es la hora de volver a organizar el desastre de la biblioteca, en busca de de los libros y videos que serán mis compañeros en la soledad que se avecina, hasta que las lluvias de abril y el sol de mayo, nos traigan de nuevo el milagro de la rama verdecida.


Sacando y metiendo libros en aquel monumental desbarajuste de biblioteca, se deslizó al suelo como un pececillo de plata  el video de Bob Dylan, Blowin’ in the Wind. Fue como un aviso urgente de que aún no había enviado al Blog de Correliana, el artículo para “La moto y el sidecar”, espacio que nos facilitó Javier Pons.

Quiero agradecerle que haya recuperado de nuevo la libertad de poder elegir temas sin cortapisas, ni censuras, sin tener que pagar el arbitrio de escribir por decreto a nadie y lo feliz que me siento de no ser alabardero y no tener que escribir al dictado. Puede que sea un buen o mal escritor, lo que no soy en absoluto es una mecanógrafa -dicho con el mayor respeto- y reiterar que lo hago altruistamente, no por que no me guste el dinero, si no por que si algo no me gusta, soy libre de marcharme de inmediato.

Me parece oír algunas voces que dicen; “¿Qué tiene que ver todo esto en un blog deportivo?” pues créanme lo tiene. Porque en una sociedad deportiva, un club, es tan importante la sala de trofeos como la sala de máquinas. Y si de las enseñanzas de Thoreau,  Marco Aurelio, Epicteto, Pascal Blaise, o la de tantas cabezas preclaras beneficia a ideólogos, dirigentes y entrenadores, en modo alguno les perjudicaría escuchar la letra de la canción de Dylan.


Seré breve en la exposición de Bob Dylan: Nació en Duluth Minnesota, el 24 de Mayo de 1941 -somos casi coetáneos- y aún continúa en activo. La canción que nos ocupa fue declarada por expertos mundiales como la décima mejor canción de todos los tiempos. Aunque resulta imposible reseñar los numerosos galardones y nominaciones recibidos, todos  debemos sentir agradecimiento por su continuada lucha por la libertad, y la defensa de la igualdad de los hombres.

Quiero dejar patentes algunos reconocimientos que por su grandeza nos hablan de la personalidad  de Dylan.  Realmente su nombre era el de Robert Allen Zimerman, que él cambió por el del poeta Dylan Thomas, por el que sentía una profunda admiración. Fue premio Príncipe de Asturias y miembro honorario del premio Pulitzer, fue investido Caballero de la Orden y de las Artes y las Letras por el Ministro Frances… y, finalizo por falta de espacio para reseñar tantos méritos.

En la biblioteca que intenté organizar, y dejé en peor estado que la encontré, he tenido el premio de encontrar la vieja armónica que nunca aprendí a tocar. Pero ahora que a nadie importa el tiempo que pierdo, me he propuesto interpretar en la vieja armónica su Blowin’ in the Wind, en honor a él y para alegría de mis nietos. Arduo trabajo, pues yo -como diría mi dilecto amigo Javier Egea- tampoco entiendo de música.

Si en algún momento de sus carreras se encuentran exhaustos, derrotados y atenazados por el dolor, como inmersos en un océano de ácido láctico,  prueben a cantar en voz alta Blowin’ in the Wind  (Flotando en el viento). Puede que las preguntas de Dylan les den fuerza para terminar la carrera. A mí me la dieron, pero… ustedes ya saben que soy un soñador impenitente. 
TONI LASTRA




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La Columna de Toni Lastra
(03/10/2012)
Capítulo XIV

"PAQUI CASTAÑO ORTUÑO"

Los tiempos han cambiado inequívocamente en el trato y respeto que merecen las mujeres atrapadas por la adicción a la carrera a pie. El fenómeno socio deportivo del aerobismo, una revolución incruenta tan trascendental, que muchos la compararon en importancia a Las Cruzadas o el Marxismo, iba a cambiar la vida de millones de ciudadanos que apartaron sus hábitos sedentarios por la carrera a pie en las disciplinas de fondo. No voy a escribir, ya lo hice bastante en su día, de la llegada e instauración en España del aerobismo.

Si los hombres tuvieron dificultades para incorporar a sus vidas la carrera diaria, y eran motivos de burla cuando la practicaban acompañados siempre por el sonsonete del “uno, dos, uno, dos…” o por la otra gracia de “a correr a la Casa de Campo” o alguna otra más agresiva, como la de “Au apedrearlo” que sufrí en un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme,  las mujeres tenían que soportar agravios peores, como acudir a carreras en donde sólo había servicios de duchas para hombres. Y en más de una ocasión, cuando se veían obligadas a correr por las noches, algún que otro acoso de perturbados. Han pasado treinta años y aquellos malos tiempos iniciales hoy son tan sólo recuerdos casi olvidados. Y ahora el paso de los corredores y corredoras por parques, jardines y caminos solitarios es tan común que apenas quedan personajes de aquella mala ralea, y el corredor popular ha pasado a ser un personaje familiar.


Las mujeres entran en juego

Las mujeres se fueron incorporando a la carrera a pie con más dificultades de las previstas. En Estados Unidos en su carrera más emblemática, el Maratón de Boston, tuvo que aceptar inscribir a las mujeres tras una fuerte presión social que hizo renunciar a los puritanos de sus ajadas costumbres machistas. Hasta 1984, no fue admitida como disciplina olímpica el maratón femenino, cuya vencedora fue Joan Benoit Samuelson, en los JJOO de Los Ángeles.  En el Maratón de Valencia, impusimos el mismo premio en metálico para hombres y mujeres, en contra de no sé qué tipo de Tablas suecas, que imponía la ortodoxia federativa en premios en metálico inferiores a las mujeres. Y pasados los años ¡asómbrense!, en el reciente Maratón de Portland, en Oregón, ciudad que se arroga el nacimiento del Jogging y sede de la famosa multinacional del deporte Nike, hubo un censo de mujeres superior al de los hombres.
  
Ya no sorprende a nadie ver a las mujeres corriendo

Yo que siempre he declarado mi admiración por las mujeres (más bien diría mi debilidad por ellas) me reconforta el alma su integración en las carreras y me vienen a modo de homenaje hacia ellas estos versos de Serrat, cuando las veo correr:

De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que
da gusto verla
se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.

Y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela
  
Perdonen que me haya dado por la lírica, pero es que este artículo está dedicado a las mujeres corredoras en general y en este caso a las del C.A. Correliana; tan flacas, tan bellas, tan rubias, morenas, rápidas y jóvenes, que cuando las veo correr, me propongo no demorar más la promesa hecha a mí mismo de empadronarme en el censo de L'Eliana, aunque ya ejerza como tal después de sesenta años y pico veraneando en esta bendita tierra, donde me hice corredor y me recuerda que estoy citado con el Alcalde José María Angel, senador, corredor y amigo, para que me diga qué es lo que tengo que hacer.
  

Paqui Castaño  Ortuño


Pero basta de divagar y vayamos a la titular de este artículo. Puede ser que haya escrito más de un centenar de columnas a corredoras, que con una amplia presencia aparecen en la Trilogía de La Columna de Andrópolis, pero siempre siguiendo la pauta de tener acreditados unos méritos deportivos. Campeonas, corredoras con un acerbo de trofeos y una larga carrera de éxitos, pero ahora buscaba, a una corredora neófita que me contara cómo y por qué ha llegado a ellas. Tenía que cambiar la clave de la entrevista, y conocer las vivencias de la corredora novicia… Pero ya he dicho que hay días que la vida toma conmigo café …
                                                
Quiso la casualidad que hace poco me invitaran al Acto a beneficio de la lucha contra el cáncer de la Junta Local de La Eliana. Acudí al acto con la idea, como ya he dicho de encontrar a alguna de sus corredoras y hacerle una entrevista. Pero necesitaba la opinión de una recién llegada al mágico mundo de las carreras. A alguna que pudiera contarme esas sensaciones que despierta la carrera a pie en los iniciados, a  alguna que sin perder esos atributos, tuviera esa belleza interior, ese espíritu de quien le da más importancia a la carrera que al trofeo -que a fin de cuentas no es más que una hojalata cromada- y cuáles fueron sus motivos de iniciarse en la carrera. Tuve la suerte de que frente a mí se sentara casualmente Paqui Castaño Ortuño, una belleza rubia, con melena a la walkiria, jovial, alegre y habladora, novicia en el arte del correr, pero con evidentes síntomas de caer muy pronto atrapada en las redes de la carrera, de las que difícilmente se sale. Era el personaje que buscaba y le pedí que me concedería una entrevista,  y aceptó  de pleno…

La fiesta tocaba a su fin, pero yo que andaba tras un buen reportaje, no estaba dispuesto a perderlo y le pedí si podríamos rematarlo días después a lo que accedió. Para disipar cualquier suspicacia, en lo que las mujeres son maestras, le apunté que la entrevista sería grabada y que para que no pudiera sentirse cohibida, contaría con la presencia del presidente de Correliana, Javier Pons.  Y así quedamos.

La vieja grabadora una vez más cumplió.

Puntuales como un reloj suizo aparecieron Paqui y Javier Pons, a los cuales acompañaba una de las hijas de Paqui, que no quiso perderse la entrevista de su madre… Hundí la tecla de Record e, infalible como siempre, la cinta magnética comenzó a registrar sonidos y voces con la eficacia prodigiosa de siempre.

Paqui comienza a desgranar con naturalidad sus datos personales: Paqui Castaño Ortuño, cuarenta y tres años, a lo cual no puedo por menos que manifestarle que nos lo aparenta. Y prosiguió, estoy casada y tengo dos hijas, Marta e Irene. No tengo antecedentes deportivos en mi familia, pero mi marido es corredor desde hace muchos años. Debía haber venido y podríamos tener una tertulia interesante, le contesté. Dicho y hecho: Le llama y al rato aparece. Carlos su marido nos presenta su tarjeta de corredor de inmediato: 3h. 54´.

Paqui ha cogido la manija y realmente no hace falta preguntarle: El hecho de que mi marido sea corredor, me ha favorecido, yo nunca he corrido, pero lo que más me ha motivado ha sido encontrar en el pueblo el grupo de Correliana lo cual me facilitó poner en marcha el consejo que me dio el psiquiatra, pues tenía una depresión bestial. Pues en el grupo he encontrado una extensión de mi familia, compartimos muchas ilusiones. Esto es algo que tengo que agradecerle a Javier Pons, el presidente de Correliana. Javier esboza una sonrisa por toda respuesta. Pero no obstante, soy consciente de que la soledad no me molesta y que la hora de correr para mí es inviolable. Correr me transforma me hace más vital y alegre es mi momento. Días pasados corría con María José mi compañera por la mañana, cuando nos sorprendió un aguacero, y lejos de guarecernos bajo un portal, comenzamos a cantar y a saludar a la lluvia con los brazos en alto.

Cambiemos de tercio, ¿a qué corredor o corredora admiras más? Todos los compañeros son formidables. Interviene en ese momento Javier y expone que una de las cosas que más le preocupan como Presidente es la armonía social y por ello recomienda a los socios que no se marchen en cuanto acaben la carrera y aplaudan a los últimos compañeros del club y dirigiéndose a Paqui le dice ¿Recuerdas en Gestalgar que llegaste la última y te esperaban todos tus compañeros coreando tu nombre? Paqui aún se emociona al recordarlo. Se toma un respiro y dice, que puesta dar un nombre admira profundamente a Dominique Kerleaux y añade con humor que cuando sea mayor quiere ser como ella… es formidable.
  
Aprovecho un corto silencio de Paqui y le pregunto ¿Con qué talante llegas a las carreras, como competidora o simplemente por correr, sin ningún otro motivo de competición? Yo voy a pasármelo bien, yo no soy nada competitiva, mi marido me dice que vaya con él a hacer series, pero no me interesa. Toni, como un detalle te diré que corro sin reloj. El hecho tan sólo de estar corriendo ya es una recompensa para mí.
  
Bueno como remate a la entrevista y porque no sólo de correr, vive el hombre y la mujer, hablemos de la ciudadana Paqui Castaño. ¿Qué otras cosas te gustan aparte de la pasión del correr?

Soy aficionada a la pintura, lamento no haber ido de joven a La Academia de Bellas Artes, la lectura, el cine, -mi pintor preferido es Van Gogh y como actor Richard Gere- vivir la vida con mi familia y hacer de la amistad un motivo para sentirte feliz y en paz contigo y los demás.


          No creo que Paqui tenga una frase mejor para acabar la entrevista.

Salud y kilómetros compañera.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
(19/09/12)
Capítulo XIII
LA INQUISICIÓN

             Sinceramente les confieso, que estaba convencido que a mis años pocas cosas podrían causarme asombro o sorpresa, pero simplemente este pensamiento era una equivocación, naturalmente que si. Es indiscutible que el mundo ha tenido una evolución científica, técnica que ha llevado a descubrimientos que han erradicado, enfermedades y el hombre actual disfruta de todos los beneficios médicos y sociales que en otras épocas eran inimaginables. Pero no ha sido igual en el aspecto, moral y ético, en los tiempos de la prehistoria se mataban entre ellos, con hachas de sílex o las más burdas armas y ahora lo hacen con ingenios malignos, se aniquilan masivamente con armas letales, bombas e ingenios sofisticados…

            Excesivo prologo, para contarles a ustedes una noticia aparecida en el diario napolitano Corriere del mezzogiorno: Así lo anunció Alfonso de Nicola  jefe de los servicios médicos del Nápoles.


“Los jugadores del equipo italiano deberán frenar sus deseos sexuales dos días antes de cada partido, para evitar contracturas, distensiones e inflamaciones musculares.

            De nuevo surgen en el panorama deportivo estos redivivos Torquemadas, que amparados en estas virtudes, llegan a la máxima de  A por el escudeto por la castidad.
A ello añaden otras normas, aparte de prohibir el gozo carnal, controlar los hábitos alimenticios y el descanso, evitar bebidas alcohólicas, dormir las horas adecuadas, son las técnicas para evitar las lesiones en el Nápoles.

            Demasiadas prohibiciones cuya aplicación se me antoja de difícil ejecución. ¿Qué van a crear Inspectores de Alcoba? o ¿Pedir la nota en los restaurantes? Este siempre ha sido un tema muy debatido.

                                            ¿Qué dicen los expertos?

El Doctor George  Sheehan: Las estadísticas sobre el gasto de la actividad sexual sugieren que el gasto de energía es del orden de una carrera de 50 metros.  No entiendo cómo esto pueda afectar los esfuerzos competitivos de nadie. Mi experiencia personal me ha convencido que son posibles perfomances altas, en carreras de medio fondo y de fondo a las pocas horas de una actividad sexual.


El Doctor Craig Sharp ha escrito: “No puedo hallar ninguna evidencia real en la literatura cientifica o en o en discusiones de muchos atletas y deportistas de nivel internacional, de que una moderada actividad sexual, aun incluyendo la noche previa al evento, tenga efectos que vayan en detrimento del deporte. Sin mencionar nombres, el Doctor Sharp cito el caso de un medio fondista olímpico, que estableció un récord mundial, una hora después de hacer el amor.

            Sharp añadió, “que sería una buena idea” (algo que posteriormente llevo a cabo Holanda en un mundial de futbol) que las esposas acompañasen a sus maridos en los Juegos Olímpicos. El deterioro del sexo sería de alrededor de un 10%, sin embargo el 90 %, sería de un puro aliento para mantener la moral alta.
             Quizás el más pertinente y sagaz comentario sea el Casey Stengel:

“No es el sexo lo que derrumba a estos muchachos, es quedarse toda la noche buscándolo”

            De cualquier forma esta es una decisión que debe tomar cada cual, en plena libertad y aprender a conocer que sexo con juerga desgastan mas que el calor y la humedad juntas.

            Y llevando el tema bajo el prisma del humor y para terminar le citaré un grafity que pude ver en una ciudad olímpica ante de sus Juegos, que decía más o menos traducido del inglés: La castidad produce cáncer, vacúnate.

TONI LASTRA
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La Columna de Toni Lastra
(12/09/12)
Capítulo XII

¿QUÉ FUE DE ANDRÓPOLIS? 

                     Cuando escribí El adiós de Andrópolis, última entrega de La columna de Andrópolis, apercibí de inmediato que iba a emocionar a muchos de mis lectores, es esta una percepción que se adquiere cuando se han escrito centenares y centenares de este largo serial, que duro más de treinta años.


            He aquí, algunas de las reprobaciones que recibí;
 ¿Cómo envía usted, como se atreve a enviar a Andropólis  al paraíso del olvido? ¿No se da cuenta que ha hipotecado su alma? Un Concejal de Deportes, de un municipio del Camp de Turia, me confeso haber llorado acongojado leyendo esta postrer columna. Otro lector indignado comentaba en voz alta en una tertulia de corredores. ¿Sabéis lo que ha hecho este canalla? ¡Ha matado a Andrópolis!

                        Algunos de ellos, no llegaron a comprender el significado onírico y fantástico de Michael Andrópolis . Quizás para ellos no era el personaje que todo hombre de niño sueña ser y que de hombre lamentaba no haber sido, era un paradigma, un ejemplo a seguir. Yo explicaba al lector que tan solo era visible para mi y que mi transmisión cósmica con el la sentía y aun la necesito para ser fiel a mi mismo, para ser yo mismo y no lo que los demás querían que fuera.

                        Aquella controversia me hizo sentirme escritor y la orfandad de Michael, muy dura,  me costó mucho separarme de él, caminar solo sin el código de ético no solo el deportivo. Aquella conjunción cósmica entre el griego y yo, llego a desdoblar mi personalidad y cuando comenzaron aquellas dudas una me comenzó a mortificar el alma si yo era un Michael mutante o realmente o se había completado el cambio al que yo me había sometido libre y por decisión. ¿Quién era un atleta tardío que escribía o el sosias de Michael Andrópolis, un héroe de ficción de una película B. americana?

                        Asi que hace unas semanas, decidí afrontar la verdad y a solas y sin testigos, aproveche que un grupo como tantos, tenía programado el día de montaña en La Calderona, viaje con ellos hasta el clásico punto de salida y quede en verme  un par de horas después en el mismo punto y tome el desvío que me llevaría al lugar donde Michael desapareció de mi vida, unos cuarenta minutos después estaba en ese rincón donde la fantasía y realidad cruzaron en mi vida y Michael desapareció de mis recuerdos. Aquel día sucedió al atardecer y ahora comenzaba el día y las brisas marinas traían al monte el frescor de la mar cercana, un rumor apagado de los vehículos de la autopista susurraba fugaz su paso y los pájaros con su cantar suave no aprendido repetían su salmodia diaria.

                        Pero por mas que me puse en trance, Michael no apareció. Quizás la aparición de Michael tenía sentido en mi imaginación, pero abandonada la carrera y habiendo dado luz a mis mejores años, ya había cubierto lo que demandaba mi alma entonces…

                        Y regresé senda abajo sumido en divagaciones, algunos corredores resoplando en la cuesta me saludaban amistosamente, al rato divisé a un corredor veterano, que al verme me paro y me dijo con la respiración entrecortada.

                        ¿Toni, has visto a un tipo con pinta de extranjero, con melena y que corría como un gamo?

                        ¿Iba muy rápido?

                        Como un rayo. Nunca lo he visto por aquí.

                        ¿Hablaste algo con él?

                        Al pasar me dijo o creí entenderle, que tenía una cita en la cumbre…
                        No se con quien podría haber quedado a estas horas…

                        Se seco el sudor y recuperado me dijo…Me voy a ver si lo encuentro en la fuente
                       
                        Suerte amigo…

                                                                                                                        Toni Lastra                              


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La Columna de Toni Lastra
(30/08/12)
Capítulo XI

LAS TERSAS BRISAS DE OTOÑO
                               
            Ya va quedando atrás este tórrido verano. Los incendios han dejando convertido en cenizas funerarias el soto y el bosque de La Calderona y el esqueleto de sus árboles calcinados ha cambiado el verde luminoso de sus valles por un decorado gris y negro carente de colores y sonidos.  Todos los años igual, los mismos falsos argumentos para justificar estos desastres, la que la mecha del pirómano, la falta de previsiones, la desidia de unos, la codicia de otros y la irresponsabilidad de todos quienes creen que el monte es el patio de su casa, nos traen  estas ordalías que no cesan.

            Recuerdo que días después. del gran incendio en la sufrida Calderona del noventa y dos,  andaba preparando no recuerdo que maratón al que siempre dedicaba un día semanal en La Calderona, acompañado con un buen amigo que ya falleció Pepe Pérez Verdeguer, mas amante de la montaña que yo. Decidimos ir el día que ya dejaban pasar a las zonas arrasadas y cuando nos pararon los bomberos, pudimos ver el doloroso espectáculo que nos depara el fuego. Dimos por terminado el entrenamiento, y con lágrimas en los ojos regresamos a Valencia y acabamos en las Pistas de El Saler haciendo series.

            Pero la naturaleza es sabia, y acaba restañando las heridas que el hombre le confiere ignorantemente y de nuevo, vuelve a regalarle con el bálsamo de los años, los sotos reverdecidos que no merece.

EL OTOÑO, LA MEJOR ESTACIÓN PARA CORRER
                                                
            La cacareada racionalidad del hombre, le ha ido apartando de su condición natural, sus horarios están condenados a una vida laboral y social que dista mucho de lo que su equilibrio entre cuerpo y alma necesita, cada día que pasa pierde los valores de una animalidad original de forma irremediable.

            Decía Percy Cerutty, el famoso y excéntrico entrenador australiano, que tenia que preparar a sus pupilos como si fueran potros, para recuperar el vigor animal y la necesidad de triunfo. Tenía en cierta parte razón, el alejamiento de las verdades naturales, nos lleva a una vida artificial, Todos tenemos otras motivos de elección que olvidamos. De todas las estaciones es el otoño, con sus tersas brisas es el que nos aporta un aliento vital, es la mejor estación del año para preparar la maratón en que la que queremos hacer marca. Sobre las dietas, las tan debatidas dietas, decía el doctor George Sheehan: Coma usted lo que le siente bien y renuncie a alimentos milagrosos, igual que no hay dos huellas dactilares iguales, no hay dos metabolismos iguales. Usted debe decidir por si mismo, ser el protagonista de su propia vida. Al igual que es mas favorable para su organismo correr, por la mañana, mediodía o al atardecer.

            Correr es un acto natural y sencillo, al que hemos intelectualizado y hacemos parecer como algo complicado y nada más distinto de la realidad, pero hay un entramado que siempre intento hacerlo parecer como algo para elegidos, afortunadamente la revolución incruenta del aerobismo, demostró que estaba al alcance de la ciudadanía y que lo único que diferencia a los corredores, no es ni el talento sino la velocidad.

            Pero el otoño, con sus tersas brisas, que alejan los agobios del calido verano, sigue siendo el clarín que llama a las tribus del correr a reunirse por las sendas que tanto solían en busca de esos frescos vientos otoñales, que taanto favorecen, el ejercer con esfuerzo supremo, que le pueda llevar a conseguir a las marcas soñadas.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
(22/08/12)
Capitulo X

EL JUGLAR DE LIÉBANA

Sería tal vez el verano de 1985. Correcaminos ya se había consolidado como un club de cierto prestigio en la organización de maratones, pero, sobre todo, había recibido el reconocimiento a su vida social y a la atención al corredor, primer mandamiento de la sociedad, y al evidente mensaje que transmitía a cuantos nos visitaban de una amistad sin grietas. De nosotros decía el Mapoma de Mauricio Blanco que éramos una especie de mafia blanca y los catalanes que teníamos un caliu que nos hacía diferentes.
Quienes perviven de aquellos tiempos recuerdan con nostalgia los viajes a los maratones de Budapest, Múnich, Moscú… Todavía no había entrado en el club el ángel malo de la rutina. Nadie se quedaba fuera y todos se sentían alguien. Cada uno asumía el trabajo que él mismo se había asignado o le habían encomendado, sin la menor reserva, y se habían creado con ese ejemplo unas jerarquías que nadie discutía. El dinero no había hecho su aparición y el poder se hallaba repartido entre todos. Como es sabido, el dinero y el poder corrompen y el dinero y el poder absoluto corrompen absolutamente.
Yo me apuntaba a cuantas excursiones programaba Isidro Rey, por aquellos tiempos vicepresidente de Correcaminos, apenas entraba en la elección del viaje, porque yo prefería ir a la Malvarrosa con buenos amigos que al fin del mundo con discordias y rencillas. Parecíamos inmunes a la difamación, la envidias y las murmuraciones.
Un grupo muy emblemático compuesto por Vicente Raga Gabarda, Toni Bonet, Tono Raga, hijo de Vicente Raga, Vicente Moreno y Paco López, todos con sus respectivas mujeres, al que nos unimos la mía y yo, había decidido apostar por las ofertas del turismo rural y dimos con nuestros huesos en Lebeña (Cantabria). El programa del viaje no podía ser mas atractivo: entrenamientos en la montaña, excursiones, tertulias, buena comida y paseos por la tarde por aquel bello lugar, todo ello aderezado con el aroma que desprende la verdadera amistad.

Lebeña y su iglesia mozárabe

Lebeña es una localidad del municipio de Cillorigo de Liébana, en la Comarca de Liébana. Es un pueblo pequeño, con no más de 100 habitantes, pero engrandecen su nombre dos joyas: la arquitectura mozárabe de su Iglesia de Santa María y un tejo singular, a lo que añadiría el regalo de estar regado en sus riberas por un Deva cristalino y rumoroso, recién salido del desfiladero de la Hermida, con sus profundas gargantas de piedra caliza que alcanzan mas de 600 metros de profundidad. De su magnitud dijo Benito Pérez Galdós irónicamente que más que gargantas, había que llamarle esófagos.

El cartero de Lebeña
Bueno, vayamos ya al protagonista de este artículo. Por las tardes, después de la obligada siesta para recuperarnos de las duras carreras matinales, solíamos dar un prolongado paseo por los aledaños de Lebeña y nos llamaba la atención que, en el umbral del portal de todas sus casas, campeaba siempre un escudo. Comentábamos sobre ello, dando cada uno su particular versión, cuando oímos una voz que salía de un jardín de hermosas hortensias que amablemente nos invitaba a darnos una explicación, si es que estábamos interesados. Al rato nos sentábamos en casa del cartero de Lebeña degustando una deliciosa merienda, que daba buen crédito a la hospitalidad montañesa. Se presentó como Herminio Señas Santobeña y pausadamente fue desgranando su vida. No aprendió a leer y escribir hasta muy entrado de edad, gracias a la dedicación de un tío suyo, pero era evidente que aquel hombre poseía una cultura poco común.
De joven había sido pastor y pasaba con el ganado meses en los apriscos de la alta montaña. Se había hecho construir una ventana en su habitación desde la que divisaba las cumbres donde ejerció el pastoreo. Nosotros le contábamos nuestras aventuras maratonianas, con alguna que otra exageración. Escribía poesía con una métrica muy estudiada. Incluso nos improviso o vino al caso un cuarteto, viendo nuestro espíritu inquieto, que aún recuerdo:

Porque lo quiso el destino
Siempre vas corriendo en pos;
Haz un alto en el camino
Y verás grandezas de Dios.

Estuvimos hasta bien entrada la tarde hablando de diversos temas y recuerdo que, cuando tomaba la palabra Herminio, un respetuoso silencio se guardaba. Nos contó que era el cartero de Lebeña y se extendió en profundidad sobre la Iglesia y el hermoso tejo de un porte majestuoso que crecía junto a ella.
Tal como nos prometimos en la despedida, durante algún tiempo nos carteamos con él e incluso le enviamos diversas revistas del club. luego la distancia nos llevó al olvido. Error por nuestra parte, pues nos perdimos la gran trayectoria de Herminio Señas, que llegó a ser conocido como el juglar de Liébana.

Regreso a Lebeña
Hace unas semanas mi familia programó un viaje al norte de España en cuyo recorrido figuraba Lebeña y de inmediato me integré. Pero conforme nos íbamos acercando, los recuerdos del pasado me conmovieron. Más de un cuarto de siglo era mucho tiempo para preguntarse qué podría haber cambiado.
Alguien me avisó: ¡Ahí esta Lebeña con su iglesia! Me dirigí hacia la Iglesia, prendida el alma de emoción, el tejo monumental que conocí no estaba y en su lugar tan sólo quedaban unas ramas relictas de la gloriosa fronda que tuvo.

Entré a la Iglesia para inquirir del pastor y cartero y la guardesa me dijo que había muerto, pero si quería mas información, su nieto Sergio estaba en un chiringuito cercano y con mucho gusto me la proporcionaría.
Sergio me dijo que había muerto a los noventa y cinco años y que su sepultura la reconocería de inmediato, pues hacía poco mas de un año que había faltado. “¿Puedo visitarla?” “Si lo hace con respeto, no hay inconveniente.”
Allí estaba la sepultura, señalada con una hermosa cruz blanca de brazos cilíndricos. Permanecí en pie junto a ella y regresé con mi familia que me esperaba impaciente. “¿Cómo has tardado tanto?”
“Estaba rezando una oración por un viejo amigo.”
“Tú no eres creyente.”
“Si hablar en silencio con tus amigos muertos es rezar, efectivamente estaba rezando.”
Lamenté en ese momento no haber continuado nuestra relación con Herminio, un gran hombre. Deberíamos, tal como dijo, hacer un alto en el camino. Algo que ya no tiene remedio.

Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
(06/08/12)
Cap. IX

EL DESAFIO DE JOSÉ ROMÁN MORENO

Hace diez años apareció en la galería de corredores populares que era La Columna de Andrópolis una dedicada al titular de este artículo, José Román Moreno, andaluz de Santiago de la Espada (Jaén), que tenía a la sazón cuarenta y siete años, macrofondista cum laude, que anotaba en su cuaderno de bitácora catorce o quince maratones, con una mejor marca de 2 h. 40’ y 1 h. l2’ en medio.


Todo eso, aun siendo mucho, no dice nada si lo comparamos con su calidad humana, como persona de bien. Es uno de esos seres humanos en extinción en nuestra sociedad que, como decía el gran Lope de Vega en su poema Soledades, “Ni murmuraron del grande / ni ofendieron al pequeño”. Jamás le he oído hablar mal de nadie ni alardear de sus méritos deportivos; circunspecto y cabal, cuando muchos, por menos, se consideran figuras del correr tan solo porque lo dicen ellos.
Les apuntaré una hazaña que demuestra su valía. Por aquellos tiempos cruzó la península ibérica de oeste a este corriendo con su compañero de aventuras, el doctor Roberto Ferrandis, en catorce días en pleno agosto, portadores de un frasco con agua del Océano Atlántico, desde el Mar de Paja en Lisboa, que vertieron en las olas de la playa valenciana de la Malvarrosa en el mediterráneo, en una sencilla ceremonia. Nunca se ha preparado ex profeso para una prueba, y el único alimento habitual en su dieta es el batido de chocolate y sus calcetines negros asiduos en su vestimenta deportiva, algo así como su divisa. Suele tener su semana buena, después de una mala semana, lo cual hacía que le cantáramos: “El bueno de Román, una semana bien y una semana mal, y como persona siempre igual”. ¿Han conocido ustedes un personaje semejante?
Han pasado veinticinco años de aquellos extremados excesos, Román sigue corriendo y acude al almuerzo tradicional que se celebra después de los largos sabatinos, donde se sueltan las lenguas y se vuelve a hablar de correr. Román escucha más que habla; algunos de los contertulios no conocen a Román El magnífico. La conversación deriva hacía el deterioro físico que irremediablemente sufre el corredor en su fisiología con el paso del tiempo. El envejecimiento constituye un proceso continuo, lineal. Nuestras vidas siguen un curso predeterminado, nos deslizamos por una cuesta abajo irremediable, que desemboca en descensos de la capacidad vital, del rendimiento de los riñones, en la vista cansada, la disminución del metabolismo basal, del sentido del tacto, del rendimiento cardíaco y de tantas cosas más.
Román ha escuchado a todos los contertulios deliberando sobre el tema y cuando el ponente de turno dice que hay algunos atletas que han conseguido cómo detener ese deterioro, sale de su silencio y dice que, a sus cincuenta y ocho años, él puede volver a conseguir un registro por debajo de las tres horas; lo dice con total convencimiento, sin el menor asomo de vanidad.
Las sonrisas irónicas y gestos de incredulidad de algunos contertulios, lejos de desmoralizarlo, le motivan aun más y por su rostro cruza un espectro del hombre empecinado, fiel a sus ideas.
El espíritu de Román recuerda los versos finales del poema Ulises, de Alfred, Tensión, cuando el héroe cansado de la vida ociosa, tras veinte años de aventuras en la guerra de Troya y en su odisea para regresar a su hogar, reúne a sus viejos camaradas y les exhorta en volver de nuevo a la aventura, en los últimos versos: “Y aunque no tengamos la fuerza que antaño / movía tierra y cielo, somos lo que somos, / los mismos corazones esforzados,/ heridos por el tiempo y el destino/pero tenaces en querer buscar / y descubrir y en no rendirnos nunca”.
El otro día lo comentaba conmigo y le contesté que poniendo como parangón el Maratón de Boston, el más longevo, ya que se viene celebrando sin interrupción desde 1897, ciento quince convocatorias, nos podía dar ejemplos de estos prodigios. Quizás el mas paradigmático sea el de Clarence H. de Mar, que venció en siete convocatorias, la primera en 1911, con veintidós años (2.21.39) y la última en 1930, casi veinte años después, 2 34 48). Nacido en Melrose (Massachussets), miembro de la Iglesia Baptista, consideraba la victoria como un hecho superficial.
Otro corredor dotado de un vigor impropio de la edad fue  John A. Kelly, que venció en 1935 y repitió victoria en 1957 con un crono de 2.20 05. En Estados Unidos está considerado un héroe nacional, y sin ir mas lejos hay que citar a nuestro Trinitario Martin, sub-tres siendo ya sexagenario. Por ello veo más que posible que Román lo pueda conseguir…
Román está convencido de ello y ya ha empezado su preparación, primero bajar peso, y en ello está, y después el plan específico. Alguno de los que no le dan opción le promete que, si lo consigue, le paga un viaje al Caribe; se ve que le sobra el dinero o está convencido de que no lo logrará. La apuesta es firme y la regla es solo una, lo ha de lograr en los próximos dos años.
¡Hagan juego señores! Si alguien quiere apostar que lo haga por escrito, cualquier sábado por la mañana, en los lugares donde almuerza el Grupo Salvaje tras el largo semanal.
Yo ya le entregué mi boleto. Vencerás, Román. Un día de estos te envío una caja de batidos de chocolate y un par de calcetines negros de la mejor calidad.
Tú puedes.

Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
(23/07/12)
Cap. VIII

Elegía a la carrera de los Árboles y Castillos


Quisiera aclarar antes que nada el significado de la palabra elegía, que los entendidos definen como una composición poética del género lírico, que expresa sentimientos de tristeza. Admitida por mi parte esa licencia, perdonen que escriba en prosa para poderles transmitir el supremo sentimiento de tristeza que causa la muerte.
He esperado en vano que el destino fatal nos reservara otro final para la carrera de los árboles y castillos que la desaparición, pero, como dicen los orientales, lo que tiene que suceder, sucede fatalmente. O como cantara Carlos Gardel en su universal tango Adiós muchachos: “Adiós muchachos, / ya me voy y me resigno, / contra el destino nadie la talla”.

Cómo se puede llegar a querer a los árboles

En el año 2005 andaba con el alma traspuesta, en una de esas depresiones, que te llevan a transitar por la noche oscura del alma, sin encontrar esa luz que te redima y te devuelva a tu mundo, con ansias nuevas. No voy a contarles cómo llegué a aquel estado lastimero, pero una vez más los sueños me llevaban a pasajes oníricos inconexos; soñaba en blanco y negro, pero cuando el sueño parecía llevarme a algún lugar que presumía me iba a sacar del atolladero, indefectiblemente aparecía el glauco lumínico de un valle, que casi de inmediato desaparecía. No lo haré mas largo, pero coincidente con aquellos sueños cayó en mis manos, recomendado por mi hijo, un ejemplar de Walden, del escritor, poeta y filósofo norteamericano Henry David Thoreau. El mensaje de Thoreau fue mi salvación, mi evangelio particular y decidí, sin nada mejor que reconfortara mi alma, tirarme al monte en busca de ese verde redentor.
Estábamos al principio del solsticio de verano del año 2005. Dos corredores históricos del comienzo del arerobismo en Valencia, José Luis Lorente y Toni Lastra, con infinidad de carreras a cuestas, han decidido ocupar buena parte de sus vacaciones de verano en visitar, fotografiar y admirar los árboles y arboledas monumentales de la provincia de Valencia. Lastra ha contado a Lorente la obsesión que le persigue en busca de la verde luminiscencia de los valles y esos árboles por los que está cada vez mas cautivado. José Luis, que no tiene el alma soñadora de Lastra, más analítico y pragmático, decide unirse a su camarada errante en la aventura del verde perdido; a fin de cuentas, ambos son corredores y entre entrenamientos y carreras habrán corrido miles de kilómetros juntos.
Al poco tiempo llevan anotados y fotografiados en sus cuadernos de campo algunos asombrosos ejemplares de coníferas: el pino carrasco (Pinus halepiensis) de las Fuentecillas en la comarca de la Plana d’Utiel, el pino rodeno (Pinus Pinaster) de Los dos hermanos en la comarca de Els Serrans, y un impresionante pino negral (Pinus nigra) de La Yesa, conocido como pino del sombrero, en la misma comarca de Els Serrans.
Algo imprevisto vino a cambiar nuestra condición de coleccionistas de prodigios arbóreos, pero iba a tener una trascendencia en nuestras vidas. Igual que una pareja de alpinistas ante la conquista de una cima siempre guarda en secreto quién es el que ha hollado primero la cumbre, nosotros ocultamos de quién salió la idea de transformar la comarca del Camp de Túria en el escenario de la carrera por equipos y relevos de los árboles y castillos. Llegados a este punto es imprescindible recordar que once años atrás, en junio de 1994, tanto Lorente como Lastra participaran en la Carrera de los Castillos al País de Gales, y desde el subconsciente uno le preguntó al otro: ¿y si hiciéramos algo así aquí en el Camp de Túria? Naturalmente aquí no tenemos tantos castillos ni en perfecto estado de revista, pero lo podríamos completar con los árboles monumentales. Aquello no pasó de ser un diálogo de taberna y, más atentos a aquel vinillo aloque que nos sirvió el mesonero, la cosa pareció quedar en el olvido.

Pí de la Bassa

Pero hay cosas, sentimientos y recuerdos nacidos para perdurar. El prior del monasterio de Portaceli nos concedió licencia a un grupo de amigos para visitar el monasterio. Se unieron Manolo Vizuete y Paco Borao (el actual presidente de Correcaminos y de la AIMS). Sobrecogido el espíritu por la vida de paz, silencio, trabajo y oración de la orden cartujana, regresaron de nuevo a su pasión por los árboles y visitado y archivado el Pí de la Bassa, el tótem de la Calderona, deciden aprovechar el tiempo que aún les quedaba para visitar el Pí del Salt, un carrasco precioso, pero mucho más joven que el de La Bassa. Pero ningún componente del grupo, que ya nos la dábamos de expertos, sabía dónde estaba este carrasco solitario. Y fue en Náquera, en la entrada de una urbanización, donde la suerte nos iba a ser propicia. El azar o el destino parecían estar con nosotros y le fuimos a preguntar a una señora joven que salía de un chalet. Aquello fue alentador, era como preguntarle a un marinero donde está el puerto. Aquella señora era y es Montse Simarro, que no solo les lleva a las oficinas del Parque de La Calderona, sino que les lleva personalmente a conocer El Pí del Salt al enterarse del interés de conocer aquel carrasco solitario, como un mascarón emergiendo de un acantilado de riscos de rodeno.
La verdad es que nadie había pensado en que podría ser el fin de etapa de una quimérica carrera, pero sonó allí como una verdad irrefutable. Montse, los demás componentes del Parque y el director Vicente Diago fueron de verdad nuestros mentores y maestros…
Y allí nació La Carrera de los Árboles y Castillos por equipos y relevos al Camp de Túria, a imagen y semejanza de la que corrimos en País de Gales. Durante meses vivimos en la sierra, buscando caminos, sendas y trochas, como expedicionarios en busca de tesoros ocultos… Mucho antes de la llegada del solsticio de verano del año 2006 se nos habían unido más valedores de nuestra idea visionaria: José Plumed, del Jardín Botánico, le puso el rigor académico a los nombres; él y Montse nos enseñaron a amarlos y defenderlos. Cuando descendimos de la sierra, con aire montuno, llevábamos en nuestras manos un proyecto en firme de la primera carrera, y después, el alcalde de L’Eliana, José María Ángel Batalla, se convirtió en el tutor de la carrera y de su mano fuimos a visitar al alcalde de Llíria y a la sazón presidente de la Mancomunidad del Camp de Túria, Manuel Izquierdo Igual. La visión de aquellos dos soñadores que un día comentó la utopía en una taberna, de una carrera como la de Gales, comenzaba su camino.
Hoy, sin otras razones que la falta de rentabilidad y patrocinadores, no busquen en ningún sitio razones conformes de ella: la Carrera de los Árboles y Castillos ha muerto, los soñadores han sido arrinconados en los caminos y nadie parece haber escuchado su voz de ayuda, pero consigo llevarán para siempre su amor por los árboles y por las personas que lograron el milagro de sus convocatorias, que tendrán en nuestros corazones un eterno e inolvidable sentimiento de gratitud.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
Cap. VII
(05/07/2012)

INFLUENCIA DE LA ILIADA Y LA ODISEA DE HOMERO
EN EL CORREDOR DE MARATÓN


            Si ustedes han tenido la santa paciencia de haber seguido en Las Provincias, durante veinte años, mis más de mil columnas bajo el título de La columna de Andrópolis, que derivaron en una selección de las quinientas ochenta y una mejores, en los tres libros que componen la trilogía. Editados, por Arthax, el  Ajuntament de L´Eliana y la Fundación Bancaja, habrán observado la de veces que he tratado los temas de La Ilíada y La Odisea de Homero, y de la figura de Ulises, vencedor de Troya, que después de diez años de lucha acomete la conmovedora historia del retorno a su isla de Ítaca, para pasar el resto de su vida junto a su mujer y su hijo. Deseo que demorará aún diez años más pero que es el lugar adonde Ulises ansía regresar de verdad, donde le espera la fiel Penélope y su hijo Telémaco, a quien Ulises no ha visto jamás. Para Ulises, la necesidad de su retorno para llevar a cabo su venganza con mano firme y sin piedad contra el insolente cortejo de los pretendientes a Penélope, que intentan convencerla de la muerte de Ulises.

            La Odisea narra ese regreso de Ulises a Ítaca, tal como se contiene en la epopeya universalmente conocida del poeta griego Homero. Nos cuenta la historia de un hombre que, según parece, vivió hace más de 3000 años y, aunque esta historia está llena de calamidades, la verdadera figura de Ulises (también traducido como Odiseo) consiste en que ha persistido como el símbolo de la tenacidad y la capacidad de supervivencia (dos condiciones sin las cuales difícilmente se puede llegar a ser un gran maratoniano). Hay otra referencia al atletismo, en el Poema VIII. Los feacios dan una fiesta de  despedida a Ulises, se celebra una competición de lanzamiento de disco y Ulises sorprende a todos con sus lanzamientos. Homero nos presenta siempre a Ulises como un hombre anhelante de regresar a su patria. Pero es tal la importancia de sus hazañas, que el vocablo Odisea, desde la más remota antigüedad se ha reservado siempre para aplicarlo a viajes desconocidos y peligrosos.

            No teman no voy a narrarles la Odisea, ya se encargó de eso Homero, que era un poeta griego cantor y ciego. Pero para los que no tengan mayor afición a la literatura, les transcribo aquel pasaje de la Ilíada donde Helena contestó así a la pregunta del rey Príamo de Troya que al contemplar desde una torre el asedio de los jefes griegos a la ciudad. “¿Quién es aquel hombre, menor en estatura que el Atrida Agamenón, pero de espaldas más anchas, que asemeja a un velloso carnero en un rebaño de ovejas blancas?”. La bella Helena (cuyo rapto por Paris, fue la posible causa de la guerra de Troya, algo que desmienten algunos historiadores, aduciendo que fueron los griegos los que aprovecharon esta oportunidad para validar los motivos para invadir Troya, por la feracidad de sus tierras y la riqueza de sus minas) respondió: “Es el astuto y sagaz Ulises, el rey pobre de la pobre isla de Ítaca”.

Pero Ulises el héroe de nuestro poema y una de las figuras claves de la Ilíada es más; si nos fijamos en los epítetos que le aplicaron los que le trataron, oscilan entre el odio y la admiración. Unos le llamaban “El retoño de Zeus”, “hombre de gran prudencia” “el del corazón audaz”. Por otra parte es el mismo Agamenón quien le llama “Hombre versado en artimañas malignas, atento siempre a las ganancias”, el héroe Aquiles lo desprecia y le llama “el de las muchas astucias” “el que guarda una cosa y dice otra” La maga Circe dice de él: “Es tal el espíritu que alberga su pecho, que resulta imposible hechizarlo”

            Pero ante todo este referente contradictorio, Ulises es el mito pre homérico sobre la ascendencia del héroe. Su abuelo, en efecto, era el ladrón consumado y salteador de caminos Autólico, hijo a su vez de Hermes, dios de los ladrones. Pero no es sólo ese baldón referente a su abuelo y bisabuelo, en lo que se refiere a los ardides y tretas. En las historias referentes al ladrón Autólico, se encuentran alusiones a Laertes, padre de Ulises, el cual cuando fue a pedir a Autólico la mano de su hija, ya estaba embarazada de Sísifo, al que emulaba en tretas y fingimientos hasta tal punto que acordó un compromiso con Sísifo de hospedaje e incluso le concedió engendrar a su hija Auticlea.

            Pero volvamos a Ulises el destructor de Troya.

Y así comienza La Odisea, el cantor y poeta Homero le dice a la musa:

            “Cuéntame, musa de aquel varón, de múltiple ingenio, que anduvo
              peregrinando muchísimo tiempo, destruida ya la sagrada Troya.
              Vio las ciudades y conoció las costumbres de muchos hombres.
              Y en el mar padeció incontables y grandes calamidades” (I, 1-4)
                                   
             A partir de ese punto Homero canta las aventuras de Ulises en su regreso a Ítaca en la Odisea, el más bello libro de aventuras que jamás se haya escrito, con un estilo literario trepidante, casi cinematográfico, Homero va cantando sus poemas donde el héroe vive las aventuras que mantienen cautivo al lector.

             La obra consta de 24 cantos, todos ellos llevados por el hilo conductor de su regreso a Ítaca, constituye una aventura que hubiera firmado el mejor guionista del cine de aventuras. Parecen inconexos, pero todos y cada uno de ellos nos va llevando hacia ese final en que Ulises regresa a Ítaca y disfrazado de mendigo acude a la cena que la fiel Penélope ha preparado, una estratagema más para demorar su consentimiento de boda con alguno de los pertinaces pretendientes. Se desposará con el pretendiente que tense el arco de Ulises y haga pasar la flecha por una fila de anillas. Uno tras otro fracasan todos los pretendientes, hasta que Ulises despojándose de sus harapos de mendigo, de un salto tensa el arco de Ulises, su propio arco, y dispara sus flechas de forma que atraviesen la fila de anillas, prueba que había ordenado Penélope. En plena cena los pretendientes intentan disparar el arco de Ulises pero ni tan siquiera consiguen tensar sus cuerdas. Es el momento que ha estado esperando Ulises durante tantos años y arrebatándolo de las manos de los usurpadores. Hace pasar la flecha por las anillas, lo tensa y flecha tras flecha va dando muerte a todos ellos. Manda después a sus criados que lancen su cuerpo a los estercoleros y al más rebelde de ellos, hace cortar su cuerpo a pedazos y tirarlo a los puercos.

            Parece que por fin ha finalizado con todas las adversidades, pero los familiares de los pretendientes toman las armas contra él y se ve librando de nuevo feroces batallas contra sus enemigos.

            Hasta que Atenea la Diosa de los glaucos ojos, la protectora de Ulises se le apareció en medio de la cruenta refriega y le dijo a Odiseo:

            ¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Detente y haz que termine esta lucha, este combate igualmente funesto para todos: no sea que el largovidente Zeus Cronida se enoje contigo.

            Así habló Atenea la de los glaucos ojos, y Odiseo, muy alegre en su ánimo, cumplió la orden. Y luego hizo que juraran la paz entrambas partes la propia Palas Atenea, hija de Zeus, que lleva la égida, que había tomado el aspecto y la voz de Mentor, y anima a los itacenses a llegar a un pacto para que juntos vivan en paz en los años venideros, logrando por fin Ulises la vida que anhelaba al lado de su esposa Penélope y su hijo Telémaco.

Toni Lastra

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La Columna de Toni Lastra
Cap.VI
(25/06/2012)

ENTREVISTA A JAVIER PONS
Presidente del Club d'Atletisme Correliana

La imparable ascensión del C.A. Correliana, no ha pasado desapercibida, en el entorno de las carreras populares, La moto y el Sidecar, siempre atentos, a cualquier movimiento en el entorno de las carreras, ha creído conveniente,  que aparezca en nuestro blog, el Presidente del Club Javier Pons, para que informe, de ese aumento espectacular del censo social, la numerosa participación de socios en tantas carreras, y de todos los pormenores que esta viviendo el club, que aparece en tan poco tiempo, con su programación definida y con los objetivos de su ideario muy claros, de cara a un futuro que se nos antoja brillante.

            La entrevista ha sido magnetofónica, a lo cual no ha puesto el menor inconveniente y estas han sido las respuestas, que Javier Pons  dio al cuestionario que le presentamos:


           MyS   Presidente ¿Cuántos meses han transcurrido desde la creación del Club? ¿Con que censo social se inició y cual es el actual? 

            JP        Correliana lo constituimos un grupo de siete amigos, en febrero de 2011, al que se unió mucha gente rápidamente. En dos meses ya éramos mas de cincuenta y en la actualidad somos ciento veinticinco.
                        La verdad es que la gente se ha identificado a través de lo que ha visto en las carreras, la filosofía del club: atención a los socios, compañerismo, una gran unidad y la igualdad de trato y atención tanto al que acaba primero, como al último

            MyS     ¿Con cuantas secciones deportivas cuenta el Club?

            JP         El club esta federado, en triatlón, montaña y atletismo, que son muchas en tan poco tiempo, en triatlón tenemos a quince federados y en montaña, otros tantos.  Correliana ha conseguido agrupar a grandísimos atletas populares de nuestra población que estaban desperdigados en diferentes clubes de fuera de L’Eliana y que ahora se sienten orgullosos de representar de forma destacada el atletismo popular de la localidad que llevamos en nuestra camiseta.

Ya os podéis imaginar que muchas veces la familia protesta, pero es cuestión de que nos entiendan y compartan la afición, ya que acaban pensando que sarna con gusto no pica.

                   A todo ello hay que añadir, las organizaciones, que le dan vida social al club. Presentaciones, cenas sociales, conferencias, carrera solidaria y estar siempre en el timón de mando para que el ideario de amistad y armonía no se rompa. A la vida social le hemos prestado una gran atención, en tan poco tiempo figuran, la presentación del libro de Toni Lastra, La Columna de Andrópolis III, la conferencia de Antonio Postigo y ahora andamos preparando una conferencia sobre nutrición. Mención aparte  en cuanto a mi dedicación personal, es el tiempo dedicado al blog y a los medios de comunicación social.


        MyS   ¿Podemos conocer la composición de la Junta Directiva?

         
.          JP     
Presidente:  JAVIER PONS
Vice-presidenta: MAGDALENA VILA
Secretario: SALVADOR PONS
Tesorero: JUAN  SALVADOR SOLER
Vocales: RAMÓN AZNAR
                JOSÉ LUIS ESPINOSA
                RICARDO IBÁÑEZ
                FERNANDO GONZALEZ


       MyS     Como podemos comprobar, hay representación femenina y nada menos que en el cargo de Vice presidenta, una responsabilidad importante que has otorgado a Magdalena y la no existencia de los cargos de Vicepresidencia. No obstante vemos que cualquier decisión de importancia la tienes tú, pero que  informas a todos los directivos de ella. No existen  comités de urgencia, y todo acaba con la manida frase de lo que a ti te parezca, algo muy halagador, pero sobre todo cómodo yo viví una época parecida y pienso que hay que compartir responsabilidades. ¿Es pues Correliana un club presidencialista?

            JP  Quizás sea la mejor forma de Gobierno en el momento en que estamos, ya que sin tener que hacer reuniones de urgencia, yo puedo acometer cualquier problema, cualquier decisión, y suelo comentarla. Las decisiones importantes se debaten y se toman en consenso en la Directiva y en la Asamblea, aunque es evidente, que el presidente es el que está velando siempre por los intereses generales del club y tiene muy claro el ideario a seguir. Intento delegar y me esfuerzo en que así sea pero no puedo obligar a nadie a tomar responsabilidades que no desea.

         MyS  ¿En tan corto plazo de vida de Correliana, cuales han sido los momentos mejores que has vivido y cuales los peores?

            JP   Prefiero recordar los días felices que estamos viviendo, y olvidar cualquier agravio, no vale a pena añadir mas penas a las que ya de por si te da la vida.

            MyS  ¿En que bases económicas se sustenta Correliana?

            JP      Principalmente en la cuota de los socios, los socios pagan una cuota de 30 Euros anuales y luego de la publicidad, que pagan los colaboradores, por aparecer en nuestra página Web.
  
                MyS  Hagamos un breve apunte biográfico del ciudadano Javier Pons? ¿Edad?
Cincuenta y un años. ¿Casado?  JP  Felizmente casado y con dos hijos. Mi hija Mar de 17 años y Xavi de 13. MyS ¿Otros deportes? JP  En mi juventud practique el fútbol y también el karate.
 Pero a partir de los diecisiete años, correr, correr y correr. MyS ¿Cuales han sido tus mejores marcas?  JP  Mis mejores marcas son mas bien modestas: Maratón  2 h. 58´.  38´ en diez mil y en medio maratón 1 h 22´. MyS No tan modestas Javier.

              MyS   En el aspecto deportivo, nos podrías citar  al mejor hombre y mejor mujer del club. Cuando llegamos a este punto, Javier sabe que estas nominaciones siempre son subjetivas y no quiere herir susceptibilidades ajenas y acaba repartiendo méritos de forma paternalista.


              JP  Cómo las disciplinas son varias, citaría en hombres a Pedro García Revaliente: 2 h 46´ en maratón, Ricardo Ibáñez 1:15 en media y a Javi Galindo como élite ultra-trail y en mujeres tendríamos el siguiente ramillete, dadas las diversas disciplinas en que compiten. Vanessa Benavent en carreras sobre asfalto y ahora, también en montaña, Eva Martín, a Laura Herrera ultrafondista de montaña, Roser Baello  Sub Campeona de España de Triatlón de Larga distancia y primera mujer española ultra-man, Magdalena Vila una veterana distinguida. También tenemos al gran Salvador Soler, el que mejor registros tiene en todas las distancias, ...

             MyS  Tenemos que detener a Javier o llevado por su paternalismo, nos puede citar todo el censo de Correliana

Cambiemos de tercio Javier y veamos que respondes a esta pregunta metafísica. Todo club que se precie tiene un ideario ético, que de alguna forma define el carácter moral de la entidad. A que aspira el club d’Atletisme Correliana: A perdurarse como un club modesto,  mas atento a  conseguir la felicidad social, sin otras preocupaciones de censos y marcas o por el contrario llegar a la Galería dorada del éxito, aunque para ello haya que perder parte los valores de nuestro ideario y entrar en el peligroso dilema de alcanzar la fama utilizando la frase de Maquiavelo: “El fin  justifica los medios” 

¿Realmente en que consiste el éxito para vosotros? Y Llegado a este punto traslado el parlamento de Javier Pons de forma literal:

             JP   Lo primero, nosotros somos ante todo una gran familia, un club de amigos. Pero un club de amigos deportistas, los corredores de Correliana son competitivos, que le gusta entrenar , competir y compartir los esfuerzos, ayudarnos en lo posible; luego nos reunimos en una mesa, para recuperarnos y refrescar nuestras gargantas con unas buenas cervezas y juntos planear nuevos retos, no entre nosotros, los  de nuestras fisiologías contra la naturaleza.


           MyS  La última presidente. Te deseamos una larga vida, salud y kilómetros para disfrutarla y sentados en una mesa común de amable paz bien avastada, como diría Fray Luis de León, departir con los amigos sinceros que te dan su mano franca. ¿Cual sería el mensaje de Correliana a toda la gran familia corredora?
  
                JP.      Corre con nosotros y nunca te sentirás solo
                                                   
Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
Cap. V
(11/06/2012)

EL INSOPORTABLE OLOR DE LA HUMILDAD CORROMPIDA

  
Comenzaré por contarles una anécdota atribuida a Don Miguel de Unamuno, al cual le dedicaban un homenaje que presidía su Majestad Alfonso XIII. Cuando comenzó su parlamento Don Miguel dijo: Muchas gracias por este homenaje que tanto me merezco, palabras estas que fueran acogidas por siseos del auditorio. Don Miguel, impertérrito continúo su discurso hasta el final con la naturalidad y maestría que le caracterizaba. Nada mas finalizar el mismo, Don Alfonso le dio la mano y en tono afable le comentó: Don Miguel todos los homenajeados comienzan sus discursos diciendo: muchas gracias por este homenaje que no me merezco. La respuesta del genial filósofo fue inmediata: Es que ellos tienen razón Majestad y añadió: La humildad consiste muchas veces en transigir con la mentira.

Hay una frase que la tengo siempre en mi mente como el corolario del corredor competidor, porque por mucho que filosofemos sobre la carrera a pie solo hay dos formas de correr, correr sin otro motivo de preocupación, correr por correr, o correr por vencer, o correr por ganar que como decía el entrenador de fútbol americano Vince Lombardi: Vencer no es que sea importante, es lo único importante. O por buscar alguien más próximo, Luis Aragonés: Hay que ganar, volver a ganar, siempre ganar.

Por ello, por favor no me hablen de la humildad, no tengo ninguna pretensión de tener una parroquia a mi nombre, ni figurar en el santoral. Cuando competía, los rivales con los que luchaba podían ser mis amigos, pero solo cuando acababa la competencia: En la carrera, el único sentimiento que privaba en mi era vencerlos y por la mayor diferencia posible.

Cierto que era un vanidoso en este aspecto, mis hijos me lo recuerdan constantemente. La vanidad es el algo que arrastra el triunfador, mientras que el perdedor no le queda más remedio que ser humilde. Alguien dijo que la humildad era el pecado de los mediocres. Les contaré un pasaje de mi vida de corredor, que conocen muchos de mis colegas y amigos.

Fue en una de las primeras Maratoninas.  Estábamos más o menos juntos el grupo de los posibles vencedores de nuestra división, y faltarían un par de kilómetros para llegar al Parque Sindical, cuando de improviso nos adelantó un corredor, con el que me unía una buena amistad, pero era evidente que esa posición no era la que le correspondía. Una vez nos rebasó, se volvió hacía mi congestionado como un pulpo hervido, balbuceando una sarta de insultos, pude entenderle que ya tenía ganas de vencerme. Estaba tan sorprendido, que en un principio creía que se trataba de una broma, pero no era tal, su rostro crispado y sus ademanes no daban lugar a otra especulación. Aquel tipo que siempre consideré mi amigo, era mi peor enemigo oculto.

Se marchó como alma que lleva el diablo y me quede tan estupefacto que estuve a punto de retirarme. Me sacó de ese colapso José Román Moreno ¡Vamos a por él Toni!  Y sacando fuerzas de donde no las había y con su ayuda logramos pasarlo a unos diez metros antes de la línea de meta, que él debía considerar el umbral del Reino. No se acercó a darme la mano y se perdió rápidamente entre la multitud. Cometió dos errores, darse por vencedor sin haber cruzado la meta y darse a descubrir como enemigo, porque el mundo de las carreras no se acababa ese domingo.

Es muy difícil de aceptar que el rol del corredor competidor, ve a sus rivales como enemigos. En carrera el que va delante hay que eliminarlo y a ese afán hay que entregarse, pero al finalizar la prueba todo debe quedar olvidado, el competidor vuelve a su personalidad y no recuerda la derrota como un agravio, y se aplica en mejorar, consciente de que de los errores se aprende. No vale el recurso de la humildad, ni en la derrota ni en la victoria, pero aún mucho menos en la derrota, por que no hay peor olor que el de la humildad corrompida. Hay en otros aspectos, en que la humildad es necesaria, como decía Bill Rodgers: Demasiada humildad es como demasiada tarta de manzana, comienza a hacerse pesada.

Para vencer hay que tener fe en tus propias valencias y por lo tanto aceptar sin reservas que la victoria y la derrota son inherentes a la competición.

Steve Prefontaine aseveraba: Que era muy difícil que perdiera en una competición, pues era el que mejor soportaba el dolor. Derek Clayton: La diferencia entre mi record del mundo y tantos otros corredores de categoría mundial consiste en mi fuerza mental. Corría mas creyendo en la mente que en la materia. Tony Sandoval: Al final de una carrera, cuando necesitas algo mas para vencer y tus músculos están sumergidos en un océano de ácido láctico y tu cuerpo te susurra, que ganar no es tan importante, solamente es tu voluntad la que te puede salvar del trance.

Y quizás el ejemplo más alentador del poder de la mente nos lo dio Douglas Wakiihuri, vencedor en el Maratón de Nueva York, en 1990. Wakiihuri, nacido en Kenya y entrenado en Japón añadió: Que su forma de correr no podía separarse de su búsqueda de las verdades de la vida.

Créanme, correr es algo tan sencillo, un deporte tan poco técnico, que no es necesario amargarse la vida cuando nos vencen ni envanecerse en las victorias, démonos por satisfechos, porque la providencia nos permita consolarnos con la satisfacción de poder correr todos los días.

Toni Lastra
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La Columna de Toni Lastra
Cap. IV (31/05/2012)

TEST PARA CONOCER EL NIVEL DE GRASA CORPORAL

 Aunque ya hemos advertido, que los test que hemos ido seleccionando, no excluyen los que los fisiólogos efectúan en los laboratorios, pretendemos con ello que nuestros lectores tengan conocimiento, de los que a través de otros métodos matemáticos y estadísticos nos pueden dar conocimientos, aunque solo sean a nivel informativo.

Si ustedes quieren conocer su nivel de grasa corporal, sin tener que pasar por el laboratorio y la experiencia de que lo pesen bajo el agua, cosa que supongo no debe ser nada agradable, puede hacerlo usted mismo con el método matemático que ideó E.C. Frederick y la ayuda de una calculadora de bolsillo y seguir con atención el protocolo que expone el editor en su día de la revista Running y autor del libro The running body.

Creo que no es necesario convencer a ningún corredor, que la grasa corporal, traducida en peso extra, tiene un efecto que limita nuestra capacidad de correr. Los hombres maduros y sedentarios tienen un promedio de 15 a 20 % de grasa y la cifra de las mujeres en iguales condiciones son del 25 al 30 %.

Pero vayamos al test que es lo que nos interesa y veamos lo que decía E.C. Frederick. Ya hemos dado los datos de los niveles de grasa en adultos y que no practican deporte y añadiremos que los corredores entrenados sueles tener niveles por debajo del 10 %.

Frederick estableció el índice ponderal que se calcula entre la altura expresada en centímetros y el índice corporal, y que formuló en estas tablas.
Kilos
Índice Corporal
Kilos
Índice Corporal
Kilos
Índice Corporal
40,00
11,29
62,50
12,10
87,50
14,56
42,50
11,52
65,00
13,28
90,00
14,79
45,00
11,75
67,50
13,45
92,50
14,94
47,50
11,96
72,50
13,77
97,50
15,07
50,00
12,16
75,00
13,93
100,00
15,20
52,50
12,36
77,50
14,08

15,32
55,00
12,56
80,00
14,23


57,50
12,75
82,50
14,38


60,00
12,93
85,00
14,52



En la tabla precedente, para cada peso corresponde un valor que es el Índice corporal.

Para obtener su porcentaje de grasa deberá dividir su altura en centímetros por el Índice corporal, y con el valor obtenido -Índice Corporal- , buscar su correspondencia en la columna: “% de Grasa Corporal”, de la siguiente tabla.

Índice Corporal
% de Grasa Corporal
Índice Corporal
% de Grasa Corporal
13,60
1,25
13,00
13,60
13,55
2,40
12,95
14,60
13,50
3,40
12,90
15,60
13,45
4,40
12,85
16,60
13,40
5,40
12,80
17,60
13,35
6,45
12,75
18,60
13,30
7,45
12,70
19,60
13,25
8,45
12,65
20,60
13,20
9,45
12,60
21,60
13,15
10,45
12,55
22,60
13,10
11,45
12,50
23,60
13,05
12,60
12,45
24,60

 Los corredores que tengan porcentaje de grasa superiores a 15% pueden beneficiarse bajando peso. La mayoría de los corredores, no importa su constitución corporal, se desempeñan mejor cuando reducen sus niveles de grasa.

EJEMPLOS PRACTICOS

Me permito contarles los dos ejemplos que tome para hallar el nivel de grasa de un corredor, así que con la ayuda de una maquinilla de calcular me dispuse a despejar el enigma de mi grasa corporal, el primero cuando empezaba a correr en el año 1.979 y el siguiente en 1.983 cuando conseguí mi mejores marcas. Perdonen que me eligiera a mi mismo, pero es a la persona que mejor conozco.

En 1979 cuando comencé, llevaría dos meses corriendo, medía 1 metro 65 centímetros, o sea, pequeño tirando a enano, y mi peso era de 75 Kg; lo mas aproximado a una bombona de butano con orejas. Perdónenme pero lo mío tampoco son las matemáticas -hice el examen de estado en letras, aprendí griego y latín con tal de no ver los números-.

Con mi peso de 75 Kg, tomé de la primera tabla el índice corporal: 13,93 y lo dividí por mi altura expresada en cm: 165; 165/13,93 = 11,84. Con este resultado fui a la segunda tabla y no me encuentro, porque la hemos tenido que acortar por motivos de tamaño del artículo, lo que es un alivio, pues evita las risitas que bastantes lectores iban a esbozar.

En 1983 mi altura era obviamente la misma, aunque mi mujer me veía mas pequeño, incluso me llamaba el increíble hombre menguante. Fueron los años estelares de mi currículo de corredor, baje varias veces de 3 h. e hice mi mejor marca 2 h. 48´34´´ pero pesaba 20 Kg menos. Y el cálculo: 165/12,56 = 13.13. Con este resultado fui a la segunda tabla y el valor correspondiente a 13,13 es aproximadamente 10,45 de porcentaje de grasa corporal.

El Sidecar

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La Columna de Toni Lastra
Cap.III (29/05/2012)

EL SIDECAR LE HACE UNA ENTREVISTA
CLANDESTINA AL MOTO



Existen dos leyes en Física, que dicen: Polos del mismo signo se repelen y polos de distinto signo se atraen. Trasladando estas leyes físicas de la electricidad a la condición humana, se podría en términos generales afirmar que el pensamiento natural actúa como las leyes físicas.

El Moto y el Sidecar, son un ejemplo bien notorio de ello. Tienen en común una gran amistad entre ellos y esta buena relación ha perdurado a lo largo de una treintena de años y la verdad es que transitaron por el camino de la vida sin atolladeros que perturbaran su amistad.

Cientos, quizás miles de diálogos y silencios comprendidos fueron desgranándose durante años por las abruptas sendas de La Calderona, las del Turia y los caminos.

Pero el alma inquieta del Sidecar, conocedor de que el entendimiento humano posee esa doble personalidad, que le lleva a comunicarse de forma tal que la verdad queda oculta por condicionamientos o intereses que no ayudan a su vida social, y a veces sucede que lo que se cuenta o dice está en función de su conveniencia, prefirió, que El moto ignorara la grabación. No todos tenemos el valor de Francisco de Quevedo en su epístola censoria escrita al Conde-Duque de Olivares: No he de callar, por mas que con el dedo, / ya tocando la boca, / o ya la frente. Silencio avises o amaneces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre ha de sentir lo que se dice?/ ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Es por ello que ladinamente el Sidecar preparó una entrevista oculta mientras corrían y andaban por las escondidas sendas del Turia a su paso por la Masía del Traver, oculta en su chubasquero el Sidecar portaba una pequeña grabadora que daría fe a cuantas preguntas había preparado.

                                       CONTENIDO DE LA GRABACION
El Sidecar (SID) - ¿En realidad cual es la causa por la cual nunca te gustó competir? ¿Miedo al fracaso? ¿O que los resultados evidenciaran tu verdadera valía como corredor?
El Moto (MOT) - No me disgustaba competir, al contrario, pero me prodigaba lo justo. Solamente competía si ese esfuerzo me aportaba un conocimiento de mi estado de forma para mejorar mi marca en la carrera que realmente me interesaba: la maratón.
En cuanto miedo al fracaso no lo he tenido nunca, lo que llamamos “fracasar” es aprendizaje y de manera continuada he procurado aprender.

SID - ¿Cuales fueron los méritos de Miguel Ángel Zaragoza y los tuyos que él no poseyera?
MOT – Miguel Ángel ha sido un gran corredor y tiene muy buenas marcas, tal vez no hemos podido diferenciar en la manera de competir, y creo que yo lo hacía con más frialdad, en cuanto a calcular mis posibilidades el día de la carrera y llevar hasta el final mi plan de acción.

SID - En ti se ha atribuido que tu fortaleza viene en gran parte adquirida por transmisión genética.  ¿Qué tienes que decir?
MOT – Si, soy consciente que la genética ha influido. Mi padre a los 40 años hacía el cristo en las anillas sin pestañear y mi madre fue campeona de tenis, pero sin sumar kilómetros no se corre una carrera de fondo.

SID - De aquella época dorada de Correcaminos, a quien destacarías
MOT – Coincidimos un elenco de corredores irrepetible y que además éramos buenos compañeros: Miguel Ángel, George Tunnell, Berasategui, el Tigre, Bodón y alguno más que no recuerdo. Pero lo que de verdad destacaría de esa época eran los sábados con el grupo salvaje –el genuino-, que aglutinaba 40 corredores de bastante nivel y que en grupo compacto corríamos más de 30 km.cada sábado,y en donde no habían primeros ni últimos y la distancia entre la cabeza y la cola del pelotón era mínima. Ibamos cambiando de compañañeros, subiendo y bajando por el pelotón para charrar los unos con los otros y disfrutar de la mañana a un ritmo saludable y respetuoso. El entreno terminaba con un colosal almuerzo lleno de confraternidad y risas.

SID - ¿Fue quizás George Tunnell el mejor corredor de distancia que ha tenido Correcaminos?
MOT – Me resulta difícil aseverar que fue el mejor corredor, pero con seguridad, fue un gran corredor de maratón. El año que hizo 2h 25’-creo que su mejor marca-, me comentó que había estado tres semanas entrenando muy poco por una gripe y me dio la pista para bajar la intensidad y kilometraje de mis entrenamientos en las tres semanas previas a una maratón.

SID - En tu mejor momento, cuando aspirabas a tu mejor marca en Maratón, un accidente automovilístico echó por tierra, tantos meses de preparación ¿Qué marca habrías conseguido?
MOT -Estaba preparado para hacer 2h 22’ como mucho, y mis predicciones las cumplía. El test que hice en diciembre en la carrera de Mislata y que gané por segundo año consecutivo, avalaba mi estado de forma, pues si la medición fue correcta, corrí a una media de 2’ 52” los 11,5 km.

SID - Tú eres un corredor analítico, reflexivo, difícilmente abordas un preparación sin un plan muy estudiado, nada dejas al azar, ni a la improvisación.
¿Es cierto lo que digo?
MOT - Si, cuando iba a competir, sabía exactamente el tiempo que podía hacer y no recuerdo haber errado en ninguna carrera. Mi preparación física, mental y psicológica era intensas y puedo escribir un libro –solo como aficionado- de aquellas experiencias. Como curiosidad, 21 días antes de una carrera de maratón y durante 30 minutos, visualizaba mis tiempos exactos de paso de cada kilómetro, en función de los diferentes ritmos que tenía previsto en las dos partes en las que dividía la carrera y visualizaba la relajación de la zona del cuello y de la espalda al beber agua y la relajación de las piernas al coger la esponja y me funcionaba a la perfección.

SID - En la historia de la música es bien conocida la rivalidad que sostuvieron Salieri y Mozart, dos luminarias en el panorama musical. Salieri representaba la ortodoxia musical sus obras estaban estudiadas hasta en sus más mínimos detalles,
Mozart sin embargo, improvisaba consiguiendo iguales o mayores éxitos. ¿Sucede esto en el corredor?
MOT- Espero que no le suceda a ningún corredor de fondo. La creatividad es improvisación y la mente concreta se acalla porque sino, desaparece la creatividad.
El corredor no puede improvisar, el planteamiento y la ejecución de la carrera ha de ser racional y muy consciente, va en ello su salud.

SID - Finalizada nuestras épocas mejores, aun sigues corriendo y a un gran nivel, aunque sigues empecinado en no competir. ¿Es este el triunfo que buscabas, perdurarte en la carrera a pie? Ello me lleva a este duda hamletiana ¿Qué es mas elevado para el corredor, alcanzar la victoria en cada carrera o por el contrario luchando contra las odiosas flechas de la vanidad, abandonar las competencias y poder continuar corriendo hasta la mas avanzada edad?
MOT – Decidí un día no seguir entrenando para competir y dejar de castigar mi cuerpo. Me gusta entrenar y disfruto cada día de mi soledad por los caminos al ritmo que me apetece y espero perdurar muchos años más. Como corredor aficionado –categoría de chafa charcos- mi victoria se reducía a que la distancia no me ganara, entendiendo que mi estrategia me llevara a la meta lo más rápido posible, manteniendo un ritmo constante y sin un gran deterioro físico.

SID - De cualquier forma, aun poseyendo ese concepto lineal y estudiado que te ha llevado a ser reconocido como un gran corredor me surge una pregunta definitiva
¿No crees que resulta patético abordar el correr como si fuéramos profesionales, sin las compensaciones de la gloría, la fama y el dinero?
MOT – No me parece un buen calificativo “patético”, diría mejor que es absurdo el entregarse a correr para ser el campeón de tu escalera de vecinos, pero cuando tal vez el único logro que te satisface en la vida es destacar como corredor te entregas a esta actividad como si vivieras de ella.

La grabadora esta apunto de agotar su cinta magnética, pulso el final y se la exhibo a Lorente, diciéndole: ¿Crees que me hubieras contestado igual de saber que te estaba grabando?

El moto ni se altera, me pide la grabadora y con una enigmática sonrisa me dice: Tú que has escuchado las respuestas y aun más conociéndome a mí creo que no te sorprenderán, son muchos años corriendo juntos y en el fondo somos conocedores de nuestras conductas en la vida, pero considero de interés el que lo hayas hecho.

El Sidecar (Toni Lastra)

* * * * * *

La Columna de Toni Lastra
Cap. II
(05/05/2012)

 La Moto y el Sidecar entrevistan en exclusiva para el Blog de Correliana

A
ATONIO POSTIGO
Magister Dixit


 El Parque de Europa de L'Eliana, el campo, monte y rio
se transformaron en una moderna Escuela Peripatética
donde el maestro impartió sus enseñanzas

  

La Moto y el sidecar aprovecharon la estancia de Postigo para hacerle una entrevista en profundidad, donde Antonio dio cumplida respuesta, y que trasladan al Blog de Correliana.


Moto y Sidecar: Antonio todo el mundo te toma por madrileño, pero tú eres segoviano, concretamente de Cantimpalos, pueblo famoso por sus chorizos. ¿Recomendarías a tus pupilos, que incorporaran a sus dietas esta delicia de la gastronomía segoviana?
Antonio Postigo: Los embutidos eran el principal alimento en proteínas animales de los labradores castellanos y la verdad es que en mi corta experiencia en la cosecha del trigo y la cebada en los años sesenta, pude comprobar que después de madrugar y trabajar segando con la hoz desde las cuatro de la mañana hasta las diez del mediodía con 40º a la sombra, te comes lo que te pongan. Y al terminar de comer sigues segando hasta las seis de la tarde, y cuando llegas a la cena, de nuevo esta el embutido presente.
Por lo tanto a los jóvenes corredores que trabajan todo el día y al llegar la tarde salen a entrenar 15/20 km., con la ilusión de correr su primer maratón, pueden comer lo que quieran y por supuesto chorizo de cantimpalos, pues todo lo van a asimilar.
Lo único, es que al llegar a los cuarenta años, mi umbral de chorizos era muy alto y ahora solo lo tomo para celebrar un trabajo.

MyS.- Decía Bill Rodgers -cuatro veces vencedor del Maratón de Nueva York- que a él nunca le vencería ningún corredor que tuviera que compartir la preparación de un maratón con su trabajo. ¿Compartes la opinión de Rodgers?
A.P.- Bill Rodgers, es uno de mis ídolos. Tiene más o menos mi edad y tuve el honor de estar junto a él en la salida de New York en 1.978 y llegar a la meta una hora más tarde que él.
Rodgers, como corredor, lo hizo todo bien. Gano en Boston y NY cuatro veces y en marcas por debajo de 2h 10’, que en aquellos años no lo hacia nadie. Solo se le resistió la medalla olímpica.
Por supuesto que haciendo semanas, como él hacia, de más de 250 kilómetros no puede hacerse otra cosa mas que descansar y recuperar. Si a eso unimos que compites una semana si y otra también, mas atender a los medios, ¿donde esta el tiempo para trabajar?
La verdad es que los atletas amateur tienen mucho merito pero pocas posibilidades de batir el record del mundo. Yo asesoro técnicamente ahora a Elena Espeso y ella trabaja desde las 8 de la mañana hasta las 3 de la tarde en un Instituto de Madrid dando clases de Educación Física, además, es mama de 2 niños y en caso de que la RFEA la designe para los JJOO, es evidente que tendrá que pedir una excedencia para preparar los Juegos.

MyS.- Cuando te retires del atletismo, algo que conociéndote nunca sucederá ¿Cuáles serán el peor y el mejor recuerdo que perdurarán en tu mente?
A.P.- El mejor siempre será el momento de éxito de los atletas que entrenas y asesoras. Es maravilloso conseguir el objetivo que llega después de 10 años de perseguirlo.
Y el peor, en un deporte como el Atletismo tan ingrato, es el fracaso de esos mismos atletas que después de tantos sacrificios una lesión inoportuna -todas lo son- hace que la frustración nos invada.

MyS.- ¿Crees que el hecho que te catapultó a la fama fue el haber corrido en tres semanas consecutivas, tres maratones? Personalmente puedo añadir que aquel fue un signo que propicio la implantación del fenómeno del aerobismo en España.
A.P.- Bueno, en realidad fue más una anécdota que algo premeditado. Esta vez y como sois amigos me voy a permitir contarlo con algún detalle.
Me pase todo el verano del “82”, entrenando, ya que como era profesor en el Colegio Calasancio en esa época de vacaciones era cuando más tiempo tenía para mí. A finales del mes de octubre, en Lisboa-Cascáis había una Maratón y de acuerdo con los hermanos Fernández Infestas decidimos ir a correrla. Los primeros kilómetros eran de suave descenso y nos plantamos en los primeros 10km en 32’, una locura, pero así es el Maratón. Resultado final: 2 horas 32’ y una frustración considerable, pues habíamos entrenado para bajar de 2 horas 30’.
Al volver a Madrid y para demostrarme que el error estaba en los primeros alocados 10km primeros, me fui esta vez solo a San Sebastián y corrí en 2 horas 29’, con 6 días de recuperación. Lo de NY fue ya fruto de la causalidad, un buen amigo tenía en su agencia cuatro pasajes de avión a Manhattan y nos los ofreció gratis el martes de la misma semana de la prueba. Lo decidimos el jueves y nos fuimos el sábado, con otros 3 atletas de pista, todos internacionales, y que entrenaban conmigo. Uno de ellos fondista, me acompaño hasta el kilómetro 38 y corrí en 2 horas 28’ 50”. La verdad es que todo fue como he contado, fruto de la espontaneidad.
Ahora, y después de 30 años de aquella anécdota, tengo una pregunta y una reflexión: ¿Cómo es posible que en San Sebastián y NY hiciera mis mejores marcas? Aprendí la lección en Lisboa NO SE PUEDE SALIR MÀS RÀPIDO QUE EL RITMO DE TU UMBRAL DE MARATON y sin embargo en las carreras posteriores siempre salí más despacio en los primeros 21 y más rápido en los últimos. Y años más tarde y con más de 55 años en Madrid aplique esta sabiduría y corrí los primeros 21km en 1 hora 24’ y los segundos en 1 hora 21’, que como sabéis, muchos corredores dicen que es imposible, pero lo hice.

MyS.- ¿Cuál ha sido de todos los pupilos que has tenido el que tenía autentica madera de campeón?
A.P.- Siempre he tenido una gran suerte en los atletas que han llegado a mí para entrenarlos: Florencio Gascòn -olímpico en Seúl_88 en 4x100 metros-, Amaya Andrés -olímpica en Barcelona_92 en 800 metros-, Nuria Fernández -olímpica en Sydney_2000 y Atenas_ 2004 en 1.500 metros-, hasta el boliviano Fadrique Iglesias --0lìmpico en Pekín_2008 en 800 metros- y ahora Elena Espeso. Todos ellos grandes talentos, pero la verdad, y puede que sea por la “maldita” lesión que tuvo que le privo de poderlo demostrar, Francisco Javier Rodríguez Olmos alias “Elchuvi” fue el mejor corredor que he entrenado en una pista de Atletismo, ya que creo que todos los que tuvimos la suerte de estar con él en sus mejores momentos estaremos de acuerdo en que ha sido el UNICO BLANCO que podría haberse enfrentado a los africanos en 3.000 metros obstáculos con posibilidades de vencerlos.

MyS.- ¿Qué recuerdas de aquellos maratones iniciáticos de Correcaminos transcurridos ya hace una treintena de años?
A.P.- En realidad mi alternativa como conferenciante la tuve con vosotros Correcaminos y muchas otras cosas en las que me ayudasteis a progresar y comprender el movimiento popular de corredores, fue también gracias a vosotros. Y lo que más me unió a vuestro “movimiento” fue la ilusión que poníais en todos los proyectos. Esa filosofía va a ser imposible de recuperar, ya son otros tiempos, y tal vez “otras ilusiones”, lo he visto como un reflejo de aquella época aquí en Correliana.
Recuerdo con gran emoción cuando vine por primera vez en 1981 a Valencia a impartir una conferencia al Ausias March y me encontré un auditorio expectante y en vez de invadirme el miedo escénico, me facilito la palabra de manera que recuerdo hablar con pasión de lo que nos unía: el Maratón.

MyS.- Vayamos al debatido tema de la transmisión de los genes como factor determinante en la fisiología del vencedor. Decía el Dr. George Sheehan literalmente: <<El corredor que poseía el mayor porcentaje de fibras de contracción lenta es el que cubría en menos tiempo las largas distancias y añadía: “De modo que eso es lo que hay”>>. O uno nació con ellas o no, ya que esta transmisión, no puede ser alterada, ni con el entrenamiento, ni dietas, ni por ninguna manipulación fisiológica conocida. El fisiólogo sueco Per-Olog Astrand añadía: “Cualquiera que este interesado en conseguir medallas olímpicas de oro, deber elegir cuidadosamente a sus progenitores”. ¿Qué nos puedes decir sobre ello?
A.P.- Este es el gran debate del siglo XXI, para el deporte y si esto es así, muchos países y en muchos deportes están excluidos. Pero desde Sehaan y Astrand ha llovido mucho en la investigación científica, y recomiendo leer a Bruce Lipton que en su libro “La Biología de la Creencia” termina por asegurar que es el ENTORNO el responsable de todo, ya que la célula y su núcleo -donde están presentes los genes- solo puede hacer lo que le permite la mayor o menor PERMEABILIDAD de la membrana celular y esto sabemos que son los “memes”, genes culturales según Dawkins, los que definen nuestro rendimiento de todo tipo. Yo como entrenador necesito CREER que es el entrenamiento, quién a igual genética decide y esto es así. Otra cosa es que queramos proyectar un olímpico en Maratón con una estatura de 1,60 y 70 kilos de peso, tenga los genes que tenga.
Se olvida con frecuencia que cuando se habla de etíopes y kenianos y sus éxitos en largas distancias, hablamos de atletas que de niños están en un entorno ideal: naturaleza, largas marchas por el campo al colegio, ídolos históricos que estimulan la pasión de correr y todo esto pertenece más a lo CULTURAL que a la genética. El futuro pertenece, de manera razonable, al corredor que con una buena genética entrene muy bien.

MyS.- ¿Cómo es posible que un país como Estados Unidos tan avanzado, tuviera postergada la participación de las mujeres en las maratones olímpicas, hasta la de Los Ángeles en 1984?
A.P.- No vamos a descubrir nada si decimos que en la cúpula del deporte Mundial han estado siempre, y están, unos señores muy machos y punto.
Otra cosa son las corredoras que han demostrado que no solo tenían el derecho de hacer deporte, si no de conseguir en él grandes logros y satisfacciones al igual que los hombres.
USA es el país de las sorpresas, por un lado el fútbol europeo femenino supera al masculino en practicantes y logros deportivos. El Atletismo Universitario es en practicantes y marcas impresionantes, sin embargo una vez que salen de la universidad se pierden casi todos los atletas.
El tema que planteáis sobre las mujeres en el Maratón es de locos. Desde hace muchos años Ernest Van Aaken -1959-, con argumentos científicos -era cardiólogo- aseguro que la prueba de Maratón era idónea para las mujeres, pero nadie le hizo caso y hasta 1984 el COE no lo autorizo en los JJOO. También Van Aaken predijo las 2 horas 15’ de record femenino y ahí estamos.

MyS.- Sir Adolphe Abrahams en 1930 dijo, cuando a una mujer le habían certificado una marca en maratón de 3 h 40´ 50´´, lo más benévolo que puedo decir es que lo dudo.
A.P.- De Abrahams y su predicción sobre las mujeres maratonianas lo mejor que podemos decir es que era un gran velocista.

MyS.- ¿Que es lo que más derrumba al corredor por el abandono de una carrera el dolor físico o el psicológico por el fracaso?
A.P.- “El valor en el ejército se supone”, y hacemos mal, luego nos asombramos de tantas cobardías que se cometen en las guerras. Igual ocurre con el corredor de largas distancias, se le supone la superación del dolor y el sufrimiento que en un determinado momento sobreviene en cualquier esfuerzo prolongado, y aquí es donde interviene la motivación y su relación con la superación del dolor.
En las clínicas que se han creado para los “pacientes con dolor crónico”, las enfermeras y médicos que atienden permanentemente a los pacientes, están avisados del EFECTO PLACEBO de todos los medicamentos que usan a diario, de manera, que en ocasiones los sustituyen por simple azúcar.
Uno de los efectos positivos del entrenamiento es acostumbrarse a las “molestias musculares” que ocasiona, sin embargo, cuando esas molestias son excesivas todos sabemos que el entrenamiento se vuelve negativo. En la competición ocurre lo mismo, cuando hacemos nuestras mejores carreras no nos duele nada y nos sentimos volar, sin embargo el día que las piernas están pesadas, sufrimos y no conseguimos nada más que llegar. La verdad es que la CULTURA DEL SUFRIMIENTO está muy arraigada en muchos entrenadores y atletas y esto es poco humano y menos científico, debemos cambiarlo por el UMBRAL DE DOLOR, ya que es suficiente para obtener muy buenos resultados.

MyS.- ¿Cuál es tu mejor marca en maratón?
A.P.- Como muchos corredores de Maratón yo pertenezco al grupo de los VOLUNTARIOSOS, esto quiere decir según mi criterio, que no hemos nacido para correr Maratón, pero nos adaptamos con el entrenamiento.
El día que hice 2 horas 25’ 05” en Valencia, salí para acompañar a unos amigos que yo entrenaba y me di cuenta en el 10k, que era el mejor día de mi vida. Cuando deje en el kilómetro 40 a mis compañeros corrí los 2km últimos a 3’15”. Es evidente que todos tenemos un buen día tantas veces como uno malo, y el acierto está en aprovechar el bueno y atenuar el malo.

MyS.- ¿Es el entorno del corredor tan importante, como los entrenamientos, las dietas, los planes de trabajo?
A.P.- Es cierto que hay una estrategia, proyectos, planificaciones, dietas y variadas sugerencias para mejorar los resultados en un Maratón, pero cuando nos llega la EDAD TARDIA a los corredores y mas si somos entrenadores, todo lo supeditamos a encontrarnos bien y en eso nos parecemos a los grandes corredores, solo necesitan SENTIRSE BIEN, tener buenas sensaciones para obtener buenos resultados, pues seguir de manera estricta y rigurosa un buen programa en ocasiones nos da un mal resultado.
Se ha investigado en los últimos 60 años y cada vez más sobre planificación del entrenamiento, fisiología del esfuerzo, alimentación y tantas otras cosas. Sin embargo es muy importante y cada vez más EL ENTORNO, todos los corredores hemos tenido la ocasión de experimentar que nuestros mejores resultados es cuando nuestro entorno social-deportivo era el optimo: buen entrenador, buen grupo de compañeros, buenas relaciones; y como consecuencia de todo esto buen resultado. Podríamos contestar como los investigadores en el laboratorio ante los resultados, cuando nos hacen la pregunta de por qué los etíopes o kenianos obtienen los resultados que obtienen: “Es el entorno, entupido”.
He estado en Sudamérica 4 años y he tenido ocasión de entrenar en ciudades que están en alturas superiores a 2.500 metros y la verdad que en ese entorno se obtienen resultados mucho mejores, y no debemos olvidar que en la meseta de África -donde están Kenia, Etiopia y Tanzania- las alturas sobre el nivel del mar son decisivas.

MyS.- ¿Quienes cuestionaban la participación de las mujeres en los maratones crees que se equivocaban ante el hecho evidente de que la marca de Abebe Bikila en el Maratón olímpico de Roma 2 h. l5´l6´´ es prácticamente el actual record femenino?
A.P.- La verdad es que hace ya muchos años -1968- hubo entrenadores que plantearon el atletismo femenino como algo diferenciado del masculino, pues decían que el lanzamiento del martillo, el triple salto y por supuesto el Maratón no eran muy femeninos, pero en realidad lo que sin querer decían es que: “la imagen que ellos tenían de lo femenino no estaba muy de acuerdo con la mujer sudando, sufriendo y musculada”. Pasados los años, lo que si echamos en falta algunos es la oportunidad que las mujeres tuvieron en los años 70 de fijar distancias más fisiológicas en carreras para su naturaleza, por ejemplo: 80m, 150m, 300m, 600m, 1km, 3km, 7km y quizás los 30km en vez del Maratón, con lo que se hubiera evitado las malditas comparaciones hombre-mujer, lo que pasados los años uno piensa ahora ha sido el éxito de los dirigentes machistas.
En el Reino Unido todavía hoy en día existen dos Federaciones la de hombres y la de mujeres y si nos atenemos a los resultados, es uno de los atletismos de mayor éxito femenino. En definitiva las mujeres tienen que protegerse del dirigismo y dependencia de los hombres, de manera que ellas decidan lo que más las conviene.
Si nos centramos exclusivamente en el Maratón y jugamos a predicciones, estoy seguro que si las mujeres siguen mejorando en 5km y 10km como lo están haciendo, pronto el record de Maratón estará en 2 horas 12’.


MyS.- A principios de julio te has comprometido en correr la II Carrera contra el Cáncer organizada por el C.A. Correliana y a finales del mismo mes abandonas España para fijar definitivamente tu residencia en Bolivia. ¿Cuales han sido las causas que te han llevado a tal determinación?
A.P.- Lo de correr en julio en L’Eliana será un placer para despedirme de España corriendo. Lo de marcharnos a Sudamérica es una consecuencia de estar casado con una mujer de Bolivia y tener 2 hijos que igual son españoles pero también bolivianos, de manera que os esperamos en Cochabamba, pero debéis avisar, pues tenemos el proyecto de movernos por el continente: Cataratas de Iguazú, Patagonia, Salar de Uyuni, El Trópico de Bolivia y por supuesto Brasil-2016. La verdad es que seguiré entrenando, es lo que se hacer y me sigue apasionando, pero mi ciclo español se ha cumplido. Lo que si que os prometo es teneros informados de donde me encuentre y de lo que este haciendo.

MyS.- Con esta pregunta damos por terminado este soneto de preguntas, pero La Moto y el Sidecar, confía en que desde Bolivia recibamos tus Crónicas de Ultramar, las cuales serán siempre bien recibidas con la esperanza cierta de que la distancia lejos de olvidar nuestra amistad la perpetué.
A.P.- José Luis y Toni, somos una generación que se extingue por la lógica de los años, nuestros compañeros y amigos van desapareciendo, y como siempre solo quedará la OBRA BIEN HECHA.
Os puedo contar la última anécdota que me ha hecho pensar en que tomar decisiones anticipadas no es tan malo: hace unos años, un japonés de 75 años visito La Paz de Bolivia y pregunto donde estaría el lugar ideal para pasar sus últimos días de vida, le indicaron que en el trópico de Los Yungas, a 120 kilómetros de la capital y allí se fue y en la propia selva monto su carpa, hizo su huerto y lo curioso es que allí está 20 años después, cumplirá 95 este año, esperando plácidamente la muerte que no llega.
Mis crónicas desde ULTRAMAR espero que “filtradas por la moto y el sidecar” acompañen a los corredores y donde lo mejor serán las fotografías de los lugares donde seguiré entrenando hasta que la muerte no nos sorprenda.

        Toni Lastra                                    
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La Columna de Toni Lastra
Cap. I

Autotest para andar por casa

Cómo conocer el consumo de oxígeno (VO/2)
           Cuando comencé a correr, hace ya muchos años, debía de ser por el Jurásico, porque en algunas ocasiones, corriendo por La Calderona, me cruzaba con algunos dinosaurios, que me miraban con gesto displicente, lo mismo que nosotros miramos ahora a sus descendientes, lagartos y lagartijas. Era tal mi fervor por el aerobismo, casi fanatismo, diría, que mi vida se regía por tres preceptos de obligado cumplimiento en mi metamorfosis del asténico al atlético: maratón, maratón y maratón. Cualquier otra cuestión quedaba pospuesta por esos mandamientos y por la promesa que me hice a mí mismo de ser el mejor corredor posible a pesar de mis limitaciones y de mi tardía edad. Mis planes de entrenamiento parecían haber sido transmitidos junto a las Tablas de la Ley en el monte Sinaí.

             Mi dedicación y disciplina, y mi vida casi de asceta, asombraban a todos mis conocidos y habría sido, sin duda, una bendición para todos aquellos preceptores, maestros y profesores que tuve en mi juventud. A mi familia la tenía preocupada; los amigos que percibían mi delgadez impropia comentaban que tenía una enfermedad secreta y otros, más perversos, murmuraban que había ingresado en alguna secta satánica. No les culpo en absoluto; me huían porque mis conversaciones eran sobre el mismo tema, pero yo, ajeno a todo, continuaba en mi cruzada.
Mis lecturas cambiaron y me pasé a libros y revistas de correr, algunos de las cuales en inglés, que me traducían amigos comprensivos. Convencido del pensamiento de Nietzsche de que “lo que no me mata me fortifica”, el tiempo acabó dándome la razón y pasé de ser un obeso que se ahogaba con facilidad al subir las escaleras, a bajar de tres horas en maratón con comodidad. Recuperado el seso, volví a considerar la carrera a pie como un ejercicio que, con moderación, es muy saludable, y colgué en el desván del olvido toda la paranoia que viví.
De aquella etapa irrepetible guardo artículos, apuntes y retazos de conversaciones que me ayudarían a ser suficiente en muchas cosas. Hoy traigo aquí, y perdonen tan largo preámbulo, un autotest simplificado para conocer su consumo de oxigeno máximo (VO2), realizado fuera del laboratorio. Considérenlo un divertimento y no excluyente de la visita a un fisiólogo para considerarlo válido. Precisamente el fisiólogo del ejercicio Jack Daniels sugiere el siguiente autotest ideado por Bruno Balke.
Los fisiólogos son hombres de ciencia precisos y, como tales, se muestran escépticos acerca de los autotests realizados fuera de los laboratorios. La mayoría de esos tipos de tests, escribe David Costill, “son inseguros y a menudo engañosos”. Pero el estado físico de un cuerpo es demasiado importante para permanecer aislado en los laboratorios, de modo que se han ideado ciertos tests de campo para dar una idea aproximada. No obstante, es conveniente recordar que ningún programa de tests, sea en laboratorio o realizado por usted mismo, puede predecir con precisión la capacidad para correr. Hay demasiados factores emocionales que acaban actuando como modificadores. Pero dejémonos de especulaciones y vayamos al autotest de Balke. Este es el protocolo:
 1. Correr lo mas rápido posible durante 15 minutos.
            2. Registrar la distancia corrida en metros.
            3. Dividir la distancia total corrida en metros por 15 para hallar la velocidad en metros por minuto.
           4. Calcular el consumo máximo de oxigeno usando esta fórmula: velocidad menos 133 x 0.172 más 33.3.
Los grandes campeones tienen valores de 70 a 80 mililitros por kilo de peso por minuto o más altos. Un nivel de 40, dependiendo de la edad se considera el mínimo de aptitud para la actividad cotidiana. Pongamos por ejemplo el que me hice a mí mismo. Yo tenía 2’59” en 1.000 m. en las pistas de El Saler con dos liebres, Miguel Ángel Zaragoza y Carlos García Alarcó; 35’50” en 10.000 en las Pistas de Cheste. Corrí en 15’ en las pistas de El Saler para el test cubriendo 4.610 metros. Me parece recordar que fue en la primavera de 1984; tendría, si no recuerdo mal, 48 años.
La velocidad fue de 3´15” por Km.
4.610 m/ 15’ = 307 mts/min
307 - 133 = 174
174 X 0.172 =  29,93
29,93 + 33.3 =  63,23
                                               VO 2 = 63,23
Siempre consideré aquel resultado mi pedigrí de corredor y hasta me lo hice grabar en una camiseta. Cuando alguien me preguntaba “¿Qué es eso de VO2 63,23?” les contestaba: “Es una nueva bebida ergogénica”. “¡Ah!”, contestaban fascinados.

Toni Lastra 

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