EL RETORNO A DYLAN
Ahora que el otoño de nuevo nos regresa a la dulce
melancolía de la lluvia tras los cristales, ahora que los vientos dejaron sin
hojas la arboleda y las voces de los veraneantes se perdieron junto al jolgorio
de sus niños y la berrea mecánica de
motos y automóviles, el otoño nos devuelve el tesoro del silencio perdido y
parece advertirnos que es la hora de volver a organizar el desastre de la
biblioteca, en busca de de los libros y videos que serán mis compañeros en la
soledad que se avecina, hasta que las lluvias de abril y el sol de mayo, nos
traigan de nuevo el milagro de la rama verdecida.
Sacando y metiendo libros en aquel monumental desbarajuste
de biblioteca, se deslizó al suelo como un pececillo de plata el video de Bob Dylan, Blowin’ in the Wind.
Fue como un aviso urgente de que aún no había enviado al Blog de Correliana, el
artículo para “La moto y el sidecar”, espacio que nos facilitó Javier Pons.
Quiero agradecerle que haya recuperado de nuevo la
libertad de poder elegir temas sin cortapisas, ni censuras, sin tener que pagar
el arbitrio de escribir por decreto a nadie y lo feliz que me siento de no ser
alabardero y no tener que escribir al dictado. Puede que sea un buen o mal
escritor, lo que no soy en absoluto es una mecanógrafa -dicho con el mayor
respeto- y reiterar que lo hago altruistamente, no por que no me guste el
dinero, si no por que si algo no me gusta, soy libre de marcharme de inmediato.
Me parece oír algunas voces que dicen; “¿Qué tiene
que ver todo esto en un blog deportivo?” pues créanme lo tiene. Porque en una
sociedad deportiva, un club, es tan importante la sala de trofeos como la sala
de máquinas. Y si de las enseñanzas de Thoreau, Marco Aurelio, Epicteto, Pascal Blaise, o la de tantas cabezas
preclaras beneficia a ideólogos, dirigentes y entrenadores, en modo alguno les
perjudicaría escuchar la letra de la canción de Dylan.
Quiero dejar patentes algunos reconocimientos que por
su grandeza nos hablan de la personalidad de Dylan. Realmente su
nombre era el de Robert Allen Zimerman, que él cambió por el del poeta Dylan
Thomas, por el que sentía una profunda admiración. Fue premio Príncipe de Asturias
y miembro honorario del premio Pulitzer, fue investido Caballero de la Orden y
de las Artes y las Letras por el Ministro Frances… y, finalizo por falta de
espacio para reseñar tantos méritos.
En la biblioteca que intenté organizar, y dejé en
peor estado que la encontré, he tenido el premio de encontrar la vieja armónica
que nunca aprendí a tocar. Pero ahora que a nadie importa el tiempo que pierdo,
me he propuesto interpretar en la vieja armónica su Blowin’ in the Wind, en
honor a él y para alegría de mis nietos. Arduo trabajo, pues yo -como diría mi
dilecto amigo Javier Egea- tampoco entiendo de música.
Si en algún momento de sus carreras se encuentran
exhaustos, derrotados y atenazados por el dolor, como inmersos en un océano de
ácido láctico, prueben a cantar en voz
alta Blowin’ in the Wind (Flotando en
el viento). Puede que las preguntas de Dylan les den fuerza para terminar la
carrera. A mí me la dieron, pero… ustedes ya saben que soy un soñador
impenitente.
TONI LASTRA
ResponderEliminarPaqui Castaño Ortuño
Ya soy fan tuya para siembre Toni , como siempre es muy bonito lo que cuentas ,tiene un aire de melancolía que le va muy bien a esta época del año.gracias de nuevo Toni sigue así .Salud y km compi.