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lunes, 6 de agosto de 2012

LA COLUMNA DE TONI LASTRA (Cap.9) : El desafio de JOSÉ ROMÁN MORENO

EL DESAFIO DE JOSÉ ROMÁN MORENO

Hace diez años apareció en la galería de corredores populares que era La Columna de Andrópolis una dedicada al titular de este artículo, José Román Moreno, andaluz de Santiago de la Espada (Jaén), que tenía a la sazón cuarenta y siete años, macrofondista cum laude, que anotaba en su cuaderno de bitácora catorce o quince maratones, con una mejor marca de 2 h. 40’ y 1 h. l2’ en medio.


Todo eso, aún siendo mucho, no dice nada si lo comparamos con su calidad humana, como persona de bien. Es uno de esos seres humanos en extinción en nuestra sociedad que,como decía el gran Lope de Vega en su poema Soledades,“Ni murmuraron del grande / ni ofendieron al pequeño”. Jamás le he oído hablar mal de nadie ni alardear de sus méritos deportivos; circunspecto y cabal ,cuando muchos, por menos, se consideran figuras del correr tan solo porque lo dicen ellos.
Les apuntaré una hazaña que demuestra su valía. Por aquellos tiempos cruzó la península ibérica de oeste a este corriendo con su compañero de aventuras, el doctor RobertoFerrandis, en catorce días en pleno agosto, portadores de un frasco con agua del Océano Atlántico, desde el Mar de Paja en Lisboa, que vertieron en las olas de la playa valenciana de la Malvarrosa en el mediterráneo, en una sencilla ceremonia. Nunca se ha preparado ex profeso para una prueba, y el único alimento habitual en su dieta es el batido de chocolate y sus calcetines negros asiduos en su vestimenta deportiva, algo así como su divisa. Suele tener su semana buena, después de una mala semana, lo cual hacía que le cantáramos: “El bueno de Román, una semana bien y una semana mal, y como persona siempre igual”. ¿Han conocido ustedes un personaje semejante?
Han pasado veinticinco años de aquellos extremados excesos, Román sigue corriendo y acude al almuerzo tradicional que se celebra después de los largos sabatinos, donde se sueltan las lenguas y se vuelve a hablar de correr. Román escucha más que habla; algunos de los contertulios no conocen a Román El magnífico. La conversación deriva hacía el deterioro físico que irremediablemente sufre el corredor en su fisiología con el paso del tiempo. El envejecimiento constituye un proceso continuo, lineal. Nuestras vidas siguen un curso predeterminado, nos deslizamos por una cuesta abajo irremediable, que desemboca en descensos de la capacidad vital, del rendimiento de los riñones, en la vista cansada, la disminución del metabolismo basal, del sentido del tacto, del rendimiento cardíaco y de tantas cosas más.
Román ha escuchado a todos los contertulios deliberando sobre el tema y cuando el ponente de turno dice que hay algunos atletas que han conseguido cómo detener ese deterioro, sale de su silencio y dice que, a sus cincuenta y ocho años, él puede volver a conseguir un registro por debajo de las tres horas; lo dice con total convencimiento, sin el menor asomo de vanidad.
Las sonrisas irónicas y gestos de incredulidad de algunos contertulios, lejos de desmoralizarlo, le motivan aun más y por su rostro cruza un espectro del hombre empecinado, fiel a sus ideas.
El espíritu de Román recuerda los versos finales del poema Ulises, de Alfred, Tensión, cuando el héroe cansado de la vida ociosa, tras veinte años de aventuras en la guerra de Troya y en su odisea para regresar a su hogar, reúne a sus viejos camaradas y les exhorta en volver de nuevo a la aventura, en los últimos versos: “Y aunque no tengamos la fuerza que antaño / movía tierra y cielo, somos lo que somos, / los mismos corazones esforzados,/ heridos por el tiempo y el destino/pero tenaces en querer buscar / y descubrir y en no rendirnos nunca”.
El otro día lo comentaba conmigo y le contesté que poniendo como parangón el Maratón de Boston, el más longevo, ya que se viene celebrando sin interrupción desde 1897, ciento quince convocatorias, nos podía dar ejemplos de estos prodigios. Quizásel mas paradigmático sea el de Clarence H. de Mar, que venció en siete convocatorias, la primera en 1911, con veintidós años (2.21.39) y la última en1930, casi veinte años después, 2 34 48). Nacido en Melrose (Massachussets), miembro de la Iglesia Baptista, consideraba la victoria como un hecho superficial.
Otro corredor dotado de un vigor impropio de la edad fue John A. Kelly, que venció en 1935 y repitió victoria en 1957 con un crono de 2.20 05. En Estados Unidos está considerado un héroe nacional, y sin ir mas lejos hay que citar a nuestro Trinitario Martin, sub-tres siendo ya sexagenario. Por ello veo más que posible que Román lo pueda conseguir…
Román está convencido de ello y ya ha empezado su preparación, primero bajar peso, y en ello está, y después el plan específico. Alguno de los que no le dan opción le promete que, si lo consigue, le paga un viaje al Caribe; se ve que le sobra el dinero o está convencido de que no lo logrará. La apuesta es firme y la regla es solo una, lo ha de lograr en los próximos dos años.
¡Hagan juego señores! Si alguien quiere apostar que lo haga por escrito, cualquier sábado por la mañana, en los lugares donde almuerza el Grupo Salvaje tras el largo semanal.
Yo ya le entregué mi boleto. Vencerás, Román. Un día de estos te envío una caja de batidos de chocolate y un par de calcetines negros de la mejor calidad.
Tú puedes.

Toni Lastra

4 comentarios:

  1. gran corredor ,gran persona e tingut el gust de coneixerlo i correr am ell.segur que eu consegeis,el simple fet de plantejarsel ja es una victoria.anim!au!

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  2. Apuesto a caballo ganador. Ánimo crack!!!

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  3. aposte que eu intentara.

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