En mi anterior columna, titulada La
pareja que corre unida permanece unida. ¿O no?, quedaba en el aire si, con
los efectos del aerobismo, que caló tan hondo en la ciudadanía, muchos de sus
adeptos, iluminados por el mensaje de una nueva vida, abandonaron sus
obligaciones con la familia, el trabajo y casi con la sociedad.
El conflicto se hacía más patente
en las parejas, como exponía con claridad el artículo que transcribía y que
apareció en un número del Runner’s World del año 1974 y que, para
aquellos que no lo leyeron, vuelvo a reseñar.
Si ambos corredores forman una
pareja, es muy probable que se entiendan entre sí. Pero ¿qué pasa cuando uno de
ellos no sabe qué hacer con la obsesión del otro por las carreras? Nadie puede
amar la actividad del corredor si eso lo excluye, si la carrera es la amante y
le presta más atenciones. Correr
puede ser algo muy hermoso para uno, pero para el otro no deja de ser algo
irritante y aburrido.
Y no es mejor cuando llegan los
domingos, que el destino es siempre la carrera y a uno le toca el papel de
porteador de la pesada bolsa del corredor, repleta de toallas, ropa seca,
botellines de agua… Apostada, si es mujer, con otras “viudas de corredor” por
las esquinas, sigue el paso del corredor en carreras que se eternizan. Y cuando
llega a meta, tenerlo todo preparado, mientras el corredor no le hace caso o la
manda a ver los paneles de resultados, enfrascado en interminable cháchara con
sus colegas de las mil y una vicisitudes de la prueba.
Los corredores están tan absortos
en sus temas que si a una de las “viudas” le diera por desnudarse y cruzar la
calzada, continuarían impertérritos su sonsonete sin prestarle atención.
Hace unos días almorzaba con el
presidente del C. A. Correliana, Javier Pons, y otros amigos corredores, y se
reconoció lo mucho que le deben las organizaciones y aun más los corredores a
todas esas “viudas de corredores” y a todas las mujeres en general. Le oí decir
a alguien: “Alguna vez habrá que hacerles un monumento, un homenaje o una
placa”, pero llegaron los bocadillos y se terminaron las conversaciones.
Cuando llegaron los cafés le
comenté a Javier: “Sería conveniente que eligieras a la pareja del club que
mejor represente las buenas relaciones entre sí y con sus compañeros para
quitar ese sabor amargo que han dejado esas historia, y les haría una
entrevista”.
Javier no me contestó. Se levantó
de la mesa, se retiró a una discreta distancia y llamó a alguien. La
conversación no duró ni un minuto, regresó a su asiento y me dijo: “Eso está
hecho. ¿Cuando quieres hacer la entrevista?” “Mañana, a las 18.30 en mi casa.
¿De acuerdo?” “Allí estaré con la pareja. Son Ignacio Pérez Payno y Cristina
Roberto Mares. ¿Los conoces?” “No, pero confío en tu elección. De vista
seguro.”
La entrevista que acabó en
coloquio
Decía Frank Shorter, el vencedor
del maratón de los JJOO de Múnich, que los corredores hablan mucho y son
incapaces de guardar un secreto. Lo de guardar un secreto no lo sé, pero tanto
Javier como yo tenemos fama de habladores impenitentes. Por poco juego que
dieran los entrevistados, nos esperaba una larga entrevista.
Puntual como un reloj suizo llegó
la pareja. Ignacio Pérez Payno y Cristina Roberto Mares. De inmediato surgió
ese estado de confianza que tienen los viejos amigos. Los tres nos conocíamos
de vernos en las carreras, aunque no habíamos hablado nunca. Hechas las
presentaciones, les dije: “Si os parece podemos empezar mientras llega Javier”.
Toni.— La vieja grabadora funciona;
esto es un buen augurio. Vamos con las credenciales, Nacho.
N.— Me llamo Ignacio Pérez Payno,
Nacho para todos. Tengo 40 años y, como habrás supuesto, Cristina y yo somos
matrimonio y tenemos dos hijas, Mar y Aitana, de 5 y 8 años. En mi familia
tengo antecedentes deportivos y todos mis hermanos practican algún deporte,
bueno, todos menos dos.
T.— Menos dos, ¿cuántos hermanos
sois?
N.— ¡Siete! Llegué al Correliana
por recomendación de Vanessa Benavent. El club se había inaugurado hacía cuatro
o cinco meses. De inmediato me di cuenta del ambiente que había, de una
cordialidad sincera, parecía una reunión de familia. Cuando me reuní con el
presidente no pude por menos que mostrarle mi satisfacción.
Javier.— (Ya incoporado.)
Ese es nuestro lema: aquí se vive por y para el socio.
N.— Al rato manteníamos una
relajada conversación como si fuéramos amigos de toda la vida.
T.— Como el verso de Mario
Benedetti en Habanera: “Aquí todo el mundo es alguien y nadie se queda
fuera”.
N.— Exactamente.
T.— Bien Nacho, si te parece
hacemos una pausa, comenzamos con Cristina y vuelvo contigo.
N.— Adelante.
T.— Tu turno, Cristina.
C.— Me llamo Cristina Roberto
Mares. Tengo 36 años, soy topógrafa, al igual que Nacho, nos conocimos en la
universidad y actualmente ejercemos nuestra profesión, pero en empresas
distintas.
T.— ¿Cuándo empezaste a tomar en
serio tu afición por las carreras?
C.— Todo empezó después de los
partos de mis hijas. Me encontraba muy mal físicamente, me cansaba por todo y
decidí seguir los consejos de Nacho y el apoyo de Javier y de mi amiga Vanessa.
Poco a poco fui recuperándome. Participé en carreras y la carrera entró a
formar parte de mi vida, de tal manera que decidí correr un maratón. Corrí el
Maratón de Montaña de Valencia el año pasado y este año el maratón de Sevilla.
Yo misma me sorprendí de la marca, 4 h. 20’. Fue definitivo, es más, consideré
que era la mejor distancia para mí. No podía fallarles. Amparo Parra que corrió
el maratón conmigo, Nuria Fabuel y el presi que nos acompañaron los últimos 12
kms. y Nacho esperándome en la meta, todos gritaron emocionados a mi llegada.
Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
T.— Perdona, Cristina.¿Me permites
una pregunta personal?
C.— Por supuesto.
T.— ¿El color de tu pelo es
natural, es tuyo?
C.— De nacimiento.
T.— Es precioso. Cuando participas
en las carreras con tu flamígera cabellera al viento me recuerdas a las
valquirias.
C.—¿Qué es eso?
T.— ¿No conocéis la historia?
J.— No, pero me temo, que nos la
vas a contar.
T.— Seré breve. Las valquirias
eran las mensajeras del dios supremo de los países escandinavos, Odin, y tenían
como misión elegir a los héroes que iban a morir en batalla y luego los
transportaban al Walhala, el paraíso de los dioses, donde alcanzaban la
inmortalidad y eran servidos por las valquirias que les daban a beber cerveza e
hidromiel en los cráneos de sus enemigos. Los artistas siempre han tenido una
especial devoción por las valquirias. Wagner las inmortalizó en su cabalgata.
Los pintores primitivos las representaban con casco y armaduras, pero los
pintores románticos daban otra versión: las pintaban vestidas con vaporosas y
livianas vestimentas que dejaban entrever la hermosura de sus rotundos cuerpos,
danzando con su melena al viento en el glauco lumínico de los valles. Pero
volvamos de nuevo al tema que nos ocupa. Nacho, háblanos de maratones y marcas.
N.— Pues he corrido dos maratones,
el primero en Valencia, el año pasado, con una marca de 3 h. 11’ y el segundo
en Sevilla este año, con una marca de 3
h. 06’. En este último me encontraba tan bien que decidí aumentar el ritmo
equivocadamente y lo pagué muy caro.
T.— Dentro de unos días vais a
correr el nuestro Cristina y tú. ¿Qué tiempo piensas hacer?
N.— Perdona, no quiero especular,
trae mala suerte.
T.— Te comprendo Nacho. Suerte.
Cristina, como fue tu debut, me dijiste que hiciste 4 h. 20’ en Sevilla´13. No
me digas la marca que piensas hacer, pero me da el pálpito que, como mínimo,
rebajarás tu marca.
C.— Tengo un especial interés,
porque vienen mis padres a verme.
T.— Les felicitaremos. ¿Cómo se
llaman?
C.— Enrique y Fidela
T.— Falta poco para saberlo.
Pidamos el favor a los dioses. Javier, esperamos tu sentencia, tú que eres tan
amigo de ellos y los conoces también, ¿por que no nos haces un retrato de esta
pareja ejemplar?
J.— Antes de nada son amigos
entrañables y excelentes personas. Nacho tiene unas facultades extraordinarias,
es el biotipo perfecto del corredor de distancia. Si alguna vez tomara la
decisión de preparar una temporada en exclusiva para correr a tope de su
fisiología un maratón podría aspirar a un 2h. 45’.
C.— Ya sabes, a entrenar.
J.— En cuanto a Cristina, te diré
que no he conocido corredor ni corredora alguna con su fortaleza mental. Puede
aspirar en un corto plazo a 3h. 40’. Yo la llamo La Roca.
C.— No lo creo.
T.— Vosotros tenéis tantos puntos
en común que sois dos almas gemelas condenadas a quereros toda la vida. Es una
creencia generalizada que la carrera diaria, aparte del beneficio físico,
confiere una autoestima y confianza notables. ¿Ha sido así en vuestro caso?
N y C.— ¡Sí!
T.— Otro punto en común y van… En
una escala de uno a diez, ¿qué puntación le daríais a Correliana?
N y C.— De nueve a diez.
T.- ¿Javier Pons, como presidente
de CorrEliana, que virtudes veis en el?
N.- La ilusión y dedicación al club, que hace familia, que se interesa por cada uno de nosotros y que si quieres en cualquier momento le tienes a tu lado. Es de las personas que te sientes a gusto cuando estás con él aunque lo conozcas de hace dos minutos.
C.- Javier es un lider nato muy
fácil de llevar, generoso y altruista, con una dedicación extrema al club.
CorrEliana se ha convertido en un gran proyecto gracias a él y gracias a un
poquito de cada uno de nosotros. Personalmente para mi Javier es una persona
muy especial a la que tengo muchísimo cariño, siempre me apoya y me anima en
todo lo que me propongo. Siempre tiene buenas palabras para mi y me demuestra
muchas veces que me aprecia.
T.— ¿Qué maratones os gustarían
correr?
N.— Nueva York.
C.— Berlín.
J.— Las dos son planas,
multitudinarias y poseen récords mundiales.
T.— ¿A quiénes dedicareis el
próximo maratón?
C.— A Nacho, por su paciencia
conmigo.
N.— A mis hermanos y a Javier Pons
por su dedicación y ayuda conmigo y todos los socios.
T.— Bueno, esto se acaba.
Cristina, hablemos de ilusiones, de esperanzas, de proyectos… Que no solo de
carreras vive el hombre.
C.— Tenemos en proyecto un viaje a
Malasia, a Kuala Lumpur, es muy lejos pero allí vive el hermano pequeño de
Nacho, al que le tiene una especial predilección.
T.— ¿A qué persona admiráis más?
N.— A mi hermano Javier, porque es
una gran persona, un gran amigo y muy trabajador.
C.— No me resulta fácil, conozco a
muchas personas dignas de admiración, pero elegir a una sola podría resultar un
agravio para otras.
T.— ¿Os gusta el cine?
C.— Vamos poco, pero me gusta
Almodóvar y como actor José Coronado.
T.— Javier, la vieja grabadora no
da para más: aparte de las palabras se ha tragado las cintas. Este último
verano estuve en Inglaterra y pude ver un documental del Liverpool y vi sobre
su puerta de hierro forjado en el Campo de Anfield su famosa frase: You’ll
never walk alone. Nunca caminarás solo. Cambiando el walk por run,
podría ser un buen eslogan para Correliana. Nunca correrás solo.
J.— Podría ser.
¡Bon Nadal a tots!
Toni Lastra
y Cristina corrió Valencia en 4:08:41. Enhorabuena!!!!