Conversar con Pepe
Fornás es como volver al pasado; como una fugaz visión a nuestra niñez, mejor
diría a nuestra incipiente adolescencia. Solíamos pasar los veranos en un aún
no nacido municipio de L'Eliana, con algunos chalets dispersos en medio de los
bancales de algarrobos.
- ¿Qué edad
tendríamos nosotros en aquella época en que jugábamos a “policías y ladrones” por
los cañaverales del barranco de Mandor, Pepe?
- ¡Madre mía! Doce
años aventura, pero fueron unos años muy divertidos. Yo recuerdo en un bar que
puso Julián Coll, al lado del depósito del Agua, en el que los sábados
alquilaba un tocadiscos y se organizaba un gran baile y allí aprendimos todos a
bailar.
- Pero vayamos a lo
que nos ocupa. ¿Cuándo empezó tu afición, yo diría pasión por la montaña?
Porque yo me pierdo, caminatas, escaladas, excursiones...
- Yo me califico
como senderista, comencé con la bicicleta, estuve algún tiempo dándole a los
pedales, pero después me pasé al tenis, estuve diez años jugando en el Club de
Las Vegas, pero por recomendación médica tuve que dejarlo y me prescribió el
doctor que caminara.
- ¿Caminar? Eso debe
ser muy aburrido.
- Total que me puse
a caminar, y el destino hizo que conociera a un amigo que me contó que él iba a
caminar muchas veces a La Calderona. De inmediato le dije si le importaría que
fuera con él y me dijo que sin ningún problema.
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Dos Al Camí
ResponderEliminarsí que és de veres